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Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.
“Un vendedor, un empleado administrativo y un gerente caminan al almuerzo cuando encuentran una antigua lámpara de aceite. La frotan y el Genio aparece envuelto en una nube de humo.
‘Como generalmente otorgo tres deseos, les voy a dar uno a cada uno’, dice el Genio.
‘¡A mi primero! ¡Yo primero!’, pide el empleado administrativo. ‘Quiero estar de vacaciones en El Caribe’. Y de pronto, ¡puf! desaparece.
Sin salir de su asombro, el vendedor grita: ‘¡Ahora a mí! Quiero estar en Hawái, descansando en la playa con mi masajista personal, con una inagotable provisión de cerveza y con una supermodelo’. Y ¡puf! desaparece.
‘Bueno, ahora te toca a ti’, le dice el Genio al gerente.
‘Quiero que esos dos vuelvan a trabajar después del almuerzo’, dice el gerente.
Conclusión: Siempre hay que dejar que el jefe hable primero”.
Lo que no dice este chiste es que por dejarlos hablar primero, muchas veces algunos empleados “meten la pata bien hondo”.
En las líneas que siguen, les contaré los principales diez errores de liderazgo que he captado desde que comenzó la pandemia.
1. Transmitir incertidumbre
Hablar sobre aquello de lo que no se está plenamente seguro no solo es una ingenuidad, sino también una irresponsabilidad. La realidad es que el Covid-19 puso todo en duda y debemos sumar al un mundo ya revuelto un coeficiente más. Por ende, el líder debe anclarse en lo que sí está seguro.
Por ejemplo, todos sabemos que en muchos rubros es imposible asegurar la continuidad laboral para los colaboradores. Decir lo contrario sería faltar a la verdad, pero no nos confundamos si creemos que ello nos obstaculiza en la fijación de lugares seguros como puede ser la convicción de que no vamos a enfermarnos. El foco de los mensajes del líder debe estar en cuestiones ciertas y no inciertas.
2. Dar panoramas sombríos del sector para avalar sus decisiones antipáticas
Cualquier empresa debe tomar decisiones que, se sabe de antemano, serán cuestionadas por parte de su personal. Y en ese sentido, también existen líderes que no se animan a hacerlo en situaciones normales. Sin embargo, aprovechar la coyuntura, dramatizándola, permitirá al líder sentir cierto cobijo. Pero cuidado, si una vez superada esta etapa los empleados perciben que se les asustó más de la cuenta con fines ocultos, se convivirá con un equipo desmembrado y el líder habrá rifado su credibilidad para nada.
3. Hablar todo el tiempo de la pandemia
Que sea un tema recurrente y nos afecte a todos no significa que el Covid-19 sea la única conversación posible con los equipos.
Es genial que un líder genere conexiones emocionales con las personas. Pero debe estar atento a no ser un factor multiplicador de angustia y por ende conducir las preocupaciones hacia zonas saludables.
No se trata de desviar la atención del problema sino de la habilidad para encuadrarlo y que no desborde. El exceso de charla pandémica también enferma.
4. Descuidar aspectos estratégicos a mediano y largo plazo
Si un líder lee esto diría: “Normalmente, es difícil planificar. Imagínate ahora que vivimos día a día e improvisamos todo el tiempo”. De acuerdo, es verdad. Sin embargo, no dejemos que esto reste tiempo para pensar el futuro. Un día todo esto pasará y las empresas que sobrevivan serán aquellas que se adaptaron al presente, pero que desde la crisis construyeron su futuro, que tal vez sea distinto al que habían soñado el año anterior.
Imagen: Nick Bolton vía Unsplash
5. Encerrarse en sí mismo y destruir equipos
Decía Freud, a propósito del dolor de muelas del poeta Wilhelm Busch «en la estrecha cavidad de su muela dolorida se recluye el alma toda a que cuando algo nos duele, retiramos todo interés sobre el mundo exterior.
Si eres dueño de un negocio o bien ocupas una posición importante en la estructura, seguro estarás sumamente preocupado por la situación actual, incluso con malestares de distinta índole capaces de alterar tus vínculos. Aún así, no pierdas de vista que lo que hagas hoy será recordado mañana y que tu rol de líder impacta en los demás (aunque no quieras). Hablo del valor del ejemplo y de la importancia crítica de gestionar las emociones. Es clave que entiendas que la ira como también la tristeza necesitan ser canalizadas en buena forma.
Confieso que en las últimas semanas vi a más de un líder reaccionar como un niño caprichoso, que prioriza sus ganas de aventar las cosas por el aire antes que sentarse a pensar. Los líderes son humanos y tener conductas así es normal, pero hacerlas de forma pública destruye a los equipos porque las personas perciben que nada de lo que hagan tiene sentido.
6. Perder confianza en la gente
Los negocios se hacen grandes por varios motivos. Visión del líder, carácter innovador, agilidad en los procesos, orientación al cliente, respeto por toda la cadena de valor, etcétera. Y sin dudas que el motor de todo esto lo aporta su personal.
Si el líder cree que en momentos de incertidumbre y vacas flacas su gente no estará a la altura, ellos confirmarán esta idea, actuando como gente mediocre. Por el contrario, si quienes los comandan están convencidos de la valía de sus colaboradores, estos responderán en consecuencia, alineándose y dando todo para que la empresa pueda sobreponerse al drama.
7. Guardarse información importante
Como tal cosa deben entenderse datos relevantes que sean del interés de la gente o que hagan a su futuro inmediato.
Se espera que como líder seas parte de grupos con otros empresarios y es frecuente también que en dichos encuentros accedas a información relevante, ya sea porque se contrató a un especialista o porque un colega comenta algo que le sucedió. Asimismo es muy probable que por tu nivel de relacionamiento contactes con un funcionario público y te brinde la información de lo que van a hacer. Finalmente, muchas universidades comparten sus estudios, tendencia y proyecciones a sus graduados. Este es otra fuente.
Una postura egoísta sería la de pensar “Me guardo esta información porque no tiene sentido dársela a los empleados. No sabrían qué hacer con ella o podría aún volverse en mi contra”.
8. Descuidar su vida personal
Centralizarse pura y exclusivamente en la organización, dejando de lado todos los otros aspectos que impactan a la salud es uno de los principales errores observados en la actualidad por parte de los líderes.
Postergar familia, amigos, hobbies o directamente tiempo para hacer lo que te gusta no es justificable con que estamos en plena pandemia. O que la empresa te necesita a tiempo completo. Si piensas esto, te sugiero que pienses también esto otro, flaco favor le harás a tu organización si tu grado de neurosis está por las nubes.
9. Persistir con tácticas y prácticas del pasado
No podemos, aunque queramos, forzar la realidad a nuestros modos. Tallarla cual si fuese una piedra hasta que asuma las formas que pretendemos.
Debemos comprender que la exigencia es de cambiar radicalmente el núcleo de los negocios, impactando en personas, relaciones y maneras de hacer.
Insistir hasta el cansancio y dar muestras de testarudez no significa firmeza de carácter sino obcecación poco inteligente.
Imagen: Sharon McCutcheon vía Unsplash
10. Culpar a la gente
Por último, tomárselas con el personal es la salida más corta para los líderes incapaces de asumir su propia responsabilidad en el asunto o carecer de la valentía necesaria para aprender de las situaciones desfavorables.
Que si hubiésemos hecho los cambios antes o si no se hubieran resistido a la instalación del nuevo sistema. O si los vendedores fuesen más dóciles o los administrativos hubieran ido a tal o cual curso. Supuestas causas de la inestabilidad actual y excelente modo de convertir a los colaboradores en chivos expiatorios. No suma ni construye buscar culpables en contextos como el actual, de pandemia y volatilidad global en lo que todo tambalea.
Si te toca ser líder en este momento que quedará como uno de los más importantes de la humanidad es vital estar a la altura de la circunstancia. Y eso no quiere decir ser perfecto, sino estar abierto a los cambios. Flexible para modificar lo que haga falta y dispuesto a ponerse el equipo al hombro, dando a cada quien el lugar que mejor le corresponda, valorando sus esfuerzos.