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La tecnología y el nuevo contrato social — MultiVersial

La tecnología y el nuevo contrato social — MultiVersial

La tecnología será el motor, pero la cultura determinará nuestro futuro

La crisis del COVID ha revelado debilidades en nuestra forma de vida. Hay un amplio acuerdo sobre que algunos cambios que ya estaban en marcha se van a acelerar, y sobre el papel fundamental que la tecnología desempeñará en la reconstrucción. Pero puede ser útil echar un vistazo primero a lo que hay que reconstruir. Esta semana, un artículo de dos profesores del Instituto Santa Fe (incluido el gran Geoffrey West) habla de «la primera crisis de complejidad en la historia» y discute siete características típicas de los sistemas complejos, que pueden ayudarnos a identificar lo que necesitamos hacer de ahora en adelante. Incluyen consejos sobre cómo hacer frente a la epidemia en sí (por ejemplo, centrándose en los eventos de “súper propagación”, o añadiendo retrasos a la información sobre las tasas de contagio), pero también algunos cambios estructurales que podrían ayudarnos a anticipar mejor y prevenir la próxima, como nuevas infraestructuras urbanas o fuentes alternativas de proteínas para algunas poblaciones (Leer)

Esta podría ser una transición entre dos modelos socioeconómicos: Mucha gente, incluida la economista Carlota Pérez (mencionada aquí hace algunas semanas), consideran que esta crisis es la etapa final de una transición hacia un nuevo período de crecimiento económico, impulsado por un paradigma tecnológico diferente (esta vez en torno a la digitalización) y habilitado por un nuevo marco social y regulatorio. Esta semana el FT ha publicado una serie de artículos sobre «El nuevo contrato social«, discutiendo precisamente esto. En uno de ellos, el principal comentarista económico del periódico (Martin Wolf) apoya la misma idea del virus como acelerador del cambio, reflexiona sobre cómo está exacerbando algunas desigualdades (por ejemplo, jóvenes vs. viejos, mujeres vs. hombres, trabajadores no cualificados vs. cualificados), y propone un nuevo marco que se centraría en la protección del bienestar de los ciudadanos sin sacrificar la libre circulación de ideas, personas y capitales, y en la promoción de la cooperación internacional en cuestiones como la protección del medio ambiente (Leer)

En la siguiente fase, la tecnología podría incluso impulsar una transformación de nuestra especie: Un artículo de la revista Wired argumenta que la combinación de los datos biológicos masivos que ahora podemos recoger (por ejemplo, mediante la secuenciación del genoma) con las herramientas de la Inteligencia Artificial podría abrir enormes oportunidades para transformar nuestra especie y hacerla más robusta contra accidentes como la actual pandemia. En la opinión de los autores, las tecnologías de “edición genética” que hoy nos dan miedo a muchos podrían convertirse en realidad en «derechos humanos» en los próximos 10 a 40 años. Pero de nuevo, piensan que la cultura, más que la pura tecnología, determinará nuestro futuro, ya que este tipo de cambios sólo se producirán si abandonamos nuestras «emociones paleolíticas» e «instituciones medievales» (Leer)

Las turbulencias políticas agitan el mundo digital

El caso de Facebook muestra que la transición también está afectando a las grandes empresas de tecnología: Ya se ha dicho (muchas veces) que a las empresas tecnológicas líderes no les está yendo mal en esta crisis, y el mercado de valores también parece apoyar esta idea. Pero mirando a Facebook en los últimos dos meses, nadie puede decir que su vida ha sido fácil. La compañía ha afrontado las protestas de los empleados, un boicot de los anunciantes, y (más recientemente) una auditoría de derechos civiles que los acusa de profundizar la polarización social. Esta conversación entre dos reporteros del NY Times discute qué opciones tiene Facebook, y cuál podría ser su próxima crisis. Detrás de todo esto, de nuevo, está la necesidad de nuevos marcos políticos para un tiempo en el que la gente ya no accede a las noticias y decide sobre opciones políticas de la misma forma en que solía hacerlo (Leer)

Después de tratar de permanecer neutrales en los debates políticos, han empezado a tomar algunas medidas: El miércoles, Facebook anunció que habían eliminado una red de más de 100 páginas y cuentas vinculadas a Roger Stone, un amigo de Donald Trump que fue condenado el año pasado por mentir al Congreso y obstruir procedimientos parlamentarios. Algunas de las cuentas de Facebook e Instagram afectadas habrían sido usadas en el pasado para distribuir material de correos electrónicos hackeados al Partido Demócrata (Leer)

Pero una reciente auditoría de derechos civiles dice que la compañía no está haciendo lo suficiente: Una auditoría encargada por Facebook ha encontrado «continuos problemas» en la forma en que la compañía controla el «discurso de odio» en su plataforma, y concluye que el enfoque de Facebook sobre los derechos civiles es «demasiado reactivo y poco sistemático». La empresa ha reaccionado de manera constructiva, afirmando que las conclusiones les van a  ayudar a hacerlo mejor (Leer)

Un problema es que identificar y eliminar el contenido tóxico no es tan fácil: el informe de los auditores insta a la empresa a mejorar las herramientas de AI utilizadas para identificar los contenidos problemáticos. Facebook afirma que las herramientas están mejorando rápidamente y son ya capaces de encontrar el 89% de los problemas, +24pp vs. el año pasado. También están trabajando en algoritmos más sofisticados, incorporando algún grado de «sentido común» que se espera que mejore la eficacia. Pero un reto adicional es que los “intoxicadores” también están desarrollando habilidades para entender y burlar los controles que pone la empresa (Leer)

YouTube podría estar en mejor posición para eliminar los contenidos “tóxicos”: La razón es que la empresa está compartiendo el dinero de la publicidad con muchos de sus creadores de vídeo, como incentivo para traerlos a la plataforma y estimular su actividad. Pero esto es también una palanca potencial para presionarlos de cara a eliminar contenidos problemáticos, por ejemplo, amenazándolos con dejar de pagar. Facebook tendría más dificultades para hacer algo parecido, ya que normalmente no comparten los ingresos de los anuncios con los usuarios que suben contenido (Leer)

Facebook también se ha reunido con grupos de derechos civiles, pero hasta ahora sin éxito: En una reunión el martes pasado, M Zuckerberg argumentó que la compañía ha invertido miles de millones de dólares en la moderación de contenidos y ha eliminado cientos de mensajes con «discurso de odio», pero los defensores de los derechos civiles dicen que la reunión no les ha servido para avanzar en sus demandas para un mejor control de contenidos, y acusan a Facebook de haberse presentado «esperando un sobresaliente sólo por asistir» (Leer)

Los boicots publicitarios continúan, pero su impacto aún no está claro: En un artículo de opinión, el FT está de acuerdo con lo que se ha rumoreado como la opinión interna de Facebook sobre el actual boicot publicitario de algunas grandes marcas. En concreto, que éste podría ser un problema temporal, vinculado a las propias limitaciones de liquidez de los anunciantes, que estarían afectando a sus presupuestos de marketing. Según esta opinión, los ingresos por publicidad se recuperarían fácilmente después de la crisis. El autor concluye que hacen falta otras cosas para controlar el poder de las grandes empresas de tecnología, incluida una nueva regulación que exija transparencia sobre la forma en que tratan la información (Leer)

Al igual que para los periódicos, el modelo de negocio subvencionado por publicidad también está en cuestión para las aplicaciones: en las redes sociales, esta semana hemos sabido que Twitter podría estar desarrollando un servicio de suscripción digital, en un proyecto interno llamado Gryphon, aparentemente bajo la presión del famoso inversor activista Elliot Management (Leer). En motores de búsqueda, una compañía llamada Neeva, formada por un ex ingeniero de Google, también está tratando de crear un modelo de negocio basado en suscripciones (buena suerte con eso…) (Leer)

Mientras tanto, el «techlash» regulatorio es una realidad en Europa: en una entrevista esta semana, la máxima ejecutiva de política digital y antimonopolio de la UE, M Verstager, ha dicho que están preparando un «conjunto completo de legislación» para establecer nuevos límites legales para las empresas tecnológicas, justificado por su opinión de que la aplicación de la ley de competencia no es suficiente, por lo que es necesario aplicar una regulación ex-ante. Las áreas en cuestión incluyen la responsabilidad de las plataformas sobre el contenido ilegal (un tema candente en estos días…), la ambición de hacerles pagar más impuestos y la prevención del comportamiento anticompetitivo en los mercados digitales (Leer)

Sin embargo, los anteriores movimientos de Europa contra las grandes empresas de tecnología no han tenido éxito: Un buen ejemplo es el caso de Google, que recibió una multa de 5.000 millones de dólares hace dos años y se vio obligado a poner fin a algunas prácticas que se consideraban anticompetitivas. Ahora la compañía todavía controla el 97% del mercado europeo de búsqueda móvil, por lo que su poder sigue siendo básicamente el mismo. Una empresa que ofrece un servicio de búsqueda alternativo, DuckDuckGo, ha pedido públicamente al Departamento de Justicia de Estados Unidos que está considerando una demanda antimonopolio, que no siga el modelo europeo, porque «es erróneo en lo fundamental» (Leer)

Amazon y Google también empiezan a sufrir presión en la India: India está preparando una nueva regulación del comercio electrónico, que buscaría ayudar a las startups locales y crear limitaciones sobre cómo las empresas tecnológicas pueden manejar los datos sobre los usuarios indios. Para asegurar la transparencia, las nuevas reglas también obligarían a permitir que el gobierno accediese a los códigos fuente y algoritmos de las empresas (nada muy sorprendente en estas cosas…) (Leer)

TikTok: ¿una nueva víctima de la Segunda Guerra Fría?

TikTok, una aplicación trivial convertida en instrumento para el activismo político: La única razón por la que TikTok aparecía en la prensa económica hasta ahora era para aconsejar a los padres que vigilaran las actividades de sus hijos con la aplicación, ya que (supuestamente) los videos “divertidos” para adolescentes a veces eran demasiado explícitos para según qué gustos. Pero esto ha cambiado. Tal vez debido a que se ha hecho tan popular, ahora los adolescentes están usando TikTok como vehículo para la acción política. En Estados Unidos, vídeos de las recientes protestas, incluidas escenas controvertidas con la policía, se han distribuido a través de la aplicación. Y algunos usuarios también han organizado boicots a los mítines de Trump (Leer)

Sus vínculos con China ofrecen una buena excusa para que el gobierno norteamericano actúe contra ellos: El problema de que TikTok se haya convertido en parte del ecosistema «anti- Trump» en Estados Unidos es que, al ser propiedad del grupo chino ByteDance, es relativamente fácil para la administración Trump justificar acciones contra ellos. Así que TikTok podría convertirse en una nueva víctima de la Guerra Fría Tecnológica que estamos viviendo. De hecho, esta semana el Secretario de Estado de Estados Unidos ha sugerido que la aplicación podría ser prohibida en el país, y esto ha hecho subir el precio de las acciones de Snap (un competidor directo) (Leer)

TikTok está reaccionando dando señales de desvinculación con China, para proteger sus negocios internacionales: Las amenazas norteamericanas vienen después de otra prohibición en la India, desencadenada por la tensión política entre indios y chinos. Así que esto empieza a parecer peligroso para las perspectivas de crecimiento de TikTok, que habían mejorado drásticamente (ha sido la segunda aplicación más descargada en el mercado estadounidense durante el primer semestre de 2020). Tratando de controlar la presión política, acaban de anunciar que sacarán la aplicación de Hong Kong, por la preocupación de la nueva ley de seguridad nacional que China continental está imponiendo (Leer) Y hay rumores de que ByteDance (el dueño chino) también podría estar considerando llevarse la sede central de TikTok fuera de China (Leer)

En otras noticias de la Segunda Guerra Fría, la presión sobre Huawei crece fuera de Estados Unidos: El domingo pasado la prensa británica publicó noticias sobre los planes del gobierno británico de prohibir completamente a Huawei de las nuevas redes 5G del país, lo que justificaría por los nuevos riesgos introducidos por las recientes sanciones norteamericanas contra la empresa (Leer)

Como es lógico, Huawei está tratando de ganar tiempo: Mientras tanto, Huawei dice que les llevará «meses» evaluar con precisión el impacto potencial de las sanciones de Estados Unidos sobre sus compromisos de suministro a clientes del Reino Unido como BT o Vodafone, y están pidiendo al gobierno británico «no apresurar» su decisión (Leer)

Pero podrían estar empezando a perder la batalla de la opinión pública: Un artículo de opinión de un ex jefe del MI6 en el FT esta semana dice que ahora hay «razones técnicas» para ser más duros contra Huawei, y (en el contexto de esta discusión) pide a todas las democracias occidentales «unirse para mantenerse firmes contra el enfoque más agresivo de China» (Leer)

Hong Kong puede ser un primer ensayo de la división global en dos bloques: Como discutimos la semana pasada, la nueva ley de seguridad impuesta por China ha empezado a empujar a las empresas tecnológicas occidentales fuera de Hong Kong. Y una primera señal ha sido el rechazo de Google, Facebook y Twitter a aceptar las peticiones gubernamentales de información sobre usuarios que contempla la nueva ley (Leer). Esta semana el FT ha publicado un editorial sobre esto, en el que explica que se trata de un grave problema para empresas como Facebook o Twitter, que tendrán que elegir entre irse, y perder un negocio lucrativo en la ciudad, o sacrificar la privacidad. El artículo ve esto como un «microcosmos que muestra una tendencia global» (Leer)

Paralelamente a todo esto, Google está cancelando su proyecto de ofrecer servicios de Cloud Computing en China: La empresa estaba planeando crear una «Región Aislada» para el mercado chino, que implementaría las estrictas políticas locales de regulación de datos, pero ahora han dicho que ya no tienen planes de entrar en el mercado. China es el segundo mercado más grande de servicios en la nube y está creciendo rápidamente (10.700 millones de dólares en 2019, +64% frente a 2018), pero el contexto geopolítico está haciendo cada vez más difícil que las empresas occidentales puedan competir allí (Leer)

La infraestructura como la ventaja «invisible» de las «Big Tech»

Las inversiones masivas en infraestructura tecnológica están creando una ventaja competitiva para las grandes empresas de tecnología: Esta semana hubo dos referencias principales a esta tendencia en las noticias. En primer lugar, Facebook ha presentado tres estudios que calculan el impacto económico de sus inversiones en América Latina, África subsahariana y el sudeste asiático, que contribuyen a mejorar la conectividad en esas regiones emergentes. Luego, Google presentó una aplicación concreta de su «Proyecto Loon» (que utiliza globos a gran altura) para proporcionar acceso a Internet en Kenia. Las empresas de tecnología justifican esas inversiones por el efecto positivo que tiene en sus negocios el hecho de tener más gente conectada que puede utilizar sus aplicaciones. Pero, como se discute en este análisis del NY Times, «el dominio de las superpotencias sobre la infraestructura invisible del mundo digital les da una ventaja insuperable» (Leer)

Un buen ejemplo de esta ventaja se está mostrando en la Cloud europea: En Europa, donde algunos responsables políticos están tratando de impulsar una infraestructura Cloud regional que daría al continente cierta independencia de las grandes empresas tecnológicas estadounidenses, siguen firmándose contratos en los que las empresas europeas compran servicios Cloud a los «sospechosos habituales». Esta semana, dos ejemplos con Google, uno en Francia (Renault) (Leer) y otro en Alemania (Deutsche Bank) (Leer)

Y la próxima frontera podrían venir de nuevas tecnologias de red de acceso, como el satélite: Una subsidiaria de Amazon llamada Kuiper Systems planea lanzaruna flota de 3.236 satélites de comunicaciones para «ofrecer banda ancha de alta velocidad a los consumidores en Estados Unidos y en todo el mundo», centrándose en «muchas comunidades donde el acceso a Internet no es fiable o es excesivamente caro». Esta semana el presidente del regulador norteamericano de telecomunicaciones (FCC) dijo que apoyaba el proyecto y que había pedido a la Comisión que lo aprobara. Kuiper compite con una iniciativa similar, SpaceX,  promovida por Elon Musk (Leer)

Otras noticias: el comercio electrónico se convierte en el único comercio

Walmart anunció esta semana un competidor directo de Amazon Prime: Esto hizo que sus acciones subieran más en un solo día que en los tres meses anteriores, por lo que las expectativas parecen altas (Leer)

La transición al dinero digital se está acelerando: Y China es un impulsor clave. Dos ejemplos esta semana. En primer lugar, Airwallex, una nueva empresa de Fintech con sede en Hong Kong que acaba de cerrar una ronda de financiación con una valoración de 1.800 millones de dólares, para construir una infraestructura internacional de pagos digitales dirigida a las pequeñas y medianas empresas de todo el mundo (Leer). En segundo lugar, Didi, la aplicación de taxis líder en China, acaba de iniciar las pruebas de una nueva moneda digital apoyada por el gobierno chino. Se supone que la nueva moneda, que aún no tiene nombre, compartirá algunas características con bitcoin, pero (por supuesto…) no será totalmente descentralizada (Leer)

Uber confirmó su apuesta por el negocio de restauración a domicilio: La compañía acaba de confirmar la adquisición de Postmates (una empresa de reparto de comida) por 2.650 millones de dólares en acciones, y ahora procederá a fusionarla con Uber Eats, para convertirse en el segundo mayor servicio de reparto de comida de los Estados Unidos. El negocio ha proliferado durante la pandemia, pero mucha gente espera que siga creciendo en la «nueva forma de vida normal». Las acciones de Uber han subido después del anuncio (Leer)

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