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Juan Miguel Galvis ha sido valiente: enfrenta a toda la politiquería quindiana, personas sin escrúpulos que están dispuestas a todo para mantenerse en el poder, como lo demostraron al convertir a David Salazar, quien fuera el periodista judicial de La Nueva Crónica, en su última víctima.
Por publicar una noticia sustentada en información de la Fiscalía, en la que se dio a conocer una investigación por presión a los bomberos de Armenia, en la que la imputada es Lina Pino (que habría cometido el delito cuando fungía como mano derecha del alcalde de Armenia, José Manuel Ríos, en busca de votos obligados en favor de John Edgar Pérez ‘Perea’, cuya campaña a la Cámara era gerenciada por Jorge Ricardo Parra), fue perseguido y despedido del medio de comunicación en menos de 48 horas.
El periodista, cuyo caso irá a la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, que analizará las pruebas (dado que la gerente del medio expresa que su salida se dio porque incumplimiento de contrato), denunció que el alcalde visitó las instalaciones del periódico y que ese mismo día él recibió la carta de despido. ¿Esa es la forma de trabajar de los que dicen que cabalgan, pero que no explican que lo hacen pisoteando con la fuerza de su caballería a quien se les atraviese en su camino? Pero no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Quienes lo siguen, enceguecidos por promesas falsas, terminan apoyando lo que tanto critican: las amenazas, la corrupción y el irrespeto por lo público.
A ellos no les importó que el periodista tiene familia ni que defiende los intereses del pueblo quindiano, solo les interesó quitar esa piedra que tenían en su zapato. ¿Así quieren gobernar, basados en el terror? Lo pisotearon, sí; lo lapidaron, sí; pero no solo a él, también a la libertad de prensa y al medio de comunicación más tradicional del departamento, al que humillan con sus formas, con presiones económicas que socavan ese símbolo impreso del cuarto poder, que no es otro que la voz del pueblo. Con ello, el grupo de Parra se quita la máscara y el pueblo le mira por fin sus facciones grotescas, su mirada maligna, el lobo que se esconde tras la tersa piel de una oveja.
Los gremios periodísticos no se pronunciaron, el grueso de los medios de comunicación guardó silencio: los carcome el miedo; y en su afán de defender lo indefendible, nos piden a los que nos atrevemos a sentar nuestra posición que “le bajemos”, cuando en realidad lo que se necesita es gritar a voz en cuello y sin descanso que se acaben las injusticias. Tienen bodegas calumniosas, tienen estrategas sin estrategias, mienten con descaro. Parra no asiste a los debates, porque sus armas no son las ideas, es el ataque por la espalda y el silencio cómplice, lo que quedó en evidencia cuando su jefe de prensa se vio involucrado en el manejo de una página calumniosa (www.pastillasparanoolvidar.co, plagio del agregador de contenidos www.pastillasparanoolvidar.com), comprada por su socio Juan David Ordóñez (con la que intentaron dañar la imagen de procesos, personas y medios, como Quindío Noticias, que instauró en contra de Ordóñez una demanda millonaria), y él, el candidato, no se pronunció, simplemente miró hacia otro lado como si nada hubiera pasado.
Por sus errores, Parra decrece; mientras que Atilano Giraldo se ufana de que para ganar la gobernación solo necesitaría 15 días, los que utilizaría para buscar con fajos de dinero lo que no puede con ideas, porque tampoco las tiene. Pero por si acaso, las autoridades ya están avisadas y estarán encima del matemático y de sus colaboradores, entre ellos Luz Piedad Valencia Franco, que sueñan con dividir el departamento para poder sumar, pero que si dan un paso en falso tendrán que ponerse ‘a restar’. A eso se enfrenta a Galvis, que se afianza como ese candidato que día a día cautiva el voto de opinión, yendo de frente contra la corrupción, contra las encuestas falsas, contra un entramado de mentiras.
El Diferente cala, El Diferente es la esperanza, El Diferente es el que quiere la gente. Ayer me lo dijo un taxista, hoy una ama de casa, que quieren ideas nuevas, no maltrato y amenazas.
Por: GS Oliver Comunicador social – periodista Director www.finito.pro
