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Las caras opuestas de los próximos alcaldes de Tumaco y Buenaventura

Alcaldes de Buenaventura y Tumaco
Foto La Silla Vacia

Emilsen Angulo y Víctor Vidal, alcaldes electos de los dos puertos más importantes del Pacífico, representan las dos caras de lo que pasó este año en la política electoral nacional: la supervivencia de los políticos tradicionales a punta de una maquinaria que herida se mantiene, y el ascenso de movimientos alternativos que dieron golpes de opinión en todo el país.

Por un lado está la nueva alcaldesa de Tumaco, Angulo, quien fue la primera mujer en llegar al cargo en 2015, y ahora es la primera en repetirlo. En ambas ocasiones ganó apalancada por su aliado político, el destituido excongresista Neftlaí Correa, quien es el barón electoral del puerto.

Esa dupla ha manejado los hilos del poder en Tumaco que en buena parte de los últimos diez años: Correa fue alcalde entre 2008 y 2011, dejó de heredero a Víctor Gallo (con quien peleó poco después), fue elegido Representante a la Cámara en 2014 (terminó destituido en 2016) y en 2015 volvió al poder con Angulo, quien fue destituida en 2016 por el Consejo de Estado.

Por otro lado Vidal, alcalde electo de Buenaventura y cuya victoria significó la primera del voto de opinión en el puerto más importante del país sobre el Pacífico.

Como contamos, su candidatura venía del seno del Comité del Paro Cívico que paralizó al puerto por 22 días en 2017, y como significó que ese movimiento cívico pasara a ser uno político, llevó a que rivales políticos los acusaran de usar el paro con fines electorales.

Al final, ganó la apretada campaña apalancado con la bandera de la continuidad del cumplimiento de los acuerdos (que son ley) entre el Comité y el Gobierno para obras en Buenaventura por 10 años. COn eso, fue uno de los seis grandes palos de las elecciones de octubre.

A pesar de ese contraste, en tres semanas se posesionará para enfrentar retos similares, que no son nuevos: en los dos puertos el posconflicto aterrizó muy a medias y siguen siendo epicentros de delincuencia. Además, hay una reconfiguración del conflicto, que tiene como protagonistas a las disidencias y el combustible de los cultivos de coca, que dejan a Tumaco, por ejemplo, como la zona más cultivada del país.

La silla vacia

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