Ingenieros colombianos buscan desarrollar una Unidad de Cuidados Intensivos portátil – Medellín – Colombia


Construir una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) que pueda ensamblarse en dos semanas, alojar hasta 16 pacientes, seis puestos médicos y transportarse hasta los más escarpados rincones de la geografía colombiana es el ambicioso objetivo de un grupo de investigadores en Medellín, para encontrar salidas ante la posible congestión hospitalaria que producirá el avance del coronavirus.

El proyecto parte de una idea muy sencilla: construir una serie de módulos que, como las piezas de un rompecabezas, puedan dar forma a una extensión hospitalaria o a un pequeño hospital de emergencia, que pueda ser instalado dentro de un coliseo o cualquier espacio abierto.

Juan Fernando Bermúdez, gerente de Construhigiénica, una empresa especializada en la construcción de estructuras higiénicas para la industria alimentaria y farmacéutica, explica que el proyecto nació durante las primeras semanas de marzo, cuando su organización le puso la lupa a la impresionante construcción del hospital Huoshenshan, ehan.

“Investigando un poco ese hospital nos llamó la atención que era un sistema prefabricado, construido con los mismos materiales que nosotros manejamos en la empresa. De ahí partió la iniciativa de contactar a la Universidad de Antioquia para que nos ayudaran a formular un proyecto para hacer un sistema con tecnología propia, nacional”, explica Bermúdez.

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Luego de tocar las puertas del CESET, el centro de extensión académica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, en pocos días terminó consolidándose un robusto equipo de investigadores de variadas disciplinas, conformado por ingenieros mecánicos, químicos, sanitarios, de alimentos y varios expertos médicos.

De igual forma, un grupo de arquitectos egresados y estudiantes de la maestría en Hábitat de la Universidad Nacional decidieron sumarse al trabajo.

Juan Camilo Lopera Pino, un ingeniero de alimentos que participa del proyecto, explica que los diseños están guiados por tres principios fundamentales: modularidad, escalabilidad y hermeticidad.

La modularidad significa que la UCI esté compuesta por varias piezas prefabricadas que, en teoría, deberían caber en un contenedor, para que puedan ser transportadas por aire, agua o tierra.

Así, en vez de construir de cero todo el recinto, solo bastaría con ensamblar las partes en un lugar con energía eléctrica, acueducto y acceso por carretera.

Esta condición se enlazaría con el segundo principio, la escalabilidad, que consiste en que gracias a su naturaleza prefabricada, el complejo podría ampliarse a medida que la demanda de pacientes lo exija.

Según proyectan en el papel, la estructura mínima estaría diseñada para alojar cuatro camas, pero en caso de ser necesario podrían agregarse nuevos módulos, hasta llegar a las 16.



Así se vería una UCI portátil expandida a su máxima capacidad.

Foto:

Cortesía equipo investigador

En cuanto al principio de la hermeticidad, agrega Lopera, la idea consiste en que cuando el lugar entre en operación los flujos de aire no se mezclen; es decir, que no haya forma de que el virus salga de los espacios destinados para los pacientes hacia los puestos de trabajo del personal médico.

Así, los módulos estarían clasificados según el nivel de contaminación y su respectivo riesgo: áreas contaminadas con riesgo alto, áreas intermedias con riesgo medio y áreas limpias con riesgo bajo.

Después de cuatro meses de investigación, y luego de fabricar su primer prototipo, el equipo comenzó desde el pasado martes 4 agosto la instalación de la primera UCI portátil.

La estructura, ensamblada en el coliseo de la Universidad de Antioquia, será objeto de todo tipo de revisiones, pruebas y evaluaciones. Esto con el objetivo de establecer qué problemas surgen y qué aspectos de diseño deben ser corregidos.

Aunque todavía es muy pronto para hablar de costos, Bermúdez anticipa que los cálculos preliminares apuntan a que la instalación de la UCI en condiciones ideales, es decir, dentro de un hospital, rondaría los 250 millones de pesos. Sin embargo, en el escenario de que esta sea instalada en un lugar con condiciones más adversas, los costos podrían aumentar ostensiblemente.

Culminada la etapa de prueba, el equipo espera formular un método de fabricación de los módulos y encontrar algún aliado estratégico que se sume a la producción.

JACOBO BETANCUR PELÁEZ
Para EL TIEMPO
MEDELLÍN

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