Redacción
Con esa triste noticia se levantaron ayer los trabajadores y vecinos del barrio Toberín (Usaquén), que distinguían desde hace años a Ricardo Cediel López, el dueño del área de montallantas del establecimiento, donde el pasado 8 de mayo fue víctima de un cruel ataque a bala.
A 20 días de que un sujeto encendiera a plomo al reconocido mecánico, sus excompañeros y antiguos clientes no salen del asombro que les causó ver cómo le quitaron la vida al humilde señor.
Bala en montallantas
Como todos los días, Ricardo llegó bien temprano aquel sábado al montallantas donde había trabajado durante alrededor de diez años. En una diligencia rutinaria, el señor de 54 años salió un momento por la cuadra del negocio ubicado sobre la Av. Carrera 15 con calle 165A, en Usaquén.
“Eran cerca de las 2 p. m. Él venía por esta cuadra después de ir por un material que necesitaba, cuando unos sujetos le llegaron por detrás y sin siquiera mirarlo o decirle algo, le dispararon”.
“Yo me aterré y salí corriendo adentro del local a esconderme, porque ellos me vieron, y fue tanto el susto que se me olvidó lo que pasó después”, narró a Q’HUBO un excompañero de Ricardo.
Así lo vivieron las demás personas de los locales aledaños. El terror y la incertidumbre de un hecho difícil de explicar, pues sus conocidos dicen que Ricardo no tenía problemas con nadie y vivía entregado al montallantas.
“Fue muy impactante, yo escuché unos cuatro tiros y le pegaron dos en la cabeza y otro abajo del pecho. La Policía llegó rápido, lo subieron a una patrulla y se lo llevaron a la Fundación Cardioinfantil”.
En ese lugar duró Ricardo batallando durante 19 días, hasta que la vida se le fue la noche de este jueves, dejando atrás toda una vida de tranquilidad y alegría.
Pero una pregunta aún no deja dormir a sus excompañeros, quienes a diario lo veían camellar muy juicioso. ¿Por qué lo mataron?
¿Equivocación mortal?
Los videos de las cámaras de seguridad demostraron que desde un carro descendieron los sicarios, quienes no dudaron en atacar a bala al señor. Según las pesquisas de la Policía, Q’HUBO conoció la hipótesis de las autoridades: todo habría sido un malentendido, los asesinos se equivocaron de víctima.
“Por aquí lo conocía todo el mundo, él vivía cerca al Parque Simón Bolívar, era amigo de todo el mundo, nunca había ofendido a nadie. Mantenía juicioso aquí todos los días, le decían ‘señor López’, trabajaba de lunes a sábado, tenía como cuatro hijos (dos mujeres y dos hombres). Era muy alegre hacía reír a todos”, dijo el excom
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