El horror se ha hecho presente en Cali, Colombia, con el espeluznante caso de un niño de 9 años que fue sometido a un cruel castigo por parte de una mujer que se desempeñaba como su tutora. El pequeño, alumno de la institución educativa pública Monseñor Ramón Arcila, no ha regresado a clases desde el 11 de marzo, dejando a profesores, directivos y compañeros de clase preocupados por su ausencia.
La terrible verdad salió a la luz cuando se reveló que el niño había sido víctima de un acto de violencia inimaginable en su propio hogar. Según informes policiales, la mujer que lo criaba en un entorno humilde del suroriente de la ciudad le quemó las manos en la estufa como castigo por haber cogido unos juguetes sin permiso.
Las autoridades policiales han proporcionado una fotografía que muestra las graves quemaduras sufridas por el niño en sus manos, lo que ha generado indignación y repudio tanto en la comunidad educativa como en vecinos del lugar y en las propias autoridades.
Ante esta situación escalofriante, la institución educativa actuó de inmediato, informando el incidente a las autoridades competentes. La Policía de Infancia y Adolescencia activó la ruta de atención con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) para brindar apoyo y protección al menor.
La gravedad de los hechos ha llevado a que la Fiscalía abra una investigación sobre el caso, la cual está a cargo del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI). La sociedad colombiana se encuentra consternada por este acto de crueldad y exige justicia para el niño víctima de tan aberrante castigo.
Este espeluznante incidente se suma a otro ocurrido apenas días atrás en el municipio de Candelaria, donde un niño de 5 años fue sometido a un castigo similar por parte de su propia madre, quien le quemó las manos en la estufa por tomar unas monedas. Estos casos ponen de manifiesto la urgencia de abordar el problema de la violencia infantil y garantizar la protección de los derechos más fundamentales de los niños en Colombia.