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La tecnología de la salud sostiene las nuevas patentes europeas en el 2020

La situación de las patentes en Europa

La creatividad se ha puesto al servicio de la salud. El año de la pandemia ha afectado también a la investigación y a la capacidad inventiva. El número de solicitudes de patentes europea bajó en el 2020 un 0,7%, hasta un total de 180.250, según se desprende del último informe de la EPO (Oficina Europea de Patentes con sede en Munich).

Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. Sigue siendo en volumen el segundo más alto de la historia. Pero también denota una debilidad a la hora de presentar solicitudes novedosas precisamente cuando más se necesita para salir de la crisis.

Declive

No hay ninguna firma europea entre los primeros cuatro solicitantes

De hecho, han sido la tecnología médica, la ciencia farmacéutica y la biotecnología las tres ramas que han impulsado las patentes en Europa el año pasado. En particular, las últimas dos categorías fueron las que registraron el mayor avance respecto al año anterior, con un repunte del 10 y del 6%, respectivamente. Es un reflejo de los tiempos que nos toca vivir. Si no fuera por estos campos, los datos habrían sido mucho más negativos.

“La crisis ha tenido efectos asimétricos en la industria”, reconocía Yann Ménière, economista jefa
de la EPO. “Mientras la investigación sigue fuerte en vacunas, terapias, equipo médico y diagnóstico, el impacto en la aviación y en la automoción es claro, con un descenso de las aplicaciones en mecánica y turbinas”.

La situación de las patentes en Europa

Anna Monell / La Vanguardia

El estudio proporciona otros datos llamativos. La mitad de las solicitudes procede de Estados Unidos, Alemania y Japón, pero este año los primeros cuatro solicitantes de patentes europeas… no son europeos. Samsung, Huawei, LG y Qualcomm copan los primeros puestos. Un hecho que confirma el crecimiento tecnológico de Asia, mientras que EE.UU. y la misma Europa cerraron el 2020 en descenso. Los mayores aumentos, en cambio, provinieron de los solicitantes chinos (+10%) y surcoreanos (+9%).

A la hora de examinar el caso de España, el pasado ejercicio se cerró con una bajada de las solicitudes del 5%, hasta un total de 1.791. “Sigue siendo el segundo número más alto hasta ahora, hay que poner los datos en este contexto”, insisten en la EPO. Pero también hay que reconocer que la actividad inventiva española, en cuanto a petición de registros, fue más baja que en el resto de países del entorno (por ejemplo Italia subió un 2,9% y Francia un, 3,1%). Si se miran las solicitudes por millón de habitantes, España se sitúa en el lugar 26, superada por Estonia, Eslovenia o Chipre.

Este descenso, pese al repunte de los inventos del sector farmacéutico con un 22%, se debe también al menor empuje de uno de los tradicionales motores económicos de España en este campo, que es Catalunya. Las solicitudes procedentes de la comunidad autónoma (donde Laboratorios Esteve y la UPC son los dos líderes) anotaron una caída de cerca del 14%. En cambio, las solicitudes con origen en la Comunidad de Madrid subieron un 4,4%.

Más allá de cualquier lectura política (los números en términos absolutos son pequeños y sujetos a oscilaciones), el dato refleja una pérdida de peso económico de Catalunya en el conjunto de España en uno de los sectores clave para la recuperación.

En el caso de España, hay un aspecto singular: el mayor solicitante de patentes europeas no es una empresa privada, sino un organismo público, el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Aunque no sea en sí un elemento nuevo, es significativo. “Faltan incentivos para la innovación empresarial y cabe mejorar la relación entre el sector privado y la política industrial”, comenta Josep Maria Pujals, del bufete Ponti.

Un último inciso terminológico: a diferencia de lo que ocurre con las marcas empresariales y los diseños industriales, cuya concesión del derecho de exclusiva en Europa, una vez aprobada la solicitud, garantiza la protección de forma automática en todos los países miembros de la UE, no existe un instrumento similar con las patentes, ya que la EPO gestiona de facto el registro del invento en cada país europeo de forma individual.

La figura jurídica de la patente europea como tal está todavía bloqueada entre vetos (como el de España) y controversias jurídicas: el Tribunal Constitucional de Alemania todavía tiene que pronunciarse al respecto. Otro ejemplo de desunión, cuando precisamente Europa debería aspirar a ser más competitiva.

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