Que es el partido diferente, dicen los hinchas. Que hay más motivación, aseguran los futbolistas. Que no importa cómo esté el rival, insisten los entrenadores. Lo cierto es que este es el partido en el que no cabe la duda o el parpadeo. El partido en el que no se vale caminar ni menospreciar. El partido en el que parece que se juega el doble o que se corre el doble. El partido del coraje y la enjundia. El partido en el que la sangre hierve. Santa Fe vs. Millonarios es el clásico de hoy, el clásico de siempre. Es el partido que se juega con la mirada en la tabla y con el corazón en la cancha, así lleguen tan diferentes. Se disputará este domingo, a las 8:10 de la noche, con señal de Win Sports +.
Millonarios avanza por una pendiente. Si se descuida se va al barranco de la eliminación. Santa Fe lo mira desde arriba, más cómodo, y le quiere dar el empujón final a su rival para hundirlo. Pero como se trata del clásico, todos saben que no hay presente que valga. Todos luchan por lo mismo, por no ceder ante el rival de las pesadillas. Ganar el clásico sería para Millonarios un resurgir, un despertar, un levántate y anda. Quien gana un clásico es capaz de eso, de levantarse y pelear. Para Santa Fe sería un envión extra en su objetivo de clasificación. Un empate perjudica más a los azules. ¿Pero quién quiere empatar el clásico?
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En la cancha, y a los costados, dos técnicos sudarán más que sus jugadores. Seguramente Alberto Gamero vibrara con mucha tensión. Se cogerá los crespos y manoteará y gritará, porque lo que tiene en juego es más que el mismo clásico, porque su equipo no aguanta más derrotas y necesita empezar a ganar. Millonarios solo ha ganado un partido este año, uno, y ese ‘uno’ pesa como miles en la espalda de Gamero, que dirigirá con los dientes apretados, bajo presión, así las tribunas estén vacías. Gamero confía, no deja de confiar.
“Por momentos los jugadores me han demostrado que sí hay equipo para estar en una posición mucho mejor y para pelear”, dijo el DT esta semana en entrevista con ‘Antena 2’, así, optimista, ilusionado con este partido.
Hárold Rivera, el técnico de Santa Fe, es un técnico que intenta mantener la cordura incluso en los momentos adversos. Aunque en Santa Fe no ha tenido muchos. Llegó en noviembre de 2019, cuando el equipo se descarriaba. Llegó para tapar un hueco en la vía, se quedó y encarriló el expreso. Hárold no tardó en convencer a los escépticos. Hoy Santa Fe está arriba en la tabla, con 16 puntos, nueve más que su rival, pero Rivera quiere más, quiere clasificar y quiere ganar este partido.
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«Hace un año veíamos la situación contraria: Santa Fe estaba muy abajo y Millonarios arriba, ahora es diferente. Por eso estoy tranquilo. Lo que se mostró en Pereira estuvo bien, y lo visto en los entrenamientos. Los jugadores muestran confianza y hay tranquilidad. Hace un año había caras de angustia”, dijo Rivera el pasado viernes.
El panorama es diferente por donde se le mire. Si en esta reanudación del fútbol Gamero perdió a Faríñez y Ortiz, y prende velas por la recuperación de Mackalister Silva; Rivera no perdió a Sambueza, recuperó a Seijas y ya tendrá disponible al goleador Diego Valdés. Si Gamero todavía busca una identidad; Rivera intenta no perderla. Si Gamero dirige bajo presión; Rivera lo hace con más comodidad. Si Gamero espera que su equipo reaccione; Rivera espera que el suyo no se confíe. Pero ni Gamero inicia el clásico perdiendo ni Rivera lo empieza ganando. La cancha decidirá, 90 minutos después, si Millonarios se levanta y pelea, o si Santa Fe se confía y se estrella.
La presión azul
En la antesala del partido la presión aumentó en las filas azules, más luego de la derrota contra el Once Caldas. Para colmo, un histórico del club como Carlos la ‘Gambeta’ Estrada le dio una estocada al equipo con una frase que le salió del corazón. “La verdad es que hay un poco de mariquitas en Millonarios. Solo quieren vestir la camiseta, pero no sudarla”, dijo, se sinceró sin ponerse rojo, exigiendo que los jugadores de ahora muestren el coraje de los jugadores de antes, que no den balón por perdido, que no se resignen, que defienden la camiseta y su historia. Quizá el regaño de la Gambeta sirva para que este equipo se sacuda o se llene de motivos para salir a demostrar en El Campín que todos están equivocados, que ellos están ahí porque lo merecen y porque pueden sacar el equipo adelante.
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“Tranquilidad no hay, pero sí hay confianza”, dice Gamero. “Hoy estamos tranquilos, pero no confiados”, responde Rivera. Ambos viven realidades diferentes, pero saben que el resultado del clásico siempre influye en la temporada. Puede ser el punto de partida de la resurrección de Millos, o el sello hacia la clasificación de Santa Fe. Por eso es el partido que todos llaman diferente, único y especial. El que no se puede perder.
Pablo Romero
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET
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