En resumen
- El conflicto en curso en el este de la República Democrática del Congo, en particular provocado por la insurgencia de la milicia M23, ha provocado una grave deforestación en la zona del Monte Nyiragongo y el Parque Nacional de Virunga, desplazando a más de 1,7 millones de personas.
- Naciones Unidas informa que la pérdida de bosques en la región ha alcanzado niveles sin precedentes desde 2021, agravada por la tala ilegal y la producción de carbón por parte de residentes desplazados que intentan sobrevivir.
- El director del Parque Virunga, Emmanuel de Merode, y otros funcionarios destacan el impacto significativo del conflicto en la aceleración de la deforestación y el obstáculo a los esfuerzos de conservación, con grupos armados beneficiándose de la destrucción.
Goma, República Democrática del Congo– Bajo las laderas desnudas del volcán Nyiragongo, en el este de la República Democrática del Congo, los comerciantes de la ciudad de Kibati intercambian sacos de carbón, producto de la deforestación que un conflicto en curso ha llevado a niveles sin precedentes, informa Naciones Unidas.
Motos cargadas con tablones recién cortados recorren la carretera principal de Kibati, una comunidad que ha permanecido bajo control del ejército congoleño incluso mientras una insurgencia de dos años de la milicia M23 avanzaba en la provincia de Kivu del Norte, devastada por el conflicto, desplazando a más de 1,7 millones de personas.
«En el campamento nos morimos de hambre. Hemos decidido fabricar carbón para poder alimentar a nuestros hijos», dijo Jacques Muzayi, un comerciante desplazado en Kibati.
La inseguridad ha empeorado la presión sobre las laderas de la región, antaño densamente arboladas, y su protegido Parque Nacional de Virunga, hogar de muchos de los últimos gorilas de montaña del mundo.
«Aquí había un bosque», dijo Bantu Lukambo, director de una organización ambiental local. Se encontraba en el parque, en las afueras de Kibati, en un matorral salpicado de troncos de árboles destrozados. Sólo quedaban en pie unos pocos árboles alrededor de una estación de guardabosques cercana. «Desde el comienzo de la guerra, los combatientes han estado devastando Virunga», añadió, describiendo cómo esto allanó el camino para una destrucción a menor escala.
Cada mañana, en Kibati, multitudes de residentes locales y desplazados por los combates entran en el territorio del parque en busca de troncos para quemar y hacer carbón para cocinar. Otros se adentran más a fondo para cortar árboles para hacer tablones o plantar cultivos en el terreno recién abierto.
La pérdida de bosques en Nyiragongo y Rutshuru, dos territorios en la zona de conflicto y parcialmente dentro del parque nacional, ha «alcanzado niveles sin precedentes» desde 2021, cuando las autoridades declararon la ley marcial en el este en respuesta al aumento de la violencia, según un informe de las Naciones Unidas del 8 de julio.
En las zonas que controlan en Kivu del Norte, actores armados de todos los bandos se benefician de la producción o el comercio de tablones de madera, mientras que la tala ilegal y descontrolada ha provocado «la destrucción de importantes franjas de bosque virgen en zonas protegidas de Virunga», señala el informe.
Los datos de Global Forest Watch, una iniciativa que utiliza satélites para rastrear la deforestación, mostraron que la pérdida anual de cobertura arbórea en Virunga aumentó más del 22% a 6.804 hectáreas en 2021 y se perdieron otras 7.255 hectáreas en 2022 a medida que continuaba la insurgencia.
Emmanuel de Merode, director del parque de Virunga, dijo que calcular la magnitud de la pérdida forestal y sus causas es complicado debido a las numerosas amenazas, incluidas las recientes erupciones volcánicas. Pero «el conflicto ha acelerado enormemente la deforestación», dijo a Reuters, describiendo la zona que rodea al volcán Nyiragongo como una preocupación especial. «Todas las laderas del Nyiragongo han sido completamente deforestadas. Sobrevuelo estas zonas con regularidad, así que lo veo».
Durante años, la inseguridad vinculada a las milicias ha preocupado a Virunga, cuyas extensiones de bosque y sabana lo convierten en uno de los territorios con mayor biodiversidad del continente, con tres tipos de grandes simios, elefantes de sabana y el okapi, en peligro de extinción, apodado el unicornio de África.
De Merode dijo que la ocupación de partes de Virunga por parte del M23 había limitado en gran medida la capacidad de sus guardabosques para monitorear y proteger esas áreas.
«Quiero que las autoridades hagan todo lo posible para poner fin a esta guerra», dijo Christoph Lewis, otro hombre desplazado en Kibati que gana hasta 500 francos congoleños (0,18 dólares) descargando tablones, algunos de los cuales fueron cortados de árboles talados dentro del parque. «Es la guerra la que lleva a la gente a destruir el medio ambiente», dijo.