SINGAPUR: Un ex trabajador de un templo de 73 años negó el jueves (1 de agosto) haber agredido sexualmente a la hija adolescente de su amante durante masajes y duchas que, según él, eran parte de rituales para «limpiarla» de magia negra o mala suerte.
El hombre de Singapur, cuyo nombre no puede revelarse debido a las órdenes de secreto de sumario que protegen a la presunta víctima, estaba testificando como parte de su defensa en el Tribunal Superior.
Está siendo juzgado junto con la madre singapurense de 64 años de la presunta víctima, que ahora tiene 23 años.
El tribunal escuchó que la pareja tuvo relaciones sexuales delante de la niña y que la madre de la niña también supuestamente le pidió que realizara actos sexuales con el hombre.
El hombre está acusado de agredir y molestar sexualmente a la niña mientras le practicaba duchas y masajes rituales tailandeses siguiendo instrucciones de su madre, para curar la «mala suerte» de la niña y librarla de la magia negra.
El hombre está siendo juzgado por 15 cargos, entre ellos agresión sexual a un menor, ultraje al pudor y exhibición de objetos obscenos a una persona joven.
La mujer está impugnando 13 cargos, entre ellos conspirar con el hombre para agredir sexualmente a la víctima y conspirar con él para procurar la explotación sexual de la víctima.
CASO DE LA FISCALÍA
Según la acusación, la pareja mantenía una relación cuando el hombre agredió sexualmente a la víctima, a la que se refería únicamente como «Meimei». Tenía en ese momento entre 10 y 16 años.
Meimei era la más joven de los cuatro hijos de su madre. El hombre, un amigo de la familia, tenía una clínica en un templo y entrenaba a una compañía de danza del león. Iba al apartamento de la familia de Meimei para dar masajes a varios miembros de la familia.
Los fiscales afirmaron que el hombre abusaba sexualmente de la niña con el consentimiento de su amante. La niña expresó su malestar, pero su madre supuestamente le dijo que se callara y obedeciera al hombre.
La pareja también está acusada de mostrarle pornografía a la niña cuando estaba en 4º de Primaria.
La niña finalmente presentó una denuncia ante la policía en noviembre de 2017, después de contárselo a su novio.
El jueves, el hombre negó múltiples acusaciones al ser interrogado por su abogado defensor, el Sr. Edwin Lee de Eldan Law.
Ante la acusación de haber agredido sexualmente a la niña mientras la bañaba en el baño, el hombre afirmó que «no había espacio» para hacerlo. Negó haber realizado actos sexuales con Meimei mientras la bañaba.
Describió las sesiones en la casa de la niña, diciendo que había masajes que la niña «quería» antes de las oraciones y una ducha.
La joven dijo que el hombre comenzaba por preguntarle si tenía algún dolor en el cuerpo antes de masajearla. Agregó que el hombre la agredía sexualmente después del masaje.
Cuando el abogado le preguntó si había agredido sexualmente a la niña, el hombre respondió: «No, porque si lo hubiera hecho… ella habría gritado o chillado».
La niña dijo que se quejó del dolor con su madre, pero ella le dijo que era normal y que debía dejarlo continuar.
El hombre dijo que no estaba al tanto de esto.
También negó haberle pedido a Meimei que realizara actos sexuales con él «una o dos veces por semana», diciendo: «¿Es eso siquiera posible, una o dos veces por semana?».
Explicó que agregó una sesión porque su amante todavía encontraba a Meimei desobediente y le dijo que lo hiciera.
El novio de Meimei había testificado que Meimei le dijo que el hombre la había besado y que ella le había mordido la lengua hasta hacerle sangrar.
Cuando se le preguntó si esto realmente había sucedido, el hombre se rió y dijo: «¿Cómo pudo morderme, si era tan alto?».
Estuvo de acuerdo con su abogado en que la madre de Meimei era supersticiosa y creía en la magia negra, ya que a menudo buscaba suertes adivinatorias en el templo y le pedía que limpiara la mala suerte o la magia negra de su hija.
La madre de Meimei dijo en una declaración a la policía que el hombre le había pedido a Meimei que viera a la pareja teniendo sexo.
Cuando se le preguntó si esto era cierto, el hombre dijo que no.
Cuando le preguntaron nuevamente por qué la mujer habría dicho eso, respondió: «¿Cómo puedo saberlo?»
LA SUPUESTA FUENTE DE INFELICIDAD DE MEIMEI
El hombre testificó que hubo un momento en que su amante le quitó el teléfono a Meimei, lo que hizo que la niña se sintiera muy infeliz porque su novio no podía comunicarse con ella.
También dijo que a su amante no le gustaba el novio de Meimei, ya que no lo consideraba «una buena persona», además de ser vulgar y hacer que Meimei se fuera tarde a casa. La mujer le quitó el teléfono porque Meimei no respondía a sus llamadas y, en su lugar, lo usaba hasta altas horas de la noche, afirmó el hombre.
Dijo que su amante le seguía pidiendo que aconsejara a Meimei sobre esto, debido a su buena relación con la familia.
«Pero al final, Meimei se enojó conmigo. Entonces, ¿cómo me enteré? Resultó que Meimei me había ‘demandado'», dijo el hombre.
Cuando se le pidió que aclarara la palabra china «gao», que se tradujo como «demandar», el hombre dijo: «Creo que Meimei probablemente estaba enojada conmigo y quería causarme problemas… Ya estoy en problemas. Estuve encerrado. Tuve que explicarme».
Confirmó que se refería al proceso penal actual.
Dijo que también había hablado con Meimei después de que su madre le pidiera hablar con ella sobre otro novio.
«Dije: él tiene hijos, es muy mayor y ya está divorciado. Tú eres muy joven todavía, ¿habrá algún final bueno para su relación?», preguntó el hombre.
El juicio continúa. Cuando el hombre termine su testimonio, la madre de Meimei, que cuenta con la defensa de un grupo diferente de abogados, lo interrogará.
Después de esto, la fiscalía interrogará al hombre antes de que testifiquen otros testigos del caso.
Si es condenado por agresión sexual mediante penetración a una menor, el hombre puede ser encarcelado por entre ocho y veinte años. No puede ser azotado con vara porque tiene más de 50 años, y su coacusada tampoco puede ser azotada porque es mujer.
Las penas por explotación sexual de un joven son una pena de cárcel de hasta cinco años, una multa de hasta 10.000 dólares singapurenses o ambas.
El castigo por usar la fuerza criminal para ultrajar el pudor de una persona es un máximo de dos años de cárcel, una multa, azotes o cualquier combinación de estas penas.
