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La foto departamental /Editorial/ Francisco Miranda | Editorial | Opinión

Ajuste por riesgo país: ¿Lo estamos haciendo bien? | Economía

El pasado viernes el Dane publicó el informe del producto interno bruto preliminar para cada uno de los 32 departamentos del país más Bogotá correspondiente al 2019.

Este reporte constituye la foto más cercana y reciente de las economías regionales de Colombia, antes del inicio de la pandemia del coronavirus.

La pregunta, entonces, es para qué sirve conocer esas dinámicas departamentales de fin del año pasado si la economía hoy en medio de la covid-19 es tan diferente a la experimentada en 2019.

En primer lugar, esta foto permite conocer cómo llegaron estas 33 unidades regionales al choque del coronavirus. Segundo, conocer esos perfiles económicos de los departamentos más el Distrito Capital conforman un poderoso insumo en el diseño de los planes locales para la reactivación económica.

El informe del Dane confirma la ya conocida estructura económica desigual que caracteriza a Colombia. Bogotá concentra el 25,5 por ciento de la economía nacional y contribuyó con 0,9 por ciento del 3,3 por ciento de crecimiento del PIB el año pasado.

De hecho, la economía de la capital de la República, sumada a las de Antioquia y Valle, responden prácticamente por el 50 por ciento del PIB. Le siguen otro bloque de departamentos -Santander, Cundinamarca, Atlántico, Meta, Bolívar y Boyacá- que todos sumados equivalen al Distrito Capital.

Estas nueve regiones del país contribuyen con las tres cuartas partes de toda la economía nacional. Si bien esta distribución no genera mayor sorpresa, es clave tenerla presente en cualquier estrategia de recuperación económica con énfasis en las regiones.

El resto de los 24 departamentos también registran diferencias entre ellos. Aunque la mayoría dependen del sector de la administración pública, salud y educación, en regiones como Cesar, Casanare, Arauca y La Guajira lideran obviamente las explotaciones de minas y canteras.

Este mapa de actividades económicas explica asimismo por qué las restricciones al comercio, alojamiento y transporte hundieron de esa manera las economías regionales en las cuarentenas. En 25 de los 32 departamentos y Bogotá este rubro es el primero o el segundo de mayor contribución al producto.

Esto implica que prácticamente en todas las regiones del país los planes locales de reactivación no solo deben contemplar medidas de estímulo a las actividades comerciales y de alojamiento sino también cualquier decisión de regresar a los confinamientos deben ponderar este peso económico.

Otra conclusión evidente es que, como lo han afirmado las autoridades capitalinas, no hay reactivación económica nacional sin la reactivación de Bogotá. La estrategia económica del Distrito debería estar hoy más que nunca ligada y coordinada con la nacional. De una positiva interacción entre los planes de reactivación de la Nación y el Distrito depende un ritmo dinámico de recuperación.

El Gobierno se ha concentrado en la promoción de un plan de reactivación, “Compromiso por Colombia”, con un obvio enfoque nacional. No obstante, es momento de territorializar aún más la estrategia.

En pilares de ese plan como los de infraestructura, energía, minería e hidrocarburos, la localización de los distintos proyectos les da su énfasis regional. Sin embargo, proyectos de vivienda, obras de infraestructura locales, uso de los recursos de regalías y construcción de vías terciarias -con poder de crear empleo y jalonar cadenas productivas- son cruciales para fortalecer la cara departamental de la reactivación.

Una economía desigual, un impacto heterogéneo y una capacidad de resiliencia distinta conducen al diseño de sendas de recuperación regional con un mayor toque local.

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