Susan Konga riega las líneas ordenadas de hojas verdes de ensalada afuera de su casa con techo de paja y prepara su huerta para la próxima cosecha.
Este año el éxito de su cultivo incansable se pondrá a prueba: la autosuficiencia total.
Las crisis globales urgentes como la guerra en Ucrania, el terremoto en Turquía y la sequía en el este de África significan que hay menos ayuda alimentaria para personas como Konga, una madre soltera de Sudán del Sur que vive en un campo de refugiados en el norte de Uganda.
Un déficit de fondos de aproximadamente el 50 % este año ha obligado al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas a cortar el suministro de alimentos a cientos de miles de refugiados en Uganda, el país que acoge a más refugiados en África.
Después de seis años en Uganda, Konga ahora debe depender completamente del maíz, la mandioca y las hojas de ensalada cultivadas en su pequeño huerto. El cambio abrupto en la política le dificultará adaptarse, dijo.
A Konga le preocupa no poder cultivar suficientes productos excedentes para vender y pagar la matrícula escolar de sus dos sobrinas y otros artículos básicos para el hogar, como jabón.
“Para volverme sostenible me llevará más de tres años, porque ahora no tengo suficiente tierra”, dijo. “Si no tengo apoyo, no puedo valerme por mí mismo”.
El PMA dice que los refugiados vulnerables, como los recién llegados, los enfermos y los ancianos, seguirán recibiendo ayuda alimentaria de emergencia, pero el déficit de financiación de 180 millones de dólares de la organización significa que otros tendrán que ser retirados.
“Los donantes tienen que tomar decisiones muy difíciles porque las necesidades son enormes a nivel mundial”, dijo Marcus Prior, director de país del PMA en Uganda.
Las lluvias han sido buenas hasta ahora, dijo Konga, pero tendrá dificultades para sobrevivir los períodos entre cosechas.
“Lo poco que proporciono es para complementar la comida que tengo”, dijo. “Entonces, si no está allí, si no tengo apoyo, no puedo valerme por mí mismo”.
