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Haga que la inversión en tecnología beneficie a los usuarios, no solamente al negocio | Opinión

Giovanni Di Filippo Lenovo

Tribuna de opinión de Giovanni Di Filippo, Presidente de Lenovo Data Center Group en EMEA

Toda esta tecnología ha permitido a los negocios ser más eficientes, más productivos y más ágiles que nunca. Ha mejorado los flujos de trabajo, reducido la fricción y aliviado a los trabajadores de tareas laboriosas e innecesarias. El potencial de la transformación inteligente es muy amplio y gracias a esta mejora en la productividad, la satisfacción de los empleados se encuentra en niveles máximos.

Excepto que no es así.

Con demasiada frecuencia, descubrimos que implementar las últimas e increíbles tecnologías en realidad ahoga la productividad, puesto que a los usuarios les cuesta lograr que funcione como necesitan que funcione. Esto, a su vez, genera retrasos, frustración y una reducción de la motivación de los empleados. ¿Cuántas veces ha celebrado su personal la adquisición del hardware o software más moderno, solo para verse decepcionados por el resultado? Una situación en la que todos ganan puede desvanecerse rápidamente hasta convertirse en una en la que todos pierden.

La culpa no es de la tecnología; es nuestro enfoque colectivo el que debe cambiar. Nos centramos hasta tal punto en lo que la tecnología puede hacer, que pasamos por alto la experiencia del usuario y resultados que, en última instancia, serán los que decidan si un nuevo despliegue tendrá éxito o fracasará. Resulta esencial situar a las personas en el corazón de las decisiones sobre tecnología, de otro modo el progreso se convierte en un ejercicio contraproducente.

Dificultades de adaptación

Se trata de una declaración muy atrevida, que realmente requiere pruebas que la respalden. Para ello, hemos preguntado a diversos responsables de informática acerca de sus experiencias a la hora de implementar cambios.

Hemos descubierto que, en lo referente a tomar decisiones sobre la adopción de tecnología, las consideraciones de las empresas conllevan mucho más peso que la adaptación o la facilidad de uso de la solución. La mayoría de los gestores de informática (62%) encuestados aseguraron que sus decisiones de inversión se basaban por completo en el negocio, indicando que basarlas en las personas requeriría un cambio de mentalidad radical para muchos negocios.

Los efectos de esta situación resultan obvios. Casi la mitad de los equipos informáticos encuestados (47%) reconoció que sus empleados han tenido dificultades con nuevo software y uno de cada cinco ha asegurado que la introducción de nuevas soluciones ha servido para reducir las capacidades de sus equipos. Una parte del problema se debe a un temor a la tecnología, mientras que otra parte se debe a una reticencia a realizar un esfuerzo debido al miedo al cambio, pero otra gran parte radica en una formación y apoyo inadecuados.

Al preguntar por los factores que impulsan las inversiones informáticas, la facilidad de uso por parte de la plantilla se situaba en la parte más baja de la lista, en un 29%. Lo único que importaba aún menos era la facilidad del despliegue, con un 28%. Sin embargo, si los empleados no son capaces de utilizar nuestras nuevas y relucientes soluciones, jamás serán capaces de rendir según lo prometido.

Añadir complejidad

Por lo tanto, no es de extrañar que las inversiones en tecnología a menudo no cumplan con los objetivos. En lugar de aumentar la productividad y mejorar la eficiencia, lo que hacen es añadir complejidad a los procesos y elevar el riesgo de ralentizar la innovación.

Entonces, ¿por qué sufren tanto los usuarios con las nuevas tecnologías?

Nuestra encuesta reveló que la facilidad de empleo es un gran problema. Hasta un cuarto de los empleados anticipan que estos cambios añadan complejidad a su labor. Se han familiarizado con los procesos y flujos de trabajo necesarios para completar sus tareas y, cuando estos cambian, es normal que se sientan confusos, inseguros y abrumados.

También descubrimos que el 42% de los usuarios consideraba la nueva tecnología demasiado compleja. Puesto que únicamente contratamos a personas que se sientan cómodas con los requisitos de su puesto, esto indica que el problema consiste en una formación y apoyo inadecuados, más que una falta de capacidad.

Combatir el miedo

Si deseamos desbloquear el potencial que prometen las últimas tecnologías, esta situación ha de cambiar. La facilidad de empleo resulta esencial. No podemos seguir invirtiendo en soluciones cada vez más avanzadas, si ninguno de nuestros empleados es capaz de utilizarlas.

En un tono más positivo, el 52% de los gestores de informática se sienten optimistas acerca de la capacidad de las tecnologías emergentes, como IA, RA e Internet de las Cosas (IoT), para lograr aumentar la productividad. Pero para lograr materializar esa promesa, debemos tener en cuenta el impacto que tendrá la adopción de estas innovaciones sobre la experiencia del usuario. Debemos ser capaces de superar el miedo a la tecnología, el miedo al cambio y el miedo a lo desconocido.

Para ello, las empresas pueden emplear diversas estrategias. Llevar a cabo una investigación inicial sobre las necesidades y procesos laborales puede contribuir a comprender la idoneidad de las soluciones propuestas. Del mismo modo, proporcionar formación y apoyo continuos y adecuados debería ser un pilar central de cualquier plan de transformación, para ayudar a la plantilla a comprender como pueden beneficiarse de estas nuevas tecnologías. También hay consideraciones más fundamentales basadas en que la actual infraestructura informática de la empresa ofrezca la flexibilidad de apoyar el rango de tecnologías que desean los usuarios y contribuya a crear una experiencia fluida entre los procesos administrativos y aquellos de cara al público.

Pensar en el humano

Al situar a los humanos en el centro de la adopción informática y abrazar tecnología que beneficie a los trabajadores, en lugar de a la hoja de resultados, los negocios se sitúan en una posición favorable para aprovechar un aumento de la productividad y materializar el potencial de las nuevas tecnologías.

Los empleados que comprendan los beneficios de sus herramientas, que puedan ver como estos avances contribuyen a facilitar sus trabajos en lugar de complicarlos, tendrán una moral mejor y producirán resultados mejores.

Al adoptar una estrategia que prime a las personas, volvemos al ideal de la tecnología como inversión que mejora el trabajo, que simplifica las tareas en lugar de complicarlas. La tecnología deja de ser una fuente de fricción. En lugar de ello, nuestros usuarios se convierten en entusiastas defensores, buscando nuevas formas de lograr que estas herramientas trabajen para ellos.

Es hora de hacer que nuestras personas guíen la tecnología. Es hora de “pensar en el humano”.

Giovanni Di Filippo, Presidente de Lenovo Data Center Group en EMEA



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