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Los estudiantes de Unimagdalena que emprenden enseñando a cuidar el medioambiente 

Los estudiantes de Unimagdalena que emprenden enseñando a cuidar el medioambiente 

Por medio de la Fundación Ambientalista y de Emprendimiento Laboral en Tucurinca (FAELT) capacitan a niños y jóvenes del municipio de Zona Bananera para instaurarles el “chip” de cuidar el medio ambiente.

Desde el corregimiento de Tucurinca, Zona Bananera, tres estudiantes de la Universidad del Magdalena emprenden con la educación del aprovechamiento de residuos y los buenos hábitos ecológicos. Con su juventud, liderazgo y ganas de tener un mundo mejor crearon FAELT, una fundación que con pocos recursos, enseña a toda una población a proteger el medioambiente.

Sus inicios se trasladan a una idea que nació desde la institución educativa departamental de Tucurinca donde se conformó un grupo ecológico apoyado por la ingeniera agrónoma y docente Daniris Cantillo. Luego, con el paso en la Universidad y el Centro de Innovación y Emprendimiento CIE Unimagdalena, formalizaron la fundación para integrar más personas y alianzas con entidades para sacar adelante este proyecto transformador.

Ángel David Peñaloza Taborda, estudiante de séptimo semestre del Programa de Ingeniería Ambiental y Sanitaria, es el líder fundador del emprendimiento y asegura que el proyecto fue creado al ver que Zona Bananera es un territorio con mucha biodiversidad y con cuatro rondas hídricas que se han visto afectadas por la contaminación de los residuos sólidos. 

“Esto lo vivimos día a día, las afectaciones en la salud de niños y niñas por contaminaciones a los ríos y suelos nos llevaron a reflexionar lo que en verdad hacemos como jóvenes para contrarrestar estos cambios que hoy vive nuestro entorno”, expresó.

Es consciente que como estudiantes y futuros profesionales, “somos llamados a ser los responsables de este cambio de pensamiento con nuestro hábitat”.

La fundación FAELT se enfoca en enseñar a niños, adolescentes y adultos de toda la población de la Zona Bananera a hacerse responsables de ese cambio ambiental, por lo que imparten educación en las escuelas y casa a casa llegan para instaurar mensajes de sensibilización que lleven hacia una transición a la agroecología.

Además, con cerca de 20 niños y jóvenes que asisten a las jornadas, siembran nuevas plantas en el territorio y una vez al mes, emprenden rutas de recolección de residuos por todo el corregimiento con el fin de llevarlas a las empresas del sector y así puedan reutilizar esos residuos, lo que permite apoyar la política medioambiental de las entidades de la zona.

“Con las empresas reducimos la contaminación al ofrecerles estas soluciones que introduzcan la mayoría de nuestros residuos y el aprovechamiento de estos, es en general, instaurar una economía circular”, destacó Ángel Peñaloza.

Zona Bananera es un municipio del departamento del Magdalena con más de 60 mil habitantes, limita con el río Fundación por el sur, la cabecera del municipio de Ciénaga al norte, por el oriente, las estribaciones de la Sierra Nevada  y por el occidente con la Ciénaga Grande de Santa Marta.

La gestión social  principal mecanismo de la iniciativa

Es esa riqueza natural la principal fuente de inspiración de Ángel Peñaloza, quién de la mano de Aris Cantillo Arrieta, estudiante de primer semestre del Programa de Ingeniería Electrónica, Angie Guerrero Maury, estudiante de séptimo semestre del Programa de Contaduría Pública y un puñado de voluntarios más, han liderado este valioso y prometedor proyecto.

Según los jóvenes, las condiciones económicas del pueblo son deficientes, pero estas acciones han dado resultado gracias a la gestión social que realizan a diario. A pesar de que sus edades no sobrepasan los 25 años, enseñan con mucho amor a toda una población acerca de la importancia de cuidar el medio ambiente.

“Es una labor muy bonita que desempeñamos acá, la problemática que se evidencia es igual a la de otros municipios y es por eso que queremos ayudar a la comunidad para que conozca la disposición adecuada de sus residuos sólidos y las buenas prácticas”, señaló Angie Guerrero.

Igualmente, Aris Cantillo, afirmó que: “No solo estamos ayudando a cambiar el modo de pensar de adultos, sino también, en niños que son el futuro de la sociedad, queremos que más personas y entidades se sumen a este proyecto y evitemos más contaminación en nuestro departamento”.

Para este grupo de jóvenes, talentosos y creativos, alternar las actividades del proyecto con las clases y la vida universitaria en la Alma Mater, les ha permitido formar un grupo interdisciplinar de futuros profesionales y crecer como organización. Asimismo, adquirir conocimientos en las aulas de los docentes y los mentores del Centro de Innovación y Emprendimiento CIE Unimagdalena, en donde han logrado fortalecer algunas iniciativas que identifican a la fundación.

Aseguran haber participado en espacios del CIE donde conocieron temas relacionados a la propiedad intelectual, comportamientos del mercado y otros que los han llevado a profundizar los aprendizajes que tenían.

En Tucurinca, un pequeño corregimiento rodeado de empresas dedicadas a la producción de palma de aceite, este grupo de estudiantes se levantan a diario para cambiar el mundo desde su fundación FAELT. Esperan recibir más apoyo de entidades y sumar más voluntarios que decidan educar ambientalmente a otras comunidades.

FAELT se visiona como una entidad líder en temas medioambientales que incidan en políticas públicas del territorio para que tengan un impacto positivo en los habitantes de la Zona Bananera y el departamento. 

Desde la Universidad del Magdalena a través de su plan de desarrollo 2020-2030 Unimagdalena Comprometida, se apoyan este tipo de iniciativas estudiantiles que propenden por la innovación y el emprendimiento como herramientas para mejorar la calidad de vida en el territorio.

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