El país registró 11.499 nuevos casos diarios y 255 muertes, según las últimas estadísticas del Ministerio de Salud del sábado (26 de febrero), una pequeña fracción de las observadas durante el pico devastador del año pasado.
Los funcionarios locales en la región de Delhi, que registraron 460 casos y dos muertes el viernes, decidieron levantar el toque de queda nocturno y permitir que los restaurantes operen a plena capacidad.
También se permitió la reapertura de lugares de culto religioso.
Las escuelas funcionarán completamente fuera de línea a partir del 1 de abril, mientras que también se redujeron las multas por no usar máscaras.
La autoridad de gestión de desastres del área «retira todas las restricciones a medida que mejora la situación» y porque la gente «enfrentaba dificultades debido a la pérdida de empleos», anunció en Twitter el primer ministro de Delhi, Arvind Kejriwal.
India fue golpeada por un devastador brote de COVID-19 el año pasado que provocó la muerte de 200,000 personas en cuestión de semanas, abrumando hospitales y crematorios.
Desde el brote en 2020, India ha registrado oficialmente 42 905 844 casos y 513 481 muertes, el tercero solo detrás de EE. UU. y Brasil.
