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Inversión en Colombia podría ser víctima de su propia disciplina fiscal-en-2021 | Economía

Nómina, prioridad a la hora de solicitar nuevos créditos | Economía

En un mundo de estimulo fiscal desenfrenado, Colombia es uno de los pocos países que está preocupado por su déficit. Mientras Estados Unidos contempla una nueva ayuda de US$1,9 billones y la Unión Europea planea un paquete de 1,8 billones de euros sin queja alguna de sus respectivos mercados de deuda, Colombia está haciendo todo lo posible para evitar incomodar a quienes vigilan de cerca los bonos después de que un gasto pandémico relativamente modesto ampliara su déficit.

(Lea: Comité de la Regla Fiscal dice que se necesitan reformas estructurales)

Las autoridades tienen la intención de aumentar los ingresos estructurales en más de US$5.000 millones, vender US$5.000 millones adicionales de activos estatales y prometieron reducir la ayuda fiscal a pesar de que Colombia está atravesando su peor contracción económica.

Es parte de un gran esfuerzo de Colombia –que no ha incumplido en los pagos de su deuda desde la Gran Depresión– para convencer a los inversionistas de que hará lo que sea necesario para seguir siendo uno de los pocos créditos soberanos con grado de inversión en América Latina.

Hasta ahora, eso no ha sido suficiente. Los costos de endeudamiento de Colombia se dispararon durante la pandemia y sus bonos ahora se negocian más como grado especulativo que como un grado de inversión.

Los bonos denominados en dólares con vencimiento en 7-10 años tienen un rendimiento de aproximadamente 2,5%, casi medio punto porcentual más que sus pares con calificaciones similares, según datos compilados por Bloomberg.

«Los encargados de política monetaria están en la cuerda floja porque tratan de respaldar la economía y no agravar los riesgos de la deuda publica», dijo Nikhil Sanghani, economista de Capital Economics Ltd. en Londres.

«En un mundo ideal, Colombia podría hacer maá y apoyar más a la economía». La situación es el ejemplo más representativo del trato desigual que viven los países en desarrollo cuando sus pares desarrollados tienen la oportunidad de aumentar sus déficits.

Si bien los Gobiernos ricos pueden pedir crédito y gastar sin preocuparse por las repercusiones de parte de inversionistas, los países que ya están agobiados por una pobreza endémica se ven obligados a ahorrar cada centavo y retener la ayuda económica que tanto necesitan sus ciudadanos.

Vitor Gaspar, director del departamento de asuntos fiscales del Fondo Monetario Internacional, dice que la situación podría alimentar una mayor divergencia de perspectivas económicas en países ricos y pobres.

«Hay países como EE.UU., con un amplio espacio fiscal que puede brindar alivio a la economía», dijo en el podcast Bloomberg Surveillance el 29 de enero. «En el otro extremo, hay países de bajos ingresos que básicamente tuvieron que abordar la emergencia del covid-19 con un cambio en la composición del gasto publico».

La dinámica también esta funcionando en otras naciones en desarrollo. En Brasil, los inversionistas han mostrado su inconformidad con la ayuda por pandemia, a pesar de que se le atribuye ampliamente la reducción de la pobreza y el breve impulso económico. Se especula que el banco central tendrá que subir las tasas de interés el próximo mes para defender la moneda.

El nuevo Gobierno de Rumania busca apaciguar a los inversionistas frenando por un lado el déficit presupuestario mientras afronta a la par una crisis sanitaria que ha provocado una de las cifras mas altas de muertes en el este de la Unión Europea.

Pero Colombia es un ejemplo particularmente molesto, en parte porque es uno de los pocos países que cumple con la deuda de manera confiable en una región sinónimo de morosos en serie.

Incluso durante la década perdida de América Latina de 1980, cuando más de una docena de países incumplieron, Colombia sí cumplió con sus obligaciones. El proyecto de ley de reforma tributaria de Colombia, que sería presentado por aliados del Gobierno en los próximos meses, recaudaría hasta US$5.500 millones al año, o 2% del producto interno bruto.

Mientras tanto, los planes para vender participaciones en empresas publicas, como la empresa de transmisión de electricidad Interconexión Eléctrica (ISA), podrían significar una inyección de US$5.000 millones.

Eso contribuiría en gran medida a tapar un déficit fiscal que se espera alcance 7,6% del PIB este año. Si bien eso es inferior al 8,9% del año pasado, es mucho más alto que el 2,5% de 2019, antes de que el Gobierno suspendiera su llamada regla fiscal que limitaba el gasto deficitario. Pocos discuten la noción de que Colombia necesita eventualmente controlar su gasto y volver a los objetivos de reducción del déficit.

Pero algunos cuestionan si el Gobierno esta actuando demasiado rápido, especialmente porque los casos de coronavirus están aumentando nuevamente. El despliegue de la vacuna puede tardar hasta el próximo año antes de que se logre inmunizar a suficientes personas para alcanzar la inmunidad.

Tanto S&P Global Ratings como Fitch Ratings clasifican al pais en BBB-, el nivel mas bajo por encima del grado especulativo, con una perspectiva negativa.

Moody’s Investors Service clasifica al país en Baa2, dos niveles por encima del grado especulativo y también con una perspectiva negativa. Con una posible rebaja de calificación a la vista, los bonos en dólares a 10 años de Colombia tienen un rendimiento aproximado de 2,73%.

Mientras tanto, bonos similares emitidos por Paraguay, Marruecos y Serbia –países sin grado de inversión– tienen un rendimiento que en promedio esta 35 puntos básicos por debajo, según datos compilados por Bloomberg.

Colombia recuperó su calificación de grado de inversión hace una década, pero los inversionistas lo tratan como un país con calificaciones más bajas, en parte, porque así pareciera en teoría.

Se prevé que los niveles de deuda aumentarán a 62% del PIB este año, en comparación con 45% antes de la pandemia, es decir siete puntos porcentuales más que el promedio de sus pares en el segmento BBB.

Su déficit en cuenta corriente es tres veces mayor que el de países con una calificacion crediticia similar, según estimaciones de Fitch Ratings. Si la historia sirve de guía, una rebaja de calificación conduciría a un aumento temporal en los costos de endeudamiento que disminuirá con el tiempo.

Eso es lo que sucedió en Brasil a fines de 2015, cuando las agencias de calificación crediticia comenzaron a rebajar al país a grado especulativo.

Un año antes, los diferenciales de Brasil estaban más de 100 puntos básicos por debajo del promedio de los mercados emergentes. Después de que comenzaron los recortes, los diferenciales alcanzaron un máximo de unos 73 puntos básicos por encima del promedio de los países en desarrollo, según el índice EMBI Global de JPMorgan.

Sin embargo, el aumento finalmente se moderó. A principios de 2017, los diferenciales de Brasil cayeron a más de 60 puntos básicos por debajo del promedio de los mercados emergentes.

Al proponer un aumento de impuestos en medio de una pandemia, el Gobierno del presidente Iván Duque pretende mostrar a los inversionistas que se toma en serio la consolidación de sus finanzas, especialmente en el mediano y largo plazo, según Andrés Pardo, quien fue asesor económico de Duque en 2019.

«La situación fiscal de Colombia es débil», dijo Pardo, ahora estratega jefe de mercado para América Latina en XP Investments.

«Estamos en una espiral en la que la situación puede empeorarse hacia el futuro. Entonces el tema no es que perdamos el investment grade sino que de pronto más adelante la calificación pueda bajar aún más y los inversionistas pueden price in un nivel de riesgo más alto hacia el futuro».

Bloomberg

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