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Los jóvenes que están rompiendo la cultura del miedo en Buenaventura

Los jóvenes que están rompiendo la cultura del miedo en Buenaventura
Foto: @SoydeBuenaventura

“¡Ninguno de los presidentes que ha asumido el poder le ha dado a Buenaventura lo que puede merecer!”, sentenciaba con la garganta ardiendo Margarita Hurtado, un día caluroso de noviembre de 1964. No era una mañana cualquiera. El grito de la poeta lideraba a un pueblo huérfano que minutos atrás había decretado el primer paro cívico de su historia.

En el listado de peticiones enviado al entonces presidente, Guillermo León Valencia, los pobladores pedían garantizar la vida digna de los ciudadanos, pavimentar las calles, mejorar la educación y generar empleo en la región. “Para nadie es un secreto que Buenaventura es la mayor despensa del Tesoro Nacional y por paradoja, propia de colombianos, la ciudad más abandonada. La urbe se mantiene detenida por carencia de fluido eléctrico; los servicios asistenciales hospitalarios son en la actualidad los más desastrosos que en comarca alguna nuestra pueda existir”, se lee en un artículo escrito por Plutarco Quijano y publicado el 15 de noviembre de 1964 en el diario El Crisol.

Cincuenta y seis años después, el pliego de peticiones solo ha sido ampliado. A las problemáticas históricas del municipio se ha sumado la violencia por el narcotráfico, la falta de inversión social y los estragos causados por los efectos del calentamiento global. “Lo único que le interesa al Estado colombiano es que la carretera esté libre para que los contenedores entren y salgan, pero no les importa la vida de los que aquí habitamos. Eso se refleja en las cifras de pobreza y de desempleo”, dijo el líder social Leonard Rentería en un video del pasado 4 de febrero en el que llama a los jóvenes a “tomarse con arte” las calles, como protesta ante la ola de homicidios que desde hace un mes aterroriza a los habitantes del puerto.

El movimiento de protesta juvenil no tiene precedentes en la historia reciente del Distrito. En menos de una semana logró congregar a miles de personas en manifestaciones en Buenaventura y Cali; sacó de las sombras de Twitter la etiqueta #SOSBuenaventura y movió los ojos del país hacía la alarmante realidad del municipio.

Las cifras son desalentadoras. Reportes de la Policía indican que hasta este viernes se habían presentado 23 homicidios en la ciudad en lo corrido del 2021, 91 % más que los 12 registrados durante el mismo periodo en 2020. La mayoría de las víctimas son jóvenes entre los 16 y los 21 años. De acuerdo con el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), los más de 38 enfrentamientos entre bandas criminales en el último mes han provocado el desplazamiento de 156 familias y mantienen en riesgo a 170.500 personas en barrios como Juan XXIII, Bellavista y Pampa Linda, en la zona de bajamar.

“Estamos pidiendo a gritos más inversión social y menos guerra”, dice Bairon Yesid Castro, un estudiante universitario que hace parte de organizaciones sociales desde los 15 años y que ha liderado con ahínco las últimas jornadas de protesta. “No es posible que nosotros los jóvenes seamos víctimas y victimarios de este conflicto armado. Es demasiado doloroso ver a un amigo que se crio contigo ser violentado de forma macabra en las calles de tu barrio”, sigue.

El estruendo de las balas apagó desde hace un mes el croar nocturno de las ranas y sumergió a los jóvenes de la ciudad en una profunda desesperanza. La visita del ministro del Interior, Daniel Palacios, y el anuncio de la llegada de 1.200 miembros de la Fuerza Pública para el patrullaje de la ciudad no han sido suficientes para acallar el canto de una generación que pide al Estado soluciones estructurales para las problemáticas de Buenaventura.

“Nosotros no le tenemos tanto miedo al covid porque quien no nos deja respirar es la violencia, el racismo estructural y los problemas que enfrentamos a diario los jóvenes en la ciudad. Si en el interior del país se preocupan por las vacunas, aquí nos alarma que cobren ‘vacunas’ a la señora que vende pescados”, afirmó Yessid minutos antes de unirse a la cadena humana de 21 kilómetros de largo que cubrió de blanco este miércoles la principal avenida de la ciudad.

Y es que, después de más de medio siglo de luchas, el panorama de Buenaventura sigue siendo alarmante. Según datos del Dane (2018), la deserción escolar de jóvenes entre los 15 y 19 años llega al 40 % y solo dos de cada diez estudiantes que culminan el bachillerato alcanza un nivel técnico, tecnológico o universitario. Líderes comunitarios han denunciado que los niños desescolarizados abandonan el colegio para buscar trabajo y son reclutados por grupos armados que los emplean como informantes, cobradores de extorsiones, y con el tiempo terminan ejecutando torturas, homicidios y descuartizamientos.

“La tasa de desempleo es del 31,6 % y el 73,5 % de la ciudad vive de la informalidad. No es extraño que muchos terminen cayendo en las garras de los grupos armados que les ofrecen salarios de 500.000 pesos”, advierte Newball Segura, otro de los líderes juveniles que no está dispuesto a acallar su grito de protesta. Según él, “los jóvenes despertaron” y “el movimiento va para largo porque no vamos a seguir normalizando una guerra importada en la que somos víctimas y victimarios”.

Ante los reclamos de los jóvenes, la consejera para las Regiones, Ana María Palau, informó que en el Distrito se están ejecutando más de seis billones de pesos en proyectos de infraestructura vial, educativa, deportes y saneamiento básico que se suman a los 45 acuerdos del Paro del Cívico de 2017 que ya han sido cumplidos.

“Nosotros no le tenemos tanto miedo al covid porque quien no nos deja respirar es la violencia, el racismo estructural y los problemas que enfrentamos a diario los jóvenes en la ciudad

El poder de las redes

No hay registro reciente de otro movimiento de protesta juvenil bonaverense que haya activado por redes sociales lo que este grupo de estudiantes logró en una semana. Medidores de tendencias digitales arrojan que la ‘tuiteratón’ del 4 de febrero, que denunció los desplazamientos internos en el barrio Juan XXIII, tuvo un alcance de más de dos millones de usuarios, aumentó en un 350 por ciento las búsquedas en Google de noticias sobre el olvidado Distrito y propició en pocos días la llegada de una delegación de alto Gobierno encabezada por el ministro Palacios.

“El #SOSBuenaventura lo empezamos a difundir desde el pasado 2 de enero. No podíamos quedarnos callados después de los seis asesinatos registrados el 30 de diciembre. Aquí vino el ministro Holmes Trujillo (q. e. p. d.), participó en un consejo de seguridad y se fue. Los crímenes se quedaron”, afirma Yessid con cierto desazón. En sus palabras, el movimiento juvenil, que “está dando cátedra de movilización social pacífica”, tampoco se ciñe a las filas de ningún partido político colombiano.

El “despertar social” comenzó hace más de seis años. El hallazgo de las ‘casas de pique’ en donde torturaban y descuartizaban los cuerpos de decenas de personas, sumado al recrudecimiento de las muertes violentas y las desapariciones, llevó a los jóvenes a marchar por “el entierro de la violencia en la ciudad”. Luego, en 2017, se convirtieron en uno de los ejes movilizadores del Paro Cívico que detuvo las actividades del puerto durante 22 días e hicieron presión para que no se levantara la mesa de negociación con el Gobierno. Al año siguiente, la misma colectividad participó en el Paro Nacional de Estudiantes y logró consolidar por primera vez un espacio para la vocería de los estudiantes afro de la región de Pacífico.

Para Germán Gómez, sociólogo y experto en temas de cultura ciudadana, las redes han jugado un papel fundamental para el movimiento de resistencia bonaverense, porque con ellas se pueden “visibilizar contextos muy afectados por la exclusión social, económica y cultural, y se ayuda a la generación de alianzas estratégicas que son aprovechadas por los grupos juveniles que quieren mostrar otras perspectivas sobre lo que está ocurriendo en su comunidad”.

La convocatoria no ha sido fácil. Cuatro líderes juveniles consultados manifestaron que las complejas realidades que atraviesan los jóvenes les impiden acercarse a estos espacios porque “hay que buscar dinero para llevar comida a la casa todos los días”.

Los resultados regulares del alcalde Víctor Vidal, que ganó las elecciones de hace dos años con las banderas del Paro Cívico del 2017, también ha profundizado la sensación de desesperanza en la ciudad: “Organizamos algunos plantones y varias personas no entendían que lo hacíamos porque estamos buscando el bien para todos. Muchos creen que nada va a cambiar”, afirma Lorna Alomía, una joven fotógrafa que ha registrado con su cámara las innovadoras manifestaciones artísticas que hoy le están dando la vuelta a América Latina.

Leonard Rentería, quien se hizo famoso en el 2016 tras cuestionar al expresidente Álvaro Uribe en una reunión en la que se debatieron los motivos para votar por el ‘No’ en el plebiscito por la paz, asegura por su parte que “ganarle los jóvenes a la violencia no es fácil y más cuando se trabaja con las uñas. Por eso nunca hemos desistido. Vamos a seguir resistiendo por los que se han ido, por los que están y los que vendrán. ¡Buenaventura no se rinde!”.

La música que salva vidas

El arte les salvó la vida a Matías Letter y a Leonard Rentería. Los dos raperos bonaverenses que, siguiendo el legado de Margarita Hurtado, iluminan con sus rimas el camino de la esperanza durante las protestas, afirman que desde muy niños la música se convirtió en su arma contra la guerra.

“Recibí ofertas para entrar a bandas criminales cuando era muy niño y la música fue lo que siempre me mantuvo alejado de ese mundo. Hoy los amigos del barrio que tomaron ese rumbo están muertos o presos”, confiesa Matías, quien también es compositor de Señor Vidal, la canción en la que cuestiona la presunta pasividad del mandatario local para enfrentar las problemáticas que hoy flagelan a Buenaventura, entre ellas, la falta de inversión en espacio para la cultura.

Ante los reclamos de los jóvenes, el alcalde Vidal ha manifestado que se encuentra haciendo todo lo que está a su alcance para fortalecer la seguridad de la ciudad y librarse de una “guerra que fue llevada en el afán de controlar el territorio y los negocios ilícitos que allí se dan”. Sin embargo, el mandatario local le exigió soluciones firmes al Estado, pues considera, como decía el fallecido obispo Héctor Epalza Quintero, que “la solución de los problemas estructurales del pueblo bonaverense sobrepasan las capacidades de sus alcaldes”.

El arte no pudo salvar de las balas a Deiner Castillo. El cantante de 20 años fue asesinado el pasado lunes tras cruzar en su moto por una presunta ‘frontera invisible’ ubicada en el sector de La Galería, en el barrio Bellavista. La indignación por el crimen llevó a los bonaverenses a protestar contra la violencia, a ritmo de tambores, rap y bailes cadenciosos.

Germán Gómez explica que estas formas de protesta se deberían a que históricamente en las comunidades marginalizadas ha sido el “arte el que ha permitido canalizar adecuadamente las necesidades que las personas tienen de manifestar sus malestares y plantear soluciones alternativas. Así, los manifestantes también buscan que no los descalifiquen como ‘vándalos’, que es el juego que usualmente se hace desde el establecimiento para distraer el foco de la protesta”.

El White es otro de los artistas urbanos que se ha escapado de los estudios de grabación para unirse a las histriónicas manifestaciones. En la canción Desahogo, el compositor cuestiona la espiral de violencia a la que son sometidos los jóvenes de su ciudad y ratifica al arte como artefacto transformador de realidades: “También fui un joven que no tenía un norte y me sentía muy agobiado con lo que pasa en la sociedad actual. La música fue una escapatoria para eso, sé que por medio de la música muchos jóvenes pueden cambiar su destino”.

En los próximos días, El White y Matías Letter estrenarán canciones con las que buscan amplificar el grito de protesta de una Buenaventura que hoy más que nunca se resiste a seguir siendo subyugada por una guerra importada.

JULIÁN VIVAS BANGUERA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO

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