Los alidos que Colombia necesita después del coronavirus – Sectores – Economía

Todo demagogo necesita un enemigo. En la Alemania nazi fueron los judíos (y en menor medida los gitanos y comunistas). Trump eligió a los suyos: los inmigrantes indocumentados, mexicanos, centroamericanos, latinoamericanos, ‘badmen’, criminales y violadores. Decidió expulsarlos e impedir, con la construcción de un muro, que estos parias contaminen su hermoso país”, dice el escritor mexicano Jorge Volpi en su libro Contra Trump: panfleto urgente.

La campaña presidencial de Estados Unidos en 2016 y sus resultados en 2017 ya anticipaban la polarización política y el denominado ‘efecto Trump’ en la política exterior de un magnate sin experiencia en el manejo del Estado, reputado como ignorante y narciso: enarbola sentimientos nacionalistas, culpa a los demás de sus desaciertos y prioriza su reelección por encima de los intereses colectivos, muy incierta por lo demás, pues su estandarte de batalla, la economía y el empleo, se desploma por la debacle económica que agudizó la covid-19.

Un día responsabiliza a China por el desastre del manejo de la pandemia; al siguiente, a la OMS por sesgada e ineficiente; después, a sus gobernadores e incluso al expresidente Obama, convertido en pera de boxeo para sus golpes bajos.

“La estrategia de Trump es siempre buscar un enemigo. Dado que el coronavirus es invisible, como él mismo dice, está recurriendo a los enemigos de siempre para motivar a su base de votantes” (EL TIEMPO, 24-5-20).

Pero en una economía globalizada que ha transitado del Atlántico al Pacífico con el liderazgo de China (Asean+5), la realidad no solo modificó el comercio, sino la geopolítica, estableciendo relaciones multilaterales y de bloques económicos que compiten en la escena internacional.

Si observamos las previsiones del FMI en los tres últimos años, es claro que el crecimiento era lento a nivel mundial (2,9 en 2019), y con la pandemia de la covid-19, el estimado para 2020 es de -3 %, todas las regiones decrecen de manera desigual y para 2021 se espera una reactivación de la economía del 5,8 %.

Visto por países y regiones, el año 2020 será más crítico que la Gran Depresión del 29, acompañado de déficits y riesgos derivados de endeudamiento y default, de inflación, pérdida del valor de la moneda y millones de personas que perderán el empleo o trabajarán y ganarán menos, profundizando la desigualdad en ingresos y aumentando la pobreza.

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Los países ricos como EE. UU. caerán a -5,9 %; la zona euro, a -7,2 %; Japón, a -5,2 %; el Reino Unido, a -6,5 %, pero algunas economías emergentes como China e India tendrán crecimientos positivos de 1,2 % y 1,9 %; para el año 2021, la perspectiva de crecimiento para los países es positiva, no obstante, las tasas más altas las registran China (9,2 %), India (7,4 %) y Asean-5 (7,8 %); mientras que EE. UU y la Unión Europea alcanzarían el 4,7 %.

En cuanto a América Latina, la perspectiva del año 2020 es crecimiento negativo (-5,2 %), y recuperación en el 2021 (3,4 %). Colombia sigue la tendencia regional: para el 2020, -2,4 %, el más bajo de la región, y un crecimiento del 3,7 % para el 2021.

Es de advertir que esta es la región más desigual del mundo, encabezada por Brasil, cuyo coeficiente de Gini es del 0,54; Panamá, con 0,498, y Colombia, 0,497. En este indicador, cero es completamente igual y uno, total desigualdad.

Ello también se traduce en ser la región más vulnerable para caer en la pobreza, con una probabilidad del 89,8 %, e incluso, capas altas podrían caer a este nivel, en proporción del 13,5 %, según la Cepal.

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Si analizamos la rivalidad entre los grandes bloques, se advierte que el coronavirus no respetó fronteras nacionales ni clases sociales y se globalizó; comenzó en Wuhan (China), siguió a Europa y pasó a Estados Unidos con el nivel más alto de contagios (1,7 millones) y fallecidos (100.413), seguido de Brasil con 378.000 contagios y 23.600 fallecidos. Hoy este país es el epicentro en Suramérica y toda la región es primera en el mundo.

Nótese que los países europeos ya se encuentran en fase de reapertura gradual de su economía y los países asiáticos como China, Japón y Corea del Sur tienen controlada la pandemia y reactivada su economía.

¡Hay una cierta correspondencia en el manejo acertado dado a la pandemia por parte de estos países, lo que se refleja en sus perspectivas económicas, y “el desastre caótico con que se manejó la pandemia del covid-19 por la mentalidad de ‘qué puedo sacar yo de esto y al demonio con el resto de las personas’ ”, como dijo Obama respecto de Trump, lo cual puede extenderse a Bolsonaro en Brasil!

En Colombia se ha reabierto gradualmente la economía en respuesta a la emergencia sanitaria con notable preocupación no solo por las altas tasas de desempleo e informalidad ya existentes, sino por el comercio exterior, dado que el precio del crudo bajó y afectó la balanza de pagos, y considerando que el 56 % de las exportaciones del país dependen de los combustibles y de las industrias extractivas.

Ser la región más vulnerable para caer en la pobreza

Ante esta reducción en los ingresos y por cuenta de la desaceleración económica mundial por la covid-19, es necesario plantearse otro tipo de estrategias comerciales y de aliados estratégicos hacia el futuro para la reactivación económica del país.

Los principales socios comerciales de Colombia son Estados Unidos, China y la Unión Europea. Al mirar las exportaciones e importaciones con los dos primeros se observa que desde enero del 2020 se redujeron tanto las exportaciones como las importaciones, principalmente con China –foco de la pandemia entre enero y marzo del 2020–, como se puede observar en el gráfico.

Al desagregar las exportaciones a China, los vegetales, combustibles y fundiciones de acero son claves, mientras que con Estados Unidos figuran los combustible, vegetales, café y perlas, todos bienes primarios.

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A China le compramos principalmente computadores y vehículos, es decir, tecnología, mientras que importamos de Estados Unidos maíz, arroz, trigo y combustibles, que producimos también en el país.

En este punto, es importante analizar que mientras al gigante asiático exportamos bienes primarios, pero importamos tecnología, a Estados Unidos exportamos e importamos bienes primarios, por lo que no estamos aprovechando las ventajas comparativas del país, más aún en épocas de crisis cuando un desabastecimiento de productos como el maíz o el arroz afecta la seguridad alimentaria.

Las exportaciones a China llegan a los 648.978 millones de dólares, que corresponden al 36 % de lo que se exporta a Estados Unidos, pero, como analizamos anteriormente, la perspectiva de crecimiento de China en este año es positiva y en el año 2021 estará por encima del 7 %, lo que indica que debemos fortalecer las relaciones comerciales con este país exportando mayor cantidad de vegetales y pescados, que consume a gran escala el país asiático.

De esta forma se reduce la dependencia actual que tiene el país con Estados Unidos, el cual ejerce presiones como en el acuerdo de paz y en la reducción de los cultivos de coca: “El presidente colombiano, Iván Duque, apostó por la erradicación forzada en un contexto en el que Colombia llegó al máximo histórico de hectáreas cultivadas de coca en 2018 –año de su posesión– y con la presión política de Estados Unidos por abordar militarmente el problema” (agencia Efe, 2020).

A pesar de que muchos países han cerrado fronteras y endurecido los controles fronterizos, no es posible pensar en esta época en una economía de autarquía; por el contrario, la globalización vino para quedarse, solo que asistiremos a una nueva fase que no se apoyaría en el comercio tradicional, sino en un nuevo comercio electrónico en el que las plataformas que introdujeron las TIC jugarán un papel estratégico.

Ya en China, la multinacional Alibaba y Tencent, dos empresas tecnológicas gigantes, han construido un sistema de banca paralela (billeteras digitales) con más de un millón de usuarios, y “el año pasado los clientes chinos pagaron 49 billones en compras a través de dispositivos móviles, 35 veces el total de 2013”.

Estas aplicaciones se están globalizando y Alipay es aceptado por tiendas en 53 países y regiones a donde se dirigen los viajeros chinos.

Además, el sistema bancario está activo hoy más que nunca, así como las plataformas que garantizan los avances en la ciencia, la salud (telemedicina) y la educación (digital y a distancia) y todas las modalidades del teletrabajo que rompen las fronteras nacionales.

Pero la confrontación geopolítica se filtra incluso en la Asamblea Mundial por covid-19 de la OMS, y más allá de la rivalidad EE. UU.-China, de las acusaciones por el manejo de la pandemia, el debate remite a la futura vacuna contra el coronavirus, respecto a la cual las voces de Xi Jinping y del francés Emmanuel Macron coinciden en que sería un “bien público mundial”, al contrario del interés de las farmacéuticas de convertirlo en una mercancía.

¿Cuáles serán los nuevos aliados de Colombia en la era posvirus? La respuesta debería centrarse en cómo se reconfiguran los bloques económicos, ratificando el principio de no desmantelar el orden multilateral que de manera precisa señaló Josep Borrell, responsable de la política exterior de la UE: “Hay una confrontación dialéctica, una batalla de narrativas de quién cuenta mejor la historia y es el más capaz de resolver problemas, que esconde un conflicto potencial por la hegemonía mundial.

Europa tiene que estar en una posición autónoma. Ciertamente compartimos con Estados Unidos un mismo sistema político de representación democrática.

China es nuestro gran socio comercial, más de mil millones de euros diarios, es un competidor económico y tecnológico y también lo hemos calificado de rival porque tiene un sistema distinto al nuestro. Eso hace que la relación sea complicada y que no se pueda simplificar. Pero no estamos en una confrontación con China” (EL TIEMPO 27-05-20).

Colombia no puede seguir atada a una relación bilateral que le impone el gobierno Trump, narcotizando las relaciones exteriores, que pide cuentas de las hectáreas cultivadas en coca, sin reconocer la corresponsabilidad en el consumo y la cooperación en la lucha contra las multinacionales del narcotráfico, o convertirnos en plataforma para derrocar a Maduro.

Hay una confrontación dialéctica, una batalla de narrativas de quién cuenta mejor la historia y es el más capaz de resolver problemas

Compartimos 2.300 kilómetros de frontera con Venezuela y cientos de miles de migrantes por razones económicas y políticas.

O pretender enemistarnos con Cuba, garante junto con Noruega del acuerdo de paz, que es un compromiso de Estado blindado por la comunidad internacional.

Las relaciones son multilaterales y más que nunca necesitamos la cooperación internacional; para Colombia es clave no quedarse sola en la región. Parodiando a Octavio Paz, recordemos que el imperio se hace más grande si lo miramos de rodillas.

RICARDO MOSQUERA MESA – PARA EL TIEMPO
Exrector y profesor asociado Universidad Nacional

Fuente de la Noticia

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