Crédito de foto: Especial para 90minutos.co
Por Gerardo Quintero Tello
Jefe de Redacción de 90 Minutos
Traigo a colación esta dura reflexión que hizo recientemente Colson Whitehead, la gran revelación de la escritura afro-estadounidense y quien en entrevista con El País de España expresaba también su escasa confianza de que los problemas de racismo y exclusión que hoy padece su país y gran parte del mundo se vayan a acabar ante la salida del misógino, nacionalista y supremacista blanco de Donald Trump.
Y cuando pensamos en lo que sucede con Buenaventura, a escasas tres horas de Cali, pues tiene uno qué concluir lo mismo que Whitehead porque cómo es posible que problemas estructurales de cada año no tengan ninguna solución.
Hace unos cuatro años, mientras trabajaba en la revista Semana elaboré un informe sobre los males de Buenaventura y puedo asegurarles que ninguna de esas dificultades descritas en ese momento ha sido solucionada en su totalidad. Falta de acueducto y alcantarillado, dificultades en el sistema hospitalario, desidia y corrupción y la violencia, la maldita violencia que acaba con tantos sueños en ese Distrito.
Tan solo en enero de este año hubo 21 homicidios. La violencia se agudizó por cuenta de los enfrentamientos entre los bandos internos de la banda criminal La Local: Los chotas y Los Espartanos. En lo corrido del año, la Defensoría del Pueblo ha hecho dos alertas tempranas ante la grave situación de riesgo que se vive en las comunas 7, 10, 11, 12 y el corregimiento No. 8 en Buenaventura, luego del incremento de homicidios y desplazamientos interurbanos.
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La comunidad hoy, pero también como ayer, está cansada del boleteo, de la violencia, del crimen, de la vacuna a los tenderos, del abandono a su suerte. Y los gobiernos ya sean nacionales, locales o regionales no tienen otro discurso que el rechazo, el no pasarán y los buenos somos más. Las mismas palabras vacuas que siempre se escuchan, pero cuyos esfuerzos se pierden porque no responden a un trabajo articulado sino coyuntural, de días o semanas. Mandar 200 policías, un escuadrón militar, esperar que bajen las aguas y asunto arreglado. Las fórmulas son repetidas y conocidas. Hace unos años eran La empresa, las casas de pique, Clan del golfo, hoy son reemplazados por Los chotas, La local, Los espartanos, no importa el nombre, finalmente son los mismos bandidos, asesinos, criminales, que tienen azotado al pueblo, atemorizada a la ciudadanía y que controlan comunas enteras sin que las Fuerzas Armadas puedan asegurar un control efectivo.
Como si este panorama fuera poco, en Buenaventura hay presencia de las disidencias de las Farc, del Clan del Golfo y del ELN. Los que sumados a los anteriormente señalados conforman un coctel de violencia y aniquilación en el que la población civil tiene muy pocas posibilidades de quedar marginada, o se alinea o se muere, qué terrible dilema. Son esas mismas bandas, equipadas la mayoría de las veces incluso mejor que las fuerzas legales, las que se disputan las rutas del narcotráfico, pero también de las extorciones y del microtráfico
Lo que sucede en Buenaventura es una catástrofe, una verdadera tragedia, una bofetada para todos. La riqueza de este país pasa por ese Distrito cuyos niveles de pobreza y violencia son una vergüenza. Nada pasará. La única preocupación en Bogotá será como la de la comentarista de Blu Radio, Paola Ochoa, que los negros de Buenaventura no hagan paro porque afectan el comercio de la Nación.
Mientras tanto los índices de desempleo continuarán aumentando, los jóvenes seguirán sin tener oportunidades laborales ni educativas, el narcotráfico proseguirá captando más y más chicos que se perderán de manera irremediable en ese espiral de violencia despiadada que existe allá y la corrupción política seguirá galopante en una zona que para muchos es solo un accidente geográfico que sirve para enriquecer a unos pocos.
El clamor del alcalde Víctor Vidal es el que debería escucharse en este país. “Hemos querido posicionar en que aquí no hay un caso particular de delincuencia común, aquí lo que hay es una disputa por el control del territorio, que lo ejercen estructuras armadas nacional y en algunos casos con redes internacionales”, le dijo recientemente a El Espectador.
Lo que denuncia este otrora líder del paro cívico y que no se le ha prestado mayor atención es de una absoluta gravedad. Buenaventura se puede perder y ser tierra de nadie, un Distrito fallido, como van camino decenas de municipios de este país.
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