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‘La tasa de cambio se constituye hoy en la primera línea de defensa’ | Economía

'La tasa de cambio se constituye hoy en la primera línea de defensa' | Economía

Durante unas pocas horas, las luces del quinto piso se volvieron a encender el lunes pasado en la sede principal del Banco de la República. La razón fue la llegada del recién posesionado gerente de la entidad, Leonardo Villar, quien se hizo presente en un edificio casi vacío desde cuando comenzó la emergencia asociada al covid-19.

Pocos nombramientos recientes han estado tan exentos de controversia como el de este economista bogotano que en junio próximo cumplirá 62 años de edad. El motivo es una larga trayectoria profesional –incluyendo tres periodos como integrante de la junta directiva del Emisor–, además de un destacado palmarés académico, que le daba méritos de sobra para dirigir los destinos del llamado ‘banco de bancos’.

Su llegada al cargo coincide con una situación económica desafiante, como consecuencia de la pandemia. Villar, conocido por su temperamento tranquilo y analítico, tendrá la responsabilidad de enfrentar la coyuntura, sin perder de vista las prioridades de largo plazo para una institución que está a punto de arribar a los 100 años de existencia. Sobre este y otros temas, este gran aficionado a la música barroca habló con EL TIEMPO.

¿Qué sensación tuvo al entrar a su oficina?

Tuve sentimientos encontrados. Por un lado, fue triste llegar al banco y verlo desocupado como consecuencia de la pandemia y los requerimientos del distanciamiento social. Pero eso es pasajero. Lo que siento desde una perspectiva menos cortoplacista es el entusiasmo de volver a una institución que quiero mucho, donde trabajé durante 12 años en el pasado.

¿Qué reportes ha recibido del equipo técnico sobre la realidad de la economía colombiana?

No hay duda de que la economía colombiana ha sido fuertemente golpeada por la pandemia, tal como ha sucedido en el mundo entero y de manera particularmente fuerte en América Latina. El impacto dramático del covid-19 sobre el crecimiento económico mundial y sobre las finanzas públicas de todos los países es algo que pude apreciar desde la posición que tuve hasta el mes pasado en el Fondo Monetario Internacional. Se trata de una crisis sin precedentes.

¿Qué hay de la inflación?

La fuerte contracción de la demanda asociada a la pandemia generó una presión a la baja sobre la inflación, llevándola de forma generalizada a niveles inferiores a los establecidos como meta por parte de los bancos centrales. Esto ha facilitado instrumentar políticas monetarias fuertemente expansivas y llevar las tasas de interés a niveles históricamente bajos.

En muchos países avanzados, las tasas de interés de política se han acercado a cero o han sido ubicadas incluso en niveles negativos. Colombia, afortunadamente, también pudo reducir de manera muy importante las tasas de interés desde que se inició la pandemia, de 4,25 a 1,75 por ciento anual, y aumentar de manera notable el suministro de liquidez a la economía.

En estos tiempos extraordinarios, los bancos centrales se han salido de la ortodoxia. ¿Cuál es su visión general al respecto?

Los conceptos de ortodoxia y heterodoxia son relativos y se deben analizar según el contexto que vive cada país. Es afortunado que muchos países, incluido Colombia, hayan podido adelantar políticas monetarias fuertemente contracíclicas. Esto es, políticas monetarias que ayudan a impulsar la economía y a contrarrestar, aunque sea parcialmente, las fuerzas recesivas originadas en la pandemia. Ello, sin embargo, solo puede hacerse en la medida en que se mantenga la confianza en la sostenibilidad de las finanzas públicas y la credibilidad en los bancos centrales como anclas de la estabilidad macroeconómica. Por ello mismo, las economías emergentes deben moverse con mayor cautela en este frente que las economías avanzadas, en las que esa credibilidad está más consolidada.

¿Considera que las tasas de interés internacionales se van a mantener bajas durante muchos meses?

Los mensajes enviados por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y otros bancos centrales del mundo desarrollado sugieren claramente que las tasas de interés internacionales permanecerán muy bajas por bastante tiempo. Eso nos da a los demás países una ventana de oportunidad para mantener políticas expansivas, tal como se ha hecho en el caso colombiano. Pero la capacidad de seguir haciéndolo por un tiempo considerable dependerá de que mantengamos condiciones que garanticen la sostenibilidad de las finanzas públicas y la estabilidad de la inflación en niveles acordes con las metas. Es por ello que en países como el nuestro, tal como lo ha dicho el ministro de Hacienda, resulta indispensable avanzar rápidamente en reformas fiscales que garanticen la sostenibilidad de mediano plazo de las finanzas públicas.

¿Lo ha sorprendido lo sucedido con el dólar? ¿A qué lo atribuye?

Uno de los mayores aciertos de la política monetaria y cambiaria del Banco de la República en las últimas décadas ha sido permitir una tasa de cambio flexible. Como sucede en el caso de las monedas de los países avanzados, la tasa de cambio del peso colombiano se mueve libremente en respuesta a los múltiples impactos que sufren la oferta y la demanda de divisas. Así, el precio del dólar responde a choques exógenos tales como la crisis sanitaria, la crisis económica mundial, las bajas tasas de interés en los países avanzados, las variaciones en la dirección de los flujos de capitales o los cambios en los precios de nuestros productos de exportación. En ese sentido, la tasa de cambio se constituye hoy en día la primera línea de defensa de la economía frente a todos esos choques y eso ha probado ser muy positivo para la estabilidad macroeconómica.

En el último año, la tasa de cambio tuvo un aumento considerable en el momento más álgido de la crisis, hacia los meses de marzo y abril de 2020. Ese aumento se ha revertido parcialmente en el período más reciente, coincidiendo con la recuperación en los precios del petróleo y de los flujos netos de financiamiento externo que recibe el país.

¿Cómo ve el sistema financiero colombiano en medio de estas circunstancias?

Afortunadamente, el sector financiero se mantiene sólido y no se ven riesgos importantes en ese frente. Como era de esperar, la fuerte contracción en el empleo y en la actividad económica ha afectado la cartera vencida, pero esa cartera está bien provisionada y los bancos mantienen niveles de solvencia adecuados. Esto, por supuesto, requiere de un seguimiento permanente. Afortunadamente, la Superintendencia Financiera lleva a cabo una monitoría muy profesional y cuidadosa de los indicadores del sector.

¿Cuál cree que es el principal desafío económico del país en estos momentos?

Sin duda, el mayor desafío para el año que comienza es consolidar la recuperación del empleo y de la actividad económica tras la fuerte recesión que enfrentamos durante 2020. Para que esa recuperación sea duradera deberá hacerse en un contexto que garantice la sostenibilidad de las finanzas públicas y la estabilidad macroeconómica en el mediano y largo plazos.

Estuvo directamente involucrado en el uso de un tramo de la línea de crédito flexible otorgada por el FMI al país. ¿Por qué fue importante esa operación?

Efectivamente, tuve la oportunidad de participar en las negociaciones que permitieron incrementar de 12 a 17.000 millones de dólares el cupo de la línea de crédito flexible que tiene Colombia con el Fondo Monetario Internacional. Esa línea representa un gran reconocimiento a la solidez de la política macroeconómica colombiana. El trabajo coordinado del Gobierno y el Banco de la República permitió también que una porción importante de esa línea, equivalente a 5.300 millones de dólares, se desembolsara a favor del Gobierno Nacional. Ello facilitó la financiación del déficit fiscal generado por la pandemia y le permitió al Gobierno conformar colchones que le ayudarán a manejar la situación en 2021. Cabe destacar que ese desembolso fue el más grande realizado a cualquier país por el FMI en 2020, lo cual nuevamente muestra la confianza otorgada por esa entidad a las instituciones económicas colombianas.

¿Qué opina sobre el apoyo adicional que el banco debería darle al Gobierno, incluyendo la posibilidad de un crédito directo?

La Constitución de 1991 dejó abierta la posibilidad de un crédito directo del Banco de la República al Gobierno, pero estableció de forma muy clara que solo debería usarse en un caso absolutamente extraordinario. Por ello, planteó que ese escenario requeriría el voto unánime de todos los miembros de la junta directiva. El mensaje de los constituyentes fue claro. Mientras haya alternativas mejores, la opción de un crédito directo no debe utilizarse por cuanto su utilización puede ser tremendamente peligrosa para la credibilidad de la política económica. No es por casualidad que los países avanzados han descartado desde hace mucho tiempo el uso de créditos directos de los bancos centrales a sus gobiernos.

Tampoco es casualidad que países que financian a sus gobiernos con recursos de emisión monetaria suelen caracterizarse por una gran inestabilidad en sus niveles de inflación, como sucede con Argentina o, en un caso más dramático, con nuestra vecina Venezuela. Afortunadamente, Colombia no se ha visto en la necesidad de usar créditos de emisión para financiar al Gobierno. El Gobierno ha podido financiarse de manera sana con recursos del mercado de capitales nacionales e internacionales y con financiamiento de instituciones financieras que confían en la solidez de nuestras políticas.

¿Cómo ha sido su agenda en estos primeros días?

Estoy recibiendo una inducción acelerada y de gran calidad, como todo lo que se hace en el Banco de la República. Aunque los temas relacionados con la política monetaria y cambiaria los he mantenido en el radar desde que salí de la Junta Directiva en 2009, muchos procesos han cambiado al interior del Banco con respecto a los que existían cuando me retiré hace 12 años y yo, por supuesto, debo aprender sobre las mejoras introducidas en este período.

Además, hay muchos temas nuevos de gran interés, algunos de los cuales están íntimamente vinculados con los impactos de la pandemia. Así, por ejemplo, las transacciones electrónicas en la economía han aumentado de manera notable, pero paradójicamente y quizás por razones precautelativas, también ha aumentado la demanda de dinero en efectivo por parte de la población.

Hay cambios enormes en la forma como se trabaja en el Banco en un ambiente de virtualidad. El área cultural ha tenido que adaptarse a la circunstancia de distanciamiento social generada por la pandemia, lo cual ha generado retos difíciles y lecciones muy importantes para el futuro.

El banco le ha girado a la tesorería una suma considerable por cuenta de sus utilidades. ¿Cómo se ve el tema en el futuro?

En los dos últimos años, el Banco de la República tuvo utilidades extraordinarias que de forma paradójica surgieron, en alto grado, de la rápida reducción en las tasas de interés internacionales. El impacto de corto plazo de esa reducción fue valorizar los bonos que hacían parte de las reservas internacionales y habían sido comprados previamente con tasas de interés más altas. Hacia el futuro, sin embargo, las tasas de interés bajas harán muy difícil obtener buenos márgenes de rentabilidad en la inversión de las reservas. Obviamente, el Banco de la República hará todos los esfuerzos por maximizar los rendimientos y mantener utilidades altas. Sin embargo, lo prudente es reconocer que muy probablemente las utilidades en 2021 y en los años subsiguientes serán considerablemente más bajas de lo que fueron en los dos años precedentes.

¿Qué espera entregarle a quien lo suceda?

Mi mayor deseo es seguir construyendo sobre lo construido por mis antecesores. Quisiera dejar un Banco de la República con plena credibilidad en sus metas de inflación, en el contexto de un país con bajas tasas de desempleo y de informalidad y tasas de crecimiento económico altas y sostenibles.

Como amante de la música clásica, ¿cuál es la partitura que le conviene al Banco de la República, justo cuando está a punto de cumplir sus primeros 100 años?

El clave bien temperado, de Juan Sebastián Bach. Es la armonía en toda su perfección.

RICARDO ÁVILA
Analista sénior
Twitter: @ravilapinto

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