Inglaterra y Bélgica no pensaron más allá de los octavos. No se estresaron pero sudaron. No se agobiaron pero buscaron la portería rival. Roberto Martínez introdujo a nueve suplentes y Gareth Southgate a ocho en un carrusel de cambios que parecía desembocar en un baile sin música. Parecía que los ‘diablos rojos’ iban a cortar con cuchara y los ‘Three Lions’ a morder sin dientes. Que iban a buscar descaradamente ser segundos sin pensar en el triunfo y fantaseando con un hipotético viaje ‘cómodo’ y ‘plácido’ hacia Moscú. Pero nada de eso. Dos no se pelean si uno no quiere. Pero en Kaliningrado, ambos conjuntos quisieron…. y buscaron el gol y el triunfo.