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MUCHO DE AGRIO Y POCO DE DULCE

Foto tomada del portal confidencialcolombia.com

Dos años del gobierno de Iván Duque, un presidente que le ha costado ser un mandatario para todos los colombianos y se ha dedicado a gobernar como si lo estuviera haciendo al interior de su partido Centro Democrático, rodeado de sus amigos o de personajes impuestas por su mentor el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Duque ha sido un presidente que parece no haber entendido que al ser elegido fue para gobernar todo un país y dejar a un lado las ideas mezquinas del partido de gobierno. Y el primer mandato ha debido de ser apostarle a la paz. Como presidente de todos los colombianos y apegándose a la Constitución, la paz debió ser uno de sus derroteros más importantes, pero Duque no entendió que no seguía al interior de su partido sino en la oficina presidencial del Palacio de Nariño. Es tan así, que siguió torpedeando el Acuerdo de Paz con las Farc, oponiéndose férreamente como cualquiera de sus copartidarios del Centro Democrático. De la misma manera pasó con la mesa de negociación con el Eln que encontró instalada y en marcha. Hizo caso omiso a ese diálogo que ya había empezado, lo dejó morir lentamente hasta que tuvo la estocada final en enero del 2019 con el atentado a la Escuela de Policía General Santander – Pasaron un poco más de 5 meses donde su gobierno no hizo absolutamente nada para retomar esos diálogos, cosa que hubiera podido haber evitado el horrible carro bomba que hicieron estallar los guerrilleros al interior de la Escuela.

La otra señal dada por Duque de no entender que estaba al mando de todo un país ha sido la falta de criterio para escoger a sus ministros y el personal que lo ha rodeado. Sus escuderos parecen más impuestos por su jefe Uribe que por un criterio real de servidores dispuestos a jugársela toda por Colombia y no por un partido de gobierno y sus intereses. Alberto Carrasquilla, su Ministro de Hacienda es un claro ejemplo de lo que digo. Un zorro viejo que trabajó al lado de Uribe, parece haber sido impuesto a Duque sin opción de chistar por parte de él. Y así, en su gobierno se han nombrado una cantidad de personajes cuestionados que han llegado a ministerios, embajadas y a entidades estatales sólo por ser afines a Uribe y no realmente por ser dignos de los cargos para los cuales fueron nombrados. Para la muestra sólo algunos nombres: Alejandro Ordóñez como embajador en la OEA, Viviane Morales como embajadora en Francia, la Ministra del Interior Alicia Arango, o el nombramiento de Jorge Rodrigo Tovar – hijo del paramilitar alias Jorge 40 – como coordinador de la oficina de víctimas del MinInterior – todo un insulto para quienes han sufrido la violencia de estos grupos delincuenciales.

Y llegó la pandemia y nuestro presidente se convirtió de la noche a la mañana en un gran presentador de televisión – para algo bueno le ha servido el Coronavirus – pero en un pésimo administrador de la tragedia que se vislumbraba cuando empezó todo esto por allá en marzo. Priorizar la economía sobre la gente fue algo que dejó ver desde un principio cuando trató de oponerse a las cuarentenas lideradas por la alcaldesa de Bogotá Claudia López – incluso sacó un decreto presidencial prohibiéndolas y lo echó para atrás a las pocas horas – .

Luego vinieron una serie de medidas desafortunadas como la pronta apertura para ciertos sectores de la economía. O la peor, poner dinero en los bancos – a beneficio del sector financiero – con el fin de que las empresas hicieran préstamos y se endeudaran con el fin de afrontar la pandemia. Esta ha sido una de las peores medidas tomadas por Duque, pretender que en medio de la crisis tanto micro, pequeñas y medianas empresas hicieran préstamos, algo totalmente sin sentido. Lo urgente era evitar la masacre laboral que en últimas no pudo evitar, el cierre de muchos sectores de la economía y la liquidación de sus trabajadores. Millones de personas perdieron sus empleos, sólo por la mezquindad de un gobierno de no asumir desde el mismo marzo, el pago de la nómina de esas empresas que tuvieron que cerrar debido a las medidas de la cuarentena. Sólo dos meses después, Duque entendió que había hecho todo al revés y creó el subsidio a la nómina. Una ayuda que llegó muy tarde cuando el desempleo superaba el 20%.

Y lo más reciente, la incapacidad de Duque de entender que en nuestra democracia hay tres poderes que son independientes: el Ejecutivo, a cargo de él; el Legislativo, a cargo del Congreso; y el Judicial, en cabeza de las Cortes, pero en especial de la Corte Suprema de Justicia. Su defensa de Uribe, sus declaraciones públicas expresando su pesar por la prisión domiciliaria de su jefe y, lo peor, el cuestionamiento implícito hacia el poder Judicial que ha tenido en sus intervenciones ha sido una muestra clara de no entender la independencia y el respeto de estos tres poderes, base de la democracia colombiana.

Duque no ha sido consciente de la dignidad del cargo de Presidente de Colombia, es decir de ser el mandatario de todo un país. Sigue enfrascado y encerrado en los lineamientos del Centro Democrático y de lo que su líder diga. Se tenía la esperanza que el 7 de agosto del 2018 cuando se le impuso la banda presidencial, Duque entendiera la magnitud e importancia del cargo que asumía, el reto era muy grande, pero en estos dos años hemos tenido mucho de agrio y poco de dulce.  

NOTA: No quería terminar esta columna sin hacer referencia a una gran sombra oscura y tenebrosa que ha opacado la elección de Duque debido al escándalo de lo que se conoce como la Ñeñepolítica, la entrada de dineros ilegales y compra de votos a la campaña presidencial por parte de José Guillermo Hernández, alias el Ñeñe a quien relacionan con vínculos de amistad con Duque. El Ñeñe fue vinculado a investigaciones por testaferrato y hacer negocios con Marquitos Figueroa, reconocido contrabandista y narcotraficante. Todo un escándalo donde ha salido muy salpicada la Campaña Duque Presidente. Y como para completar la historia mafiosa que se nos cuenta, el Ñeñe fue asesinado en Brasil hace dos años al mejor estilo de las vendettas de las mafias.

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