Para muchas personas puede pasar desapercibida una bandera con los colores del arcoíris, sin embargo, para otras tiene toda una simbología que incluye orientación sexual, diversidad, orgullo y un amor infinito por ser únicos en el mundo. Más que una bandera, es una pasión que se enarbola lo más alto posible para que sea divisada desde los cuatro puntos cardinales y decirle a los demás que quien la porta goza de una felicidad infinita.
Las personas gays, bisexuales, transgéneros y lesbianas, agrupadas bajo la sigla LGBT no la han tenido fácil. Esta comunidad ha sido discriminada a través de la historia y sólo en los últimos años han ido ganando el reconocimiento en ciertos países, donde se les ha ortorgado derechos que por años se les había negado.
Justo hoy hace 51 años, para ser más exacto, el 28 de junio de 1969 sucedió un hecho que marcó la historia en la reivindicación de los derechos de la comundad LGBT. La policía de Nueva York acostumbraba a ir los bares gays a acosar a la clientela, a humillarlos y muchas veces a apresarlos, sólo por ser “diferentes” y por sus preferencias sexuales. Uno de los más populares en ese entonces era Stonewall Inn, ubicado en el barrio Greenwich Village sobre la famosa calle Christopher.
Artista Gilbert Baker
Hace 50 años, la vida no era fácil para los miembros de la comunidad LGBT, quienes en su mayoría tenían que vivir escondidos no sólo por el rechazo social, sino porque los estados y sus gobiernos, los trataban como ciudadanos de tercera. Estados Unidos y Colombia son de los pocos países que han logrado reformar sus constituciones para otorgarle derechos que se les habían negado y ser reconocidos como iguales ante la sociedad. La Corte Suprema de Justicia en Estados Unidos y la Corte Constitucional en Colombia, lograron modificar las constituciones porque los congresistas no hicieron su tarea. Por supuesto que el estigma no los dejó debatir sobre los derechos de la comunidad LGBT y prefieron dejar esa labor al poder judicial, donde sí hubo la gallardía y dignidad de legislar en igualdad y en derecho.
Hablando de luchas y batallas, así como de abuso de autoridad, recuerdo por allá a comienzos de la década de 1990 cuando Germán Villegas fue elegido alcalde de Cali para el período 1990-1992. Su administración se caracterizó por aterrorizar a la gente gay de la ciudad. Poniendo en práctica su filosofía conservadora, Germán Villegas ordenaba batidas en los diferentes bares gays. Camiones eran parqueados a las afueras de los establecimientos y eran llenados con clientes y conducidos a las estaciones de policía del centro de Cali, donde se les obligaba a pasar toda la noche detenidos. La gente era víctima del abuso policial y nadie se atrevía a denunciar por temor a que se revelaran sus identidades. Villegas y sus policías hacían lo que querían. Eran otras épocas.
Es verdad que en Colombia la comunidad LGBT ha ganado muchos derechos gracias al esfuerzo de activistas y organizaciones que han luchado por estos reconocimientos de igualdad, pero socialmente falta mucha educación para que las nuevas generaciones aprendan a valorar las diferencias. Lastimosamente en la mayoría de los países estos derechos no existen y en otros, incluso, las relaciones homosexuales son penalizadas con prisión y hasta con pena de muerte.
La expresión del amor va más allá de la sexualidad y no tiene que ver con géneros. El amor es amor, es dado y recibido mutuamente, se siente, se vive, revitaliza. El sexo es la manifestación de ese amor, de esa unión de espíritus que no se fija si es entre él y ella, o entre ellas, o entre ellos. Es entre personas y punto.
Este domingo, Día del Orgullo, se enarbola esa bandera del arcoíris donde el rojo