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No es hora de callar: El milagro del joven lgbti que estuvo 23 días en coma por una golpiza – Cali – Colombia

por Redacción BL
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El joven lgbti que se escapó a garras de la muerte por brutal ataque - Cali - Colombia


«Soy un milagro», son las palabras de Mauricio Montilla, quien hace un año sufrió una agresión brutal que lo dejó 23 días en coma y ahora -con 25 años y como un sobreviviente- mantiene la esperanza de recuperar su movilidad de antaño para volver a ser independiente como estilista en el Valle del Cauca.

La familia, que debió dejar su casa en el municipio de Florida, no tiene recursos para tratamientos especializados. Pero la mamá, con apoyo de otros dos hijos y familiares, ayudaron a Mauricio para que aprendiera a a hablar y caminar de nuevo.

De los atacantes nadie sabe nada, ni siquiera él como víctima, pues perdió la memoria debido a los traumatismos que sufrió.

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En la memoria de Mauricio Montilla Cuasapud, un joven estilista, no queda un solo destello de los 23 días en cuidados intensivos. También, está borrada la noche cuando un ataque brutal a golpes, piedras y abusos sexuales lo dejó al borde de la muerte.

El ultraje fue tal que perdió la voz y no podía siquiera levantarse de la cama. Lo único que no ha perdido es el abrazo de la familia, el cual le ha servido para prenderse del hilo de vida que le quedó al ser arrastrado y abusado por unas personas de las que ni sabe si les vio los rostros.

«Soy un milagro», dice ahora cuando debe seguir un tratamiento para el que no le alcanzan sus recursos.

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La pesadilla para Mauricio empezó cuando estaba trabajando en su proyecto de vida. Hasta el 2 de noviembre de 2019, el joven empezaba a ser reconocido por su habilidad como estilista profesional.

Venía de una infancia rodeado de amor, pero con un secreto que temía revelar.

Fue a los 14 años cuando decidió que no podía callar más. Le contó a su hermana y confidente, Ana María Cuasapud, quien lo escuchó tranquila. Él le dijo, entre casi lágrimas, que necesitaba salir del closet, pero que le asustaba lo que fueran a decir su familia, el vecindario y hasta en el colegio Nuestra Señora de la Candelaria, en Florida, sur del Valle del Cauca.

Un amor inquebrantable de mamá e hijo.

Foto:

Ana María Cuasapud

Ella le respondió: «cuenta conmigo», y le advirtió prepararse para no pocos momentos y palabras ofensivas.

Ana María tomó la iniciativa de contarle a la mamá, María Eugenia, sobre los sentimientos del adolescente. La confesión causó sorpresas pero se convirtió en un motivo de unión y respeto. dicen en casa.

Afuera el camino no fue sencillo, como lo anticipó Ana María. No faltaron los comentarios y hasta ofensas en la calles o el colegio. Sin embargo, Mauricio mantuvo sus convicciones y se volvió rumbero.

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El grado de Mauricio Montilla

El grado de bachiller de Mauricio Montilla.

Por esos días, siguió un curso de estilista en el Sena. Demostraba habilidades y consiguió un trabajo en el vecino municipio de Palmira, empleo que le servía para ayudar en los gastos de un hogar encabezado por una madre soltera que crío a Mauricio y Ana María hasta cuando consiguió otro compañero y vino otra hermanita.

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La noche fatal

Así llegó el 2 de noviembre de 2019, cuando Mauricio, a sus 24 años, la pasó en su casa del barrio San Jorge, en Florida.

Al atardecer, le dijo a su mamá que iría a una velatón en el centro Florida para rechazar los crímenes de líderes sociales e indígenas. «No recuerdo eso, me lo han contado», dice el joven.

No está claro si llegó al plantón. Algún testimonio indicaría que él habría estado allí y tomó camino de regreso pasada la medianoche.

Pero el ataque que dejó a Mauricio en agonía fue en una cancha, de iluminación precaria, al lado del polideportivo del barrio San Jorge, a dos cuadras de su casa.

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Lo que las autoridades recogieron entonces es que serían dos agresores. La víctima fue arrastrada y luchó, evidencia de esto fue que sus manos, codos y rodillas sufrieron laceraciones. Los golpes que lo pusieron en coma habrían sido con una piedra.

Hacia las 5:30 de la madrugada del 3 de noviembre, a doña María Eugenia le dijeron que pasaba algo grave con Mauricio.

Ella, con unos allegados, cruzó las dos cuadras para llegar con el corazón sobresaltado. Su hijo estaba bocabajo, no respondía a los llamados y tenía sangre en la cabeza. Los pantalones e interiores estaban a sus pies. Al lado había una roca con sangre.

En la angustia, la mamá lloraba e insistía que estaba vivo. La Policía ya había llegado y luego la ambulancia de los Bomberos que lo llevó a una clínica local, donde lo intubaron, le pusieron una sonda vesical y lo remitieron como un urgencia vital a la clínica Versalles, en Cali, a más de una hora en carro.

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En urgencias les dijeron que tenía trauma craneoencefálico severo. «Recibió unos golpes mortales en la cabeza», dijo entonces su hermana Ana María.

La familia y los colectivos de comunidades sociales lo pusieron en cadena de oración.

Luis Romo, quien era el enlace Lgbtiq en Florida, advirtió que ya se han presentado casos de transfobia y «uno tiene miedo porque le gritan cosas, pero lo que pasó con el joven llegó a un nivel impresionante. Por eso repudiamos este tipo de agresiones».

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Uno tiene miedo porque le gritan cosas, pero lo que pasó con el joven llegó a un nivel impresionante

La exdiputada Gessica Vallejo Valencia acompañó el rechazo por la agresión e hizo un llamado para evitar la impunidad. La Secretaría de Mujer, Equidad de Género y Diversidad Sexual puso el caso en Ruta de Atención de Víctima de Violencia.

La familia acudió al Sisbén y hasta a alguna tutela porque Mauricio trabajaba por servicios prestados.

En cuanto al día del hecho, la Policía no ha determinado si Mauricio llegó a la velatón. Un fiscal hizo una última diligencia en enero, desde allí no se ha vuelto a saber más del caso. «En el barrio él se llevaba bien con todo el mundo. Esto parece un caso de homofobia», aseguran allegados.

La historia fue quedando en el olvido, solo con una familia que rogaba al lado de un paciente conectado al que lo sometieron a una traqueotomía, un orificio en el cuello para permitir la respiración, y con sonda para alimentación.

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El 25 de noviembre de 2019 apareció la esperanza cuando Mauricio abrió los ojos. Fue una alegría en casa tras miles de desvelos. En cuidados intensivos les dijeron que era increíble, pero que faltaba su recuperación.

Finalmente, el 6 de diciembre salió de la clínica y llegó cargado como si fuera un recién nacido a su vivienda, la que luego tuvieron que dejar para alejarse de los recuerdos y temores.

Estuvo sin poder pararse de la cama durante unos cinco meses. Hoy, camina dentro de su casa, pero le da miedo salir solitario a la calle.
No ha recobrado su habilidad de estilista, por ahora le ayuda en la bisutería a una tía.

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La familia rodea a Mauricio Montilla

La familia rodea a Mauricio Montilla en su lucha por recuperarse de ataque de hace un año.

La evolución ha sorprendido a todos después de verlo postrado, cuenta Ana María.

Con En la clínica Versalles le ayudaron a recuperar el habla antes de finalizar el año. El tratamiento con neurólogo y terapias siguieron en casa. Todavía le falta camino, en especial en la movilidad. Debían seguían tratamientos en Cali, a más de una hora, pero los gastos desbordan las posibilidades.

Ana María le habla a Mauricio de todo el esfuerzo de su mamá: «Ella ha sido tu más fiel compañía, tu apoyo incondicional. No le importó empezar de cero contigo, no le importa volver a enseñarte a hacer todo lo que ya habías aprendido y sacrificar su vida a cambio de que la tuya vuelva a ser la de antes… y aunque tu memoria falle y a veces te sientas extraño, sabes que ella siempre ha estado y estará allí, que nunca estarás solo, que eres un milagro de Dios en nuestras vidas y que renaciste para ser ejemplo para otros. Eres un Guerrero digno de admirar«.

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Hoy, Mauricio dice que no sufre de pesadillas, hay tristeza pero no odio como el que le aplicaron cuando casi lo dejan sin vida. Le preocupa no tener cómo desplazarse para el tratamiento ni para gastos familiares.

El sueño es recuperarse y volver a ser independiente como antes. Y repite: «Volví a nacer. Así que si hay incrédulos, yo soy un vivo testimonio que delante de Dios no hay nada ni nadie».

CALI

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