Innovación y buen karma en los tradicionales templos tailandeses | Destacada | Edición América

Varios templos en Tailandia manufacturan mascarillas para la COVID-19, pero Wat Chak Daeng es el único que las hace a partir de plástico reciclado, además de fabricar su propio desinfectante y bendecir agua para los enfermos del nuevo coronavirus.

Los visitantes de Wat Chak Daeng, cerca de Bangkok, tienen que pasar por un arco donde son rociados con desinfectante y monjes pertrechados con mascarillas y viseras les miden también la temperatura antes de autorizarles el paso.

DE TÚNICAS A MASCARILLAS DE PLÁSTICO RECICLADO

El templo («wat», en tailandés) comenzó el año pasado a realizar túnicas anaranjadas con hilo fabricado a partir de botellas de plástico PET (Tereftalato de polietileno), que son clasificadas en el mismo recinto monástico y enviadas a una empresa especializada.

Luego empezaron a confeccionar mascarillas que protegen de las partículas PM2,5 de la polución atmosférica y ahora adaptadas a la higiene frente al nuevo coronavirus.

«Lo que nos hace falta ahora son mascarillas», subraya a Efe Pranom Dhammalangkaro, el abad del templo, situado en una isla de grandes zonas verdes y plantaciones en el río Chao Phraya en la provincia de Samut Prakan, colindante con la capital.

«Hacemos mascarillas para proteger a nuestros monjes en el templo, al público, la comunidad vecina, otros templos y en los hospitales», agrega el monje de 54 años en una entrevista en el recinto del monasterio.

Bajo un cobertizo, el abad inspecciona el trabajo de varias mujeres de la comunidad que cosen las máscaras anaranjadas y blancas en las máquinas, mientras que otras hacen mediciones para realizar trajes impermeables que protejan contra el coronavirus.

Diariamente, cosen unas 500 mascarillas o tapabocas que requieren por unidad el hilo producido por una botella de 600 mililitros.

Pranom explica que han tomado medidas para mantener la distancia social en las clases que se imparten en el templo, donde actualmente se forman unos 70 monjes tailandeses y de otros países del Sudeste Asiático.

El templo de Chak Daeng también fabrica unos 1.000 litros de desinfectante al día a partir de hipoclorito de sodio para consumo propio, así como para la comunidad, hospitales y otros templos.

MASCARILLAS SAGRADAS

En el plano espiritual, los bonzos del templo rezan para bendecir agua que envían a enfermos de la COVID-19 y un monje versado en prácticas esotéricas llamado Chamnanwet inscribe mantras mágicos en algunas mascarillas, convirtiéndolas en amuletos protectores.

Tras inclinarse ante Buda, este religioso escribe sobre la mascarilla estilizados caracteres en khom, una antigua forma de escritura jemer usada actualmente en rituales esotéricos y también en los tatuajes mágicos o «sak yant».

Chamnanwet, de 35 años, afirma que las palabras escritas provienen de un canto budista que sirve para expulsar a los fantasmas, demonios o enfermedades.

«Las mascarillas pueden proteger de las enfermedades. Las inscripciones en estas mascarillas también reflejan una creencia y sirven para recordar (a su dueño) que no viva con descuido», agrega el monje, que antes de tomar el hábito fue maestro tatuador.

Uno de los momentos en los que es más difícil mantener la distancia social es cuando los monjes salen de madrugada por el barrio a recoger las ofrendas de alimentos que les dan los vecinos, aunque la mayoría lleva mascarillas y hasta viseras.

Esta costumbre de los monjes mendicantes, heredada de los tiempos de Buda hace 2.500 años, les sirve a los creyentes para mejorar su karma.

La distancia social se aplica en otros templos también, sobre todo en los que se imparten clases como Wat Molilokayaram, donde los novicios se sientan a más de un metro de distancia con mascarillas y viseras para prevenir contagios.

COMIDA GRATIS PARA LOS AFECTADOS POR LA COVID-19

Mientras que las autoridades han conseguido mantener la propagación del coronavirus, con unos 2.900 casos y 54 muertes, la cuarentena parcial decretada ha provocado que unos 7 millones de personas hayan perdido su empleo, cerca de uno de cada cinco trabajadores.

Más de 500 templos en Tailandia, incluido Wat Chak Daeng, reparten comida entre los hogares afectados por el desempleo y la caída de ingresos debido a las restricciones económicas aplicadas para frenar la COVID-19.

Según la prensa local, las autoridades tuvieron que pedir al templo Don Mueang en Bangkok que suspendiera temporalmente la entrega de comida a afectados por la COVID-19 ante las aglomeraciones que se formaban y el peligro de contagios que suponía.

Asimismo, los «wat» más grandes tienen que ayudar a los templos más pequeños, principalmente en la zonas rurales, porque estos están teniendo problemas para abastecerse de comida y pagar sus facturas debido a que la gente sale menos a realizar ofrendas y donaciones durante la pandemia, de acuerdo con las autoridades budistas.

Gaspar Ruiz-Canela

Fuente de la Noticia

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