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«Jorge Iván Ospina quiso jugar a la revolución en Cali»: María Fernanda Cabal

"Jorge Iván Opina quiso jugar a la revolución en Cali": María Fernanda Cabal

Según los politólogos, lo que necesita ahora Colombia es un candidato de consenso, alguien que pueda unir a fuerzas de la izquierda y del centro. Usted es una persona de posiciones muy verticales. ¿Si cree que es el momento para su candidatura a la Presidencia?

Uno no determina el momento. Los momentos a veces uno cree que son y resulta que eran más tarde. O cuando hay personas que dejan pasar y creen que pueden esperar. Esta es una oportunidad y hay que ir hasta el final a ver hasta dónde llegamos. El consenso sirve cuando usted llega a acuerdos para tener un objetivo, que es ganar.

El problema del consenso es mantener la unidad, una vez ganado el poder. Esa es la dificultad real: que ese consenso para ganar se mantenga. El reto es que en esas variables que debe haber en el consenso, por lo menos tengamos puntos comunes. Como uno diría recordando a Álvaro Gómez, el “acuerdo sobre lo fundamental”. Lo fundamental, hay otras cosas que se pueden negociar, pero no es posible tratar de tener un consenso general cuando hay gente que justifica la violencia. Ni es posible que porque el país se empobreció, tenemos derecho a quemarlo todo. No. Eso no es negociable.

¿María Fernanda Cabal es de extrema derecha?

No, yo he dicho que soy de extrema coherencia. No tengo nada que me acerque al fundamentalismo: no soy religiosa, creo en la libertad de culto, nunca juzgo a alguien por su creencia religiosa, creo que es parte de la decisión individual de quien quiere ser cristiano, católico, budista, es su ruta y yo no tengo por qué interceder. Creo que la libertad individual también está en la decisión sobre la sexualidad. No creo en que el Estado tenga que perseguir las decisiones de una persona, si quiere escoger en su vida una inclinación homosexual. No entro en nada de esos escenarios de libertades individuales. Me parece que los estados que pretenden controlarle la vida al individuo llegan a rallar, ni siquiera con la extrema derecha, sino con doctrinas colectivistas. Eso es un estado fascista, de lo que nos rotulan a quienes creemos en principios conservadores o en instituciones republicanas. Pero esa es una estrategia de propaganda para tratar de desvirtuar al opositor. Nadie tiene porqué, hoy, desconocer lo obvio: fascismo, nazismo y comunismo son hijos del mismo vientre, nada parecido a la libertad.

Usted se ha apartado en varias posiciones del Gobierno de su partido. ¿No cree que eso perjudica al partido y sus posibilidades a futuro?

No, yo creo que al partido lo perjudicó que el Gobierno se apartara de las banderas que lo eligieron. Si yo me aparto de posiciones del partido es porque quien se está desvinculando de un sentimiento, de una misión, es el Gobierno. Mi obligación es no renunciar a mis convicciones, porque no son negociables. Uno no puede elegirse con unas banderas y gobernar con otras, porque usted termina desacreditando al partido y haciéndole mucho daño a lo que construimos. Ahora, en este momento nosotros sí tenemos que pensar en hacer muchas cosas más que no se han hecho, pero la base esencial no se negocia, es de sentido común: sin seguridad no hay país ni trabajo, sin trabajo no hay empresa ni riqueza, y si no hay riqueza ni empresa no hay dinero para los programas sociales de los más pobres. Eso es sentido común, una base doctrinaria que no pasa de moda. Lo que tenemos es que adornarla con lo nuevo, con la alternativa que nos ofreció el reto del coronavirus (que empobreció a todo el mundo menos a los chinos). Y lo nuevo es las plataformas digitales. ¿Cómo hacemos para que más gente pueda educarse a través de plataformas que salen en precio mucho más económicas? ¿Cómo hacemos para que los jóvenes sigan creando plataformas que transformen el mundo? Ese es el reto.

“Todo este apoyo a la Primera Línea no es otra cosa que darle un nombre a las milicias urbanas. Recordemos que el ELN, con el Acuerdo de Paz, lo que hizo fue urbanizar la guerra”.

¿En qué diría que el Gobierno ha traicionado esas banderas con las que lo eligieron?

Yo siento que el Gobierno dejó de lado la seguridad y hoy nos sentimos desprotegidos. Y yo tengo mis reparos con el Gobierno cuando, en 2019, esta receta del paro que no es paro, porque yo insisto que esto es una toma guerrillera financiada por el narcotráfico y dirigida desde el exterior, cuando la economía había empezado a despegar con todos los ímpetus de un país que arroja tres millones de pobres y 17 % de desempleo, pues era la oportunidad. Pero además en el Valle del Cauca, semejante prosperidad a pesar de la conflictividad que ha producido la variable del narcotráfico y los índices de criminalidad, donde Cali está uno de los puestos más altos del mundo en homicidios por cada 100.000 habitantes.

​¿Cómo le ha parecido el manejo que le ha dado el alcalde Jorge Iván Ospina a lo ocurrido en Cali?

¿Cuál manejo? Si es que Jorge Iván Ospina es cómplice. El Alcalde es responsable de que esta tragedia que vivió Cali se convirtiera de verdad en una guerra urbana. Cuando usted no permite el desbloqueo y reta a la autoridad, como a la Policía local que no le permitió desbloquear usando mal su jurisdicción, en contravía de la ley, y reta al Gobierno Nacional.

¿Qué genera? ¡Caos! Porque le estás dando a los criminales toda la posibilidad de gobernar en anarquía. Aquí sitiaron a Cali, dejar a la gente sin comida, sin movilidad, invocando un derecho que es falso. Es mentira que uno tenga derecho fundamental a la protesta, la protesta es una actividad que emerge de un derecho secundario que es la manifestación, que -eso sí- se deriva del derecho fundamental de la libertad de expresión. Pero no hay ningún derecho absoluto, y aquí vulneraron el derecho a la movilidad, el derecho a la vida, el derecho a la libertad.
¡Y lo permitieron! O sea que este Alcalde debe responder judicialmente, por los desmanes. Peor aún: materializó toda una estrategia revolucionaria a través de un decreto donde legaliza la ilegalidad, dándole voz a los que actúan en contravía de la ley con violencia y dejando inermes a la mayoría de los ciudadanos. ¿Cómo se llama eso? Está jugando a ‘la revolución’, con ayuda del Obispo.

El paro nacional se ‘extinguió’, pero el germen está ahí. Si usted llega a la Presidencia, ¿cómo combatiría ese germen que sembraron los promotores del desorden y los bloqueos?

Con inteligencia. Porque esto no es un paro, es una estrategia revolucionaria usando y sumando la rabia social con el empobrecimiento del coronavirus. Legitimaron inicialmente una causa que, al final, cuando se le preguntaba a los que marchaban que por qué lo hacían, no sabían. El común denominador era la rabia. Pero es que esta ‘recetica’ venía desde el 2019, cuando quemaron 70 CAI y vandalizaron 200 buses. Ya la tenían lista, esto tiene un guión. El dinero incautado aquí y en Bogotá son cifras extraordinarias que demuestran que esto no fue gratis. Usted con un paro no bloquea una de las regiones más prósperas de Colombia, de casi cinco millones de habitantes. Ellos adelantaron una estrategia de movimiento de masas y aquí está el cerebro del ELN.

Si uno como gobernante lograra que la Fuerza Pública, con su capacidad de inteligencia -que se perdió, al menos la militar, con el Acuerdo de Paz de Santos y con las disputas internas por el poder- al menos hubieran previsto parte de lo que iba a pasar. No lo hicieron. Miren el atentado al helicóptero, el nivel de infiltración que tienen sobre el Presidente es gigantesco. El estado de vulnerabilidad de un Presidente que parece que no hubiera pasado nada y hace tres días le dispararon y atinaron con los disparos, eso significa que alguien está filtrando el plan de vuelo. Si usted suma todo, es demasiado grave lo que está pasando en el país.

Si uno tiene la posibilidad de gobernar no se puede descuidar la seguridad. Tiene que tener un plan de aseguramiento, inteligencia e informantes, como lo ha habido siempre, pero que lo destruyeron. La información es crucial, ¿cómo no tenerla? ¿Qué va a pasar con la aspersión con glifosato? ¿Vamos a seguir sin fumigar? ¿Vamos a seguir dándole gasolina a estos tipos?

«Lo que hicieron en Cali fue una toma. Una perfecta toma, un sitio, como se recuerda en la historia el sitio de Cartagena”

Claudia López, alcaldesa de Bogotá, señaló a la Colombia Humana y a Gustavo Petro de estar detrás de los incidentes que han ocurrido en el país últimamente. ¿Usted coincide con ella?

Sí. Sí coincido con ella. Todo este apoyo a la Primera Línea no es otra cosa que darle un nombre a las milicias urbanas. Recordemos que el ELN con el Acuerdo de Paz lo que hizo fue urbanizar la guerra. Y esas milicias encubiertas en jóvenes que protestan terminaron generando toda clase de delitos. Hace tres días decapitaron a un muchacho que iba en una moto. Y a ese sí no hay que hacerle monumento, si nosotros entendemos que esta es una guerra asimétrica, no convencional, donde la narrativa de la izquierda copó las redes sociales y nos ganaron con su mentira, mientras nosotros seguimos luchando por desmentir: más de 180 noticias falsas en redes sociales que lograron cambiar la percepción del público interno y a nivel internacional sobre la Fuerza Pública, significa que tienen el poder de destruir una sociedad. Y vienen elecciones. ¿Qué noticias falsas nos van a sacar y tienen preparadas para terminar en un detonante de violencia social? Eso es muy peligroso. Claudia López tiene la razón y ella sabe, porque tiene cifras: la mayoría de los que protestan son estudiantes beneficiarios de universidad pública gratuita. No sé por qué ella no lo dice. Y eso es muy grave, porque se crean becas y la gente no está yendo a estudiar. ¿Qué está pasando? ¿Por qué terminan siendo presos de instrumentos de estrategias de que los jóvenes vayan a matarse? Los usan, usan su descontento, hay una instrumentalización atrás de ellos enorme. Están creando una guerra civil, y el 60 % de esa guerra no es cierta, pues es digital, solo para cambiar la percepción. A Claudia le destruyeron su capacidad de administrar la ciudad completamente. Ella no tiene hoy nada para mostrar, pero ella también es culpable porque no ha querido ejercer autoridad cuando ha podido, porque cree que su corazoncito ‘progre’ va a traicionar a sus seguidores. Si ella hubiera sido un poco más audaz, con un poco más de inteligencia emocional y ejerce autoridad desde el principio, sin dejar que le quemen la ciudad, ella se ganaría una porción de votantes que nunca tuvo y hasta podría uno decir que la centroderecha votaría por ella. Pero como es una persona que no es confiable -hoy dice eso y mañana se va contra Uribe, pasado mañana habla a favor de la Policía y tras pasado mañana habla en contra- no es coherente, no construye. ¿A qué juega Claudia? Mire lo de las cuarentenas, está demostrado que no sirvieron para evitar el contagio y nos empobrecieron. El hecho es que la popularidad la tiene en el piso, no creo que la recomponga.

«Si uno quiere vivir en civilización, sabe que tiene que haber leyes. O si uno quiere vivir en barbarie, sabe que eso termina en una guerra”



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