«La tecnología de Moderna creará vacunas para otras enfermedades»


UNA CRISIS, la económica de 2007, le llevó a hacer las maletas e irse a vivir ese año a Miami (Estados Unidos). Otra, la sanitaria, le empujó a combatir la pandemia del covid-19 desde la primera línea. Desde el año pasado José Manuel Flores Lozano (Lugo, 1965) t para el Massachusetts General Hospital (MGH), que es el centro sanitario original de prácticas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y el hospital número uno de ese país en investigación científica, con un presupuesto anual de 1.000 millones de dólares. Forma parte de un programa de medicina de precisión, llamado All of Us, participado por los Institutos Nacionales de Salud y el Gobierno norteamericano.

Memel, como le conocen los suyos, integró la selección de Lugo de futbito que participó en dos campeonatos de España cuando iba al colegio Anexa y formó parte de la cantera del Estudiantes de baloncesto en su etapa en el instituto Lucus Augusti. En 2001 colaboró en la organización de la primera edición de la fiesta de recreación histórica del Arde Lucus. Este lucense completó en el país de la barras y estrellas su formación académica. Obtuvo el grado de Ciencias en Administración en el Bay State College de Boston y el máster en Ciencias en Gestión de la Atención de la Salud en la Universidad de Massachusetts.

Trabaja en Chelsea, que fue el epicentro de la pandemia en el estado de Massachusetts, que tiene una población de más de 6,5 millones de habitantes.

Yo trabajo habitualmente en el Mass General Hospital (MGH) de Chelsea, un barrio de Boston que ha sido la zona más afectada por la pandemia de covid-19 de todo Massachusetts. El hospital se tuvo que reconvertir en una clínica de infecciones respiratorias especializada en el coronavirus. Nos enviaron a trabajar desde casa y, después de un tiempo, algunos nos presentamos como voluntarios para ayudar en primera línea con nuestros compañeros médicos y enfermeras. Fueron los meses más duros. Tenía que ayudar. Sentí una llamada en mi corazón. Nunca tuve miedo, aunque sí tensión, estrés… Pasaba el turno de ocho horas sin comer ni beber y sin ir al cuarto de baño, para protegerme. Cuando llegaba a casa toda la ropa iba a la lavadora y me duchaba dos veces antes de estar con mi mujer e hijas.

¿Cómo ha sido su participación en el desarrollo de la vacuna de Moderna?

El NIH (Instituto de Salud) y nuestro programa científico All of Us nos destinaron como prioridad al estudio científico del Brigham & Women’s Hospital (BWH) sobre la vacuna mRNA-1273 de la biotech Moderna, en Boston. El BWH es un hospital asociado al MGH. Trabajamos como coordinadores clínicos de Moderna en la fase III del estudio. Entre nuestras funciones estaba explicar el estudio a los voluntarios, hacer los contratos e inscripciones, enviar las órdenes de la vacuna a los doctores y a la farmacia, seguimiento a los participantes con llamadas de seguridad (síntomas, reacciones, etc), meter los datos informáticos clínicos y extraer y procesar muestras de sangre y saliva en laboratorio.

¿Cuándo se comenzará a adminis- trar la vacuna de Moderna a pacientes, una vez que ha obtenido el visto bueno?

Es inminente. Este viernes fue aprobada por la FDA, la Agencia Federal de Alimentos y Medicinas de los Estados Unidos, y la próxima semana será distribuida masivamente.

¿Cuáles son las principales diferencias de la vacuna de Moderna con otras, como Pfizer, Sputnik un Oxford?

Tanto Pfizer como Moderna han usado la tecnología de una modificación genética de un mensajero del ARN (ARNm) sintético introduciéndolo en las células haciendo que el sistema inmunológico fabrique anticuerpos contra el virus Sars-Cov-2. En cambio Oxford-Astra Zeneca utiliza un adenovirus atenuado. La gran noticia de Moderna es que esta nueva tecnología va a traer nuevas vacunas en los próximos años para otras enfermedades ya existentes. De las de Rusia y China prefiero no opinar porque no hay la informacion ni la transparencia necesarias para hacerlo.

En la de Pfizer, que ya se está administrando en el Reino Unido, la bajísima temperatura que precisa para su conservación (-70 grados) provoca que inicialmente solo se pueda administrar en hospitales, ya que los centros de salud no disponen de medios. ¿En la de Moderna también existe ese problema?

No, la vacuna de Moderna puede conservarse a 20 grados centígrados bajo cero durante seis meses y hasta un mes en cualquier refrigerador usado en centros de salud o farmacias. Aunque yo creo que los equipos de logística serán capaces de salvar estos obstáculos y tanto una como otra podrán ser distribuidas a todo el planeta.

«Nosotros estamos trabajando también en el MGH en una vacuna de Janssen, que se administra en un solo pinchazo»

¿Puede haber problemas de producción para que se pueda atender a cientos de millones de personas en todo el mundo?

Esta es la campaña de vacunación más grande en la historia de la humanidad. Es un desafío casi inimaginable, una operación de proporciones gigantescas. En los países occidentales no habrá tanto problema. El reto es cómo llegar a zonas del Tercer Mundo como África, por ejemplo, que carecen de infraestructuras. Ahora bien, vamos a tener ya cuatro vacunas en estos dos próximos meses: Pfizer, Moderna, Astra-Zeneca y una de la que no se está hablando tanto, la de Janssen (Johnson & Johnson). Nosotros estamos trabajando actualmente en esta vacuna en el MGH y que, por cierto, tiene una gran ventaja y es que se administra en un solo pinchazo. Vamos a necesitar de todas para acabar con la pandemia.

«No ha surgido por arte de magia. Se lleva años unvestigando en medicamentos y vacunas para coronavirus»

Hay una sensación de que se ha producido una carrera entre los laboratorios para ser el primero con el fin de sacar la mejor tajada en esta crisis.

Mi sensación es que no. Ha habido varias razones, como son la evolución de la tecnología y de la investigación científica, también se ha utilizado la experiencia que había de otros coronavirus anteriores como el MERS-Cov y, por supuesto, que ha sido una prioridad para todo el sector farmacéutico, médico y científico. No ha surgido por arte de magia sino que se lleva años investigando en medicamentos y vacunas para coronavirus. También ha habido una inversión de cientos de millones de dólares en estas compañías, como la operación Warp Speed del Gobierno estadounidense, y se ha puesto a disposición de ellas infraestructuras como toda la red de coordinadores científicos de nuestro programa All of Us, que estamos por toda la nación en los mejores hospitales de cada estado. El método científico se ha aplicado siguiendo todos los pasos. En EE.UU. y Europa hay unos grandes controles, no solo por parte de las compañías que ofrecen los resultados sino que esos resultados son analizados por compañías independientes, hospitales como el nuestro donde se hacen los estudios científicos y también agencias gubernamentales y organismos internacionales.

¿En Estados Unidos las restricciones han sido mucho menores que en España?

Sí. La sociedad norteamericana tiene un profundo arraigo con la libertad individual. En ningún momento ha habido una prohibición nacional, como en España, sino que han sido recomendaciones. Y las restricciones quedan a diferentes criterios de las ciudades o los estados. Para daros una idea, el lema del estado de New Hampshire es ‘Live free or die’ (‘Vive libre o muere’) y va grabado en las matrículas de sus coches. En ese estado y en otros nueve no se pagan impuestos por los ingresos que obtengas por tu trabajo. Eso en Europa sería impensable.

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