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La ruptura del pacto criminal que asusta a Buenaventura

La semana pasada se cumplió un mes de la balacera que entre la noche del 13 y la madrugada del 14 de noviembre azotó a cuatro barrios de dos comunas en Buenaventura y dejó al menos tres muertos. Lo que pasó antes de la masacre, cómo ocurrió y las pocas luces que hasta ahora han arrojado las investigaciones, más allá de cinco detenidos, revivieron los temores de las peores épocas de violencia del principal puerto del país sobre el Pacífico.

Según le dijeron a La Silla Pacífico por aparte siete fuentes consultadas en terreno (dos testigos, dos líderes comunitarios y tres miembros de organizaciones humanitarias internacionales que trabajan en esas comunas), lo que pasó en esas horas sería la prueba más clara del rompimiento de un pacto entre las bandas criminales La Empresa y La Local, que tienen repartido el control de las 12 comunas del Puerto.

Esta nueva situación está enmarcada en la compleja historia de conflicto que ha atravesado Buenaventura al menos durante las últimas cuatro décadas, por donde han pasado las Farc con el Frente 30, los paramilitares del bloque Calima, el ELN en la zona rural del norte, bandas criminales y pandillas, todos controlando y peleando, en sus respectivos momentos, el negocio del narcotráfico.

Un pacto siempre débil

Desde antes de 2010 la bacrim La Empresa fue creada por un dueño de negocios en el Puerto y fue en sus inicios una ‘oficina de cobro’ de los Rastrojos. Sus fortines son las comunas 9, 10 y parte de la 12, a donde desde 2004 comenzaron a llegar exparamilitares para continuar delinquiendo.

En el resto de las 12 comunas del Puerto, de acuerdo con cuatro de las fuentes, hay presencia y control de La Local, una banda criminal que según las autoridades, maneja al menos el 30 por ciento de la exportación de droga y logró desplazar, a punta de bala, a los de La Empresa de buena parte de las comunas.

Entre 2015 y 2016, las dos bandas acordaron un pacto de no agresión que incluyó, según dos fuentes -una de la Iglesia y otra humanitaria- que conocieron el hecho de primera mano, un trabajo conjunto entre sus miembros para extorsiones y narcotráfico.

Incluso una cuarta fuente, que es líder en su comuna, nos dijo que era difícil determinar quién era de qué grupo muchas veces porque “siempre están cambiando de bando, al mejor postor”.

El pacto incluía acabar con las casas de pique en Buenaventura (hecho que saltó a los medios nacionales en 2014 y que según los consultados, no habría terminado), que no hubiera barreras invisibles y que las extorsiones no incluyeran a vendedores ambulantes ni pequeñas tiendas de barrio.

Eso “calmó Buenaventura en algo que nada tuvo que ver ni el Alcalde ni los militares”, según nos dijo la fuente de la Iglesia.

(Según la Policía para finales de 2015 hubo 68 homicidios -50 menos que en 2014-; y según Medicina Legal en 2016 hubo 66 y el año pasado 73. A noviembre de este año iban 72).

El pacto arrancó a desmoronarse desde hace un año -cuando volvieron a subir los homicidios-, hasta que se rompió hace un mes por varias razones.

Una habría sido la salida de la cárcel de antiguos jefes de pandillas barriales que querían “recuperar el terreno perdido”, según nos dijo la fuente de la Iglesia y una humanitaria; y otra la captura de los líderes de esas bandas durante el último año, según nos dijeron otras dos fuentes humanitarias consultadas.

El año pasado cayó Roberto Angulo alias Robert de La Empresa y este año Yonny Caicedo de La Local.

Al parecer, según nos dijeron dos líderes sociales y una de las fuentes humanitarias, y lo corroboraron las otras cuatro fuentes, lo que detonó la balacera de hace un mes fue la negativa de los de La Empresa de continuar con el pacto.

A eso se sumó que una semana atrás de la masacre en el barrio Lleras hubo un cruce de disparos entre miembros de esas bandas y desde septiembre había panfletos del ELN anunciando la ‘intención’ de entrar al puerto urbano -históricamente han estado en la parte rural hacia el norte-.

Por eso, todas las fuentes consultadas dicen que fue una tragedia anunciada.

La noche de la masacre

La masacre que arrancó a las 9 de la noche del 14 de noviembre se concentró en cuatro barrios: Carlos Holmes, Unión de Vivienda, Bello Horizonte y El Progreso, todos vecinos entre sí y pertenecientes a las comunas 10 y 12, donde La Empresa hace presencia.

De acuerdo con el parte oficial de la Policía fueron asesinadas tres personas entre los 18 y 24 años. Pero los dos testigos y las tres fuentes humanitarias consultadas nos contaron, por aparte, que el número puede ser el doble. Una de ellas mencionó que pudo haber ocurrido un desmembramiento.

“Todos los que murieron trabajaban para La Empresa, estaban mamados de estar confinados en su barrio”, nos dijo uno de los testigos, en relación a que ante la tensión con La Local, en las últimas semanas temían salir de los lugares que sí controlaban.

Esa noche, según nos dijeron por aparte estos dos testigos que viven en esos barrios y las tres fuentes humanitarias que recibieron denuncias de la población, más de 30 hombres encapuchados, vistiendo overol y portando fusiles llegaron al barrio en motos y camiones.

“Ellos llegaron en camiones. Llegaron por la línea férrea, la parte de atrás de la vía alterna, salieron por una vía que queda cerca a un CAI”, nos dijo uno de los testigos, que por seguridad pidió que omitiéramos su nombre.

“Escuchamos desde la casa, sin mentir, como 200 disparos. Yo vi tipos con fusiles en la esquina que subieron (calle arriba)”, nos contó el otro testigo, quien también pidió no ser mencionado.

La Silla conoció audios enviados esa noche por grupos de whatsapp de vecinos de los barrios donde contaban lo sucedido. En uno al fondo se oyen ráfagas de disparos, y en otro una persona decía que los armados “gritaron a todo el mundo que echaran pa’ las casas porque estaban en limpieza social”.

Según una fuente humanitaria que fue contactada al momento en que arrancó la balacera, la Policía llegó a un barrio aledaño para cercar la zona. Según el coronel Jorge Cabra, comandante de la Policía en Buenaventura, fueron recibidos a disparos.

La Policía salió de los barrios a las 10 de la mañana del 14 de noviembre y, según una fuente humanitaria, a las 11 de la mañana volvieron a presentarse los enfrentamientos.

A partir del 14 por la tarde comenzaron los desplazamientos de vecinos de los barrios hacia otras zonas de la ciudad y los colegios de la zona no abrieron. El Comité Internacional de la Cruz Roja, por ejemplo, ayudó a que al menos 10 familias salieran del Puerto y a otras (no nos dijeron cuántas) a moverse de esos barrios y en las noches las calles quedaron solas desde las 7PM.

 

 

Barrio Nuevo Amanecer

Un mes después de la masacre, de haber sido convocadas más de cinco marchas y plantones por la vida en el Puerto para pedir el cese de la violencia, para todas las fuentes consultadas, por aparte, persisten las dudas de si La Local actuó sola o tenía apoyo externo.

Esto por el armamento que llevaban y la forma en que llegaron a los cuatro barrios.

En este punto hay varias hipótesis. Una de ellas es que el ELN se habría aliado con La Local (un acuerdo que antes tenían las Farc, a través del Frente 30 que estaba en la parte rural sur del Puerto, por los ríos Yurumanguí y Naya) para entrar al Puerto, lo que explicaría los panfletos que aparecieron entre septiembre y octubre.

Otra es que La Local estaría aliada con carteles mexicanos, un rumor que empezó a surgir dentro de Buenaventura en agosto, como nos dijo un líder en torno a que “el cartel de Sinaloa llegaría a hacer limpieza social”; y en la parte rural en lugares como Puerto Merizalde, al sur, en la que las comunidades han alertado a la Iglesia que hay presencia de hombres armados no identificados.

La ruptura del pacto se suma a al menos otros cuatro que ha habido desde la década pasada entre bandas criminales, guerrillas o paramilitares para ‘hacerse pasito’. Sus consecuencias aún no son claras, pero el primer golpe ya lo recibió la población.

Fuente: Tatiana Duque – La Silla Vacía – La Silla Pacífico

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