Fue un sueño. Y lo vivimos intensamente. Nos sentimos parte de una Selección que nos enamoró, que nos hizo sentir parte a todos del primer mundo futbolístico. Que mostró coraje, incluso cuando estaba derrotada, para tratar de cambiar la historia. Que hizo que Brasil terminara pidiendo tiempo y sudando petróleo para sacarnos del Mundial que ellos organizaron.
Esta alegría no se va a acabar, así el Mundial para nosotros haya terminado en esa cancha del Arena Castelão abarrotada de brasileños, así el equipo, después de regar esa cancha con sudor, lo haya hecho con lágrimas. Luchamos hasta el final. Es la hora de los agradecimientos y los reconocimientos. Como lo hizo todo el estadio al aplaudir a Colombia al final del juego. Brasil está en semifinales con este sufrido 2-1.
Lamentablemente, el Mundial se acabó porque Brasil jugó su mejor partido del torneo contra el equipo de José Pékerman, y porque Colombia tuvo su peor rendimiento en esa Copa del Mundo durante 70 minutos.
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El partido se complicó muy temprano. A los ocho minutos, Neymar levantó un tiro de esquina, la pelota atravesó el área y llegó el segundo palo para que Thiago Silva aprovechara el descuido de Carlos Sánchez y marcara el 1-0. Y, la verdad, esa primera etapa pudo ser mucho peor. Colombia se vio sorprendida, floja en marca, con muchos problemas para llegar al arco contrario.
Los dos bastiones de Colombia atrás, Mario Yepes y David Ospina, evitaron que el asunto fuera peor. El portero tuvo una doble tapada sensacional a los 19 minutos, primero a Fred y luego a Neymar. Luego, a los 27, le detuvo otro tiro a Hulk. Y Colombia, muy poco.
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Víctor Ibarbo, que no jugó bien, se quedó afuera para el segundo tiempo y Pékerman trató de cambiar la historia con el ingreso de Adrián Ramos, para tener dos delanteros en la cancha. Y les llamó la atención, seguramente, a Sánchez y a Guarín para apretar marcas en la mitad. Y Brasil no llegaba con la misma intensidad, pero sí con el mismo peligro.
Colombia no tenía mucha claridad, pero tuvo el 1-1 a tiro, en un gol de Mario Yepes tras un enredo enorme en el área local. El juez lo anuló por fuera de lugar que existió apenas se hizo el cobro. Y de ese casi empate llegó el segundo gol, a los 24 de la segunda etapa. Brasil cobró rápido, falta a 25 metros del arco de Ospina y el mejor gol de tiro libre en lo que va del Mundial, anotado por David Luiz. Inatajable.
Con el 2-0 en contra, Pékerman mandó a la cancha sus restos. Envió al campo primero a Carlos Bacca, que no había tenido un solo minuto en este Mundial. Y fue una jugada de Bacca la que encendió las alarmas en Brasil. Tras un tremendo pase de James, el portero Julio César lo derribó en el área. Penalti bien sancionado por un árbitro que no lo hizo bien, Carlos Velasco Carballo. Y James cobró con toda su clase para ratificarse como el máximo artillero del Mundial, con seis anotaciones.
Ahí apareció todo el coraje de una Selección que si por algo se caracterizó fue por luchar, por no dar por perdida ninguna pelota (salvo muy contadas excepciones a lo largo de 450 minutos de fútbol en Brasil-2014). Metió a Brasil en su arco y, así como pudo haber empatado, se olvidó de que en cualquier momento podían hacerle el tercero. Pero el fútbol quiso que este partido terminara así, con Brasil pidiendo tiempo. Pero clasificó, y ahora enfrentará a Alemania.
Colombia llegó muy, pero muy lejos. Nos ilusionó. Nos unió como país. Nos demostró que tenemos presente, pero también futuro. Por eso, se entienden esas lágrimas, pero el aplauso al final del partido lo tienen más que ganado. Gracias por tantas alegrías.
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO
Enviado especial de EL TIEMPO
Fortaleza (Brasil)