Redacción
Los hombres, al igual que las mujeres, tenemos ansiedades y miedos a la hora de enfrentarnos al sexo. Bien es cierto que los miedos de uno y otro género son diametralmente diferentes; las mujeres suelen tener miedos que más que con la sexualidad tienen que ver con la afectividad, mientras que la mayor parte de los miedos que tenemos los hombres tienen que ver con no rendir sexualmente como debiéramos.
Uno de los principales miedos que tenemos los hombres está relacionado con la impotencia. Esto se traduce con la dificultad que podamos tener en lograr una erección lo suficientemente grande como para poder iniciar y finalizar sin problemas el acto sexual.
Desde la sexología el término impotencia ha sido rechazado, hablándose más bien de disfunción eréctil. La impotencia en sí puede deberse a muchas causas, desde las de orden puramente fisiológico a variables que tienen que ver con la psicología de la persona.
Desde la psicología, y desterrado cualquier tipo de problema de erección eréctil, investigadores como W. Stekel hablan de que la impotencia sería producto de expresiones de odio preconsciente que tienen como objeto el castigar a la mujer, lo que finalmente se vuelve contra el propio hombre, el cual se ver martirizado con la idea de no poder satisfacer sexualmente a su pareja.
Otro de los temores que suelen tener los hombres a la hora de mantener relaciones sexuales es el de padecer eyaculación precoz. Este problema, la eyaculación precoz, afecta por igual a los hombres independientemente de la edad que tengan, ya que se da tanto en jóvenes, hombres de mediana edad o personas que han entrado en la senectud. La eyaculación precoz se puede manifestar en determinadas etapas de la vida o por el contrario ser un mal crónico.