Las disculpas superficiales ponen en jaque tu credibilidad y confianza. Aquí te decimos por qué.

Un manual para mejorar tu capacidad para mostrar remordimiento.

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¿Por qué nos cuesta tanto trabajo pedir perdón? Nos encanta que la gente se disculpe cuando cometen un error, pero hacerlo de vuelta es casi imposible. Admitir de manera honesta que cometimos un error tiene relación directa con nuestro ego, y hacerlo nos obliga a poner el orgullo aparte, razón por la cual mucha gente termina disculpándose sin sentirlo realmente. Suelen creer que las palabras son suficientes para tranquilizar al otro, cuando lo que pasa realmente es que la cosa escala y explota a futuro. Y peores son las disculpas llenas de excusas o empapadas de culpabilidad, algo que ni siquiera constituye una disculpa en sí misma, sino una estrategia de diversificación para evitar la responsabilidad de los actos de cada quién.

Las disculpas sinceras son poderosas; construyen relaciones y puentes entre los sentimientos de las personas. Pero a pesar de que todos sabemos esto, yo he sido testigo una y otra vez de líderes profesionales que no asumen su responsabilidad y batallan para admitir sus errores. Y eso se debe a que admitir esa culpabilidad demuestra vulnerabilidad y creen que las disculpas harán que los otros cuestionen sus decisiones. Sin embargo, la realidad es justamente lo opuesto. Cuando los líderes crean una cultura de transparencia, la confianza crece, los demás se animan a tomar riesgos y a equivocarse intentando lograr algo importante. ¿Por qué habríamos de pretender lo contrario? Nadie es perfecto, pero entre más pronto admitamos nuestros errores, más pronto podemos dejarlos en el pasado y seguir avanzando.

A final de cuentas, hacernos responsables de nuestros errores requiere de valor para poder decir “no tengo miedo de admitirlo”. La intención es irrelevante. El hecho de que el líder sea culpable de manera o indirecta no importa. Los empleados confían y se sienten influenciados por líderes que pueden asumir su responsabilidad. No puedes quedarte con los triunfos y señalar culpables en los fracasos.

Si necesitas ayuda con tus habilidades para disculparte, toma en cuenta las siguientes seis guías:

1. ¿Es necesario hacerlo?

Los estudios muestran que hombres y mujeres tenemos diferentes ideas sobre las disculpas. Se ha encontrado que las mujeres se disculpan más, pero porque perciben los errores de forma diferente, tendiendo a disculparse incluso cuando no ha habido una ofensa o un error. Por otro lado, los hombres tienen a no admitir sus errores, sobre todo cuando no creen haberlos cometido.

Para saber si una disculpa aplica, toma en cuenta al otro por encima de tu percepción. Date tiempo para pensar si hubo una injusticia y determina la forma en la que el otro interpretó la acción o si pudo haberle ofendido.

2. Admite tu culpa

Decir la verdad es el paso más importante, y el momento de hacerlo es igual de relevante. No esperes a que otras partes acepten su responsabilidad, admite tu error en público y discúlpate. Si esperas a que alguien más demande una disculpa, te esperaste demasiado. Incluso si crees que alguien más calificado debería disculparse primero, no esperes. Hablar y hacerte responsable del error comenta el camino para que otros hagan lo mismo. Pon el ejemplo, sé mejor persona y asume tu responsabilidad.

3. Hazlo personal

La forma en la que te disculpas es igual de importante que la disculpa misma. Identifica cuando hace falta una disculpa cara a cara, no te escondas en la tecnología para que el correo o el mensaje de texto hagan tu trabajo. Asume tu error en persona y ve a la gente a los ojos cuando te disculpes. Si esto no es posible, levanta el teléfono y llámale a la persona para que escuchen la sinceridad en tu voz.

4. Sé específico

Una disculpa por el simple hecho de disculparte es irrelevante. Ten toda la información a mano, porque los afectados necesitan saber que eres consciente de tu error. Las disculpas vagas no son buenas, así que preparaste para clarificar las razones por las que te estás disculpando y la forma en la que planeas corregir la situación.

5. Piensa antes de hablar

Antes de disculparte, piensa en la forma en la que los otros percibirán tus palabras. Piensa lo que vas a decir y la forma en la que los demás van a escucharte. Admitir un error profundiza la confianza y hace crecer tu influencia sobre los demás. Si no piensas en lo que vas a decir puedes dañar tu relación ofendiendo más a la otra persona.

6. Evita el juego de la culpa

Nadie gana en este juego, sin embargo, la gente lo sigue jugando. Señalar culpas, proyectar los errores y defender tus acciones te costará la confianza de los afectados. Reconoce lo que salió mal y la forma en la que planeas corregirlo, y comprométete a darle seguimiento al asunto.

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