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Masacre de Buga: En zona de la masacre se estaría cobrando extorsiones a dueños de tierras – Cali – Colombia

Masacre de Buga: En zona de la masacre se estaría cobrando extorsiones a dueños de tierras - Cali - Colombia


Siempre fueron los mejores amigos, los cinco inseparables. La vida unió a Sara María García Rodríguez, Valentina Arias González, Juan Pablo Marín, Nicolás Suárez Valencia y a Jacobo Alberto Pérez Vásquez desde que eran muy niños, la mayoría de ellos, desde el jardín.

Su amistad siguió creciendo, al tiempo que ellos lo hacían en el colegio que también los unió, el Liceo de los Andes de su Buga natal, esta tierra vallecaucana que hoy los llora, porque la muerte en aquella madrugada del domingo 24 de enero les arrebató sus sueños de comenzar la próxima semana sus carreras profesionales, con disparos y estando juntos en una finca, en la vereda Cerro Rico del corregimiento Chambimbal.

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Sus asesinatos, que se sumaron a un listado de masacres de jóvenes en el país que vienen horrorizando a la ciudadanía desde el año pasado, no tendrían ninguna relación con disputas territoriales del narcotráfico, pues esta zona de Buga, en el centro del departamento, no ha sido alcanzada por acciones dentro de estas temidas rencillas por las rentas de la droga, como sí fue el caso de las tres últimas masacres en Jamundí, municipio del sur del Valle del Cauca, dos, el año pasado y la tercera, en octubre de 2019.

Sepelio de jóvenes asesinados en Buga

Foto:

Santiago Saldarriaga

Quizás por ello, la conmoción en Buga y en todo Colombia ha sido mayor, pues los principales hechos de violencia en esta ciudad se deben a la delincuencia común. De hecho, en el último año, Buga, con unos 130.000 habitantes, arrojó 71 homicidios, según el Instituto Nacional de Medicina Legal. Claro está que la tasa es de 55 muertes violentas por cada 100.000 personas por encima de la del Valle, de 47 por cada 100.000 ciudadanos y de la de Bogotá, 14 por cada 100.000 habitantes.

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Así lo indicaron en la Policía Valle en cuanto a que no sería un ajuste de cuentas y así lo reiteró esta semana, el mayor general Jorge Luis Vargas, comandante de la Policía Nacional, luego de visitar la región con el comandante del Ejército, general Eduardo Enrique Zapateiro, aunque en la parte más alta de las montañas colindantes de la finca, donde hombres armados perpetraron la masacre, está el grupo residual de las Farc ‘Adán Izquierdo’.

Pese a que hay hipótesis como un intento de hurto o de secuestro de Jacobo Pérez, tras amenazas y una extorsión por 12 millones de pesos a su padre, esta última es la que estaría cobrando más fuerza,
pues la zona de la finca, a media hora del casco urbano de Buga y que es propiedad del progenitor de Jacobo, no se caracteriza por ser un área blanco de robos.

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Masacre en Buga

Imágenes del sepelio de los jóvenes asesinados en Buga.

Foto:

Santiago Saldarriaga. El Tiempo

Denuncias de terratenientes sobre amenazas y posibles extorsiones de la zona ante la Personería de Buga también aumentan la alerta. El personero de Buga, Efraín Rojas, dijo que habitantes de la zona alta montañosa, en La Habana y en El Placer, habrían tenido que abandonar sus propiedades.

«Pero no sabemos ni podemos clarificar si se trata de situaciones que obedezcan a delincuencia común o que, definitivamente, como dice la gente de la región, se está rearmando un grupo de disidencia de las Farc que se hace llamar Adán Izquierdo», dijo Rojas.

Además, el 10 de enero de este año, fue asesinado el exconcejal de Buga Carlos Erlid González Cortés, del partido Cambio Radical. El político estaba en una finca en el sitio La Carolina, en la misma vereda Cerro Rico.

Ante estos hechos, pese a que el asesinato del excabildante y el quíntuple crimen no los habrían relacionado en este momento, hay campesinos que temen el regreso de grupos armados, como paramilitares que hace 20 años fueron los autores de una de las mayores masacres en la historia colombiana. En ese entonces, miembros del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia asesinaron a 24 campesinos en La Habana (Buga) y provocaron un gigantesco éxodo de otros propietarios de parcelas.

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No sabemos ni podemos clarificar si se trata de delincuencia común o que se está rearmando un grupo de disidencia

El personero municipal también indicó, como lo hicieron el alcalde de Buga, Julián Rojas, y la gobernadora Clara Luz Roldán, que será la Fiscalía la que concluya con todo un equipo de más de 50 funcionarios, la investigación dentro de la cual, aumentó la recompensa para hallar a los asesinos en hasta 250 millones de pesos, como lo anunció el ministro del Interior, Daniel Palacios.

Según las autoridades, aunque en zona urbana de Buga hay grupos armados dedicados a la distribución de drogas y a cometer otros delitos, como robos, el hallazgo de un teléfono celular de un modelo de años anteriores y de una maleta con una cuerda con cinta adhesiva podrían ratificar el intento de secuestro de Jacobo, de 18 años y quien murió en la tarde de ese domingo fatídico por un disparo en la cabeza, luego de ser trasladado al hospital San José.

Sus cuatro amigos murieron en la misma madrugada por la gravedad de las heridas y llegaron sin signos vitales a hospitales en la llamada ciudad del Milagroso. Las autoridades también investigan si hubo un cruce de disparos en la finca pues, presuntamente, uno de los familiares de Jacobo habría opuesto resistencia.

Además de los cinco jóvenes asesinados, la masacre dejó dos heridos. Son Santiago Tascón, el menor impactado en el abdomen que sigue estable en un hospital, al igual que el mayordomo Ramiro Martínez, de 60 años, quien recibió dos disparos en la espalda y en el costado izquierdo del cuerpo.

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Al momento de la masacre, estaban el padre de Jacobo y unos amigos de la misma familia, que salieron ilesos. La madre de Jacobo no se encontraba en ese momento.

Dos horas después del hecho, a eso de las 4 de la mañana del pasado domingo, la Policía llamó a las familias de Sara, Juan Pablo y de Nicolás para informarles la tragedia.

En la finca despedían a Juan Pablo Marín

Los cinco amigos, casi siempre solían reunirse en alguna casa de ellos en el casco urbano, como cuando tenían tareas escolares cuando cursaban primaria y secundaria.

También se encontraban para departir en ocasiones especiales, como sus grados de bachilleres el año pasado, o casi siempre se iban los fines de semana a la finca de Jacobo, donde la muerte los sorprendió, después de haber jugado sapo o de estar en el jacuzzi del predio que tiene piscina.

Masacre en Buga

Este lunes se llevó a cabo el entierro de los jóvenes asesinados en Buga.

Foto:

Santiago Saldarriaga. El Tiempo

Estaban despidiendo a Juan Pablo Marín, porque en la próxima semana se iba a Medellín, enamorado porque en la capital antioqueña vive su novia con quien sostenía una relación desde hace dos años y medio.

Allí, iba a estudiar Derecho. Aunque Juan Pablo, de 18 años, ya había iniciado esta carrera, en el pasado semestre y bajo la modalidad de virtualidad en la Universidad Santiago de Cali, se matriculó en una universidad de Medellín. Su mamá, quien es psicóloga del Batallón de Artillería No. 3 Batalla de Palacé de Buga, estaba orgullosa de quien le decía que quería ser el mejor abogado de Colombia y por eso lo apoyó en este sueño de abrirse camino en otras tierras.

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“Eran niños muy sanos sin vicios, alegres. Juan Pablo era muy alegre, inteligente y extrovertido. No salían a discotecas”, dijeron allegados del joven.

Dicen que hijo de tigre sale pintado. Así era Juan Pablo, como lo es su mamá, una guerrera, una mujer luchadora en el Batallón

“Dicen que hijo de tigre sale pintado. Así era Juan Pablo, como lo es su mamá, una guerrera, una mujer luchadora en el Batallón”, sostuvo el sargento Bernardo Mesa.

Es por eso que los padres de los cinco jóvenes –aunque Valentina era la menor del grupo a sus 17 años– estaban tranquilos en el fin del semana del 23 y del 24 de enero, porque las familias se conocen entre sí. Son familias de profesionales. Jacobo es hijo de un ingeniero civil y planeaba seguir los pasos de su padre. En los próximos días iba a arrancar el primer semestre.

Nicolás, por su parte, quería ser ingeniero mecánico. Ambos se graduaron del Liceo, uno en 2019 y el otro al año siguiente, y luego emprendieron viajes de estudios en el exterior. Jacobo estuvo el año pasado en un intercambio en Canadá y Nicolás, quien recientemente había cumplido los 18 años, había regresado a Buga, tras una estadía en Australia. Su afición por el hockey en patines también unió a estos dos jóvenes y así lo hicieron desde que estaban en el jardín infantil, representando a Buga en torneos departamentales y nacionales como miembros del Club Huracanes.

Masacre en Buga

Uno de los últimos hechos que se registraron fue la masacre de jóvenes en Buga. Imagen durante el entierro de las víctimas.

Foto:

Santiago Saldarriaga. EL TIEMPO

Nicolás, hijo también de una psicóloga, era muy cercano a Valentina, quien fue la última en recibir su grado de bachiller en el grupo de los cinco. Valentina y Nicolás llegaron a eso de las 7 de la noche del sábado 23 de enero a la reunión de Jacobo para bajar, de nuevo, a Buga, en la noche del domingo.

Valentina era la sobrina del empresario Nicanor González, fundador en 1954 de la empresa Transportes González, en Sincelejo (Sucre).

Aunque Valentina y Juan Pablo Marín estuvieron en un comienzo en el Liceo de los Andes, terminaron sus estudios en otros colegios de Buga. Juan Pablo se graduó de Las Marianas, donde amigos y directivas expresaron su repudio, como lo hizo el rector del Liceo, Robinson Lizcano.

Que esto no quede como una noticia en la semana, sabemos lo que ocurrió en Nariño (…) cuando ocho jóvenes en una reunión fueron asesinados

“Muy golpeados tristes, dolidos. No podemos caer en la resignación ni mucho menos en la impunidad. Este dolor de las familias nos une para manifestar nuestro rechazo. Que esto no quede como una noticia en la semana, sabemos lo que ocurrió en Nariño (la masacre de Samaniego, el 15 de agosto de 2020, cuando ocho jóvenes en una reunión fueron asesinados por hombres armados que irrumpieron en la casa donde estaban, muy similar a lo sucedido en Buga)”, anotó el rector.

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En el caso de Sara María García es hija del médico César Iván García, quien labora en el área de consulta externa en el hospital Divino Niño de Buga. Sara iba a comenzar en esta semana su segundo semestre de Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Universidad Tecnológica de Pereira.

En el caso de Santiago Tascón llegó a la reunión por ser amigo de Sara María.

CAROLINA BOHÓRGUEZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Cali

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