Redacción
Es fácil deducir que hay censura a la prensa local si el Concejo guarda silencio cuando uno de sus miembros afirma en sesión plenaria que fue presionado por un periodista que le expresó su opinión por la irritante decisión de elegir una persona que aterriza desde Manizales directo al cargo de Contralora de Pereira.
Tal parece que, salvo contadas y silenciosas excepciones, en el Concejo de Pereira lo que vale es la recurrente excusa de la palabra comprometida de sus miembros y no las decisiones inconvenientes o ajenas al sentido de pertenencia, propias de la pereiranidad que tanto se exalta en ese recinto.
Es grave que, en el Concejo, el cálculo político y el interés personal estén por encima del interés público. Pereira no necesita concejales limpios de pertenencia que no sean las suyas. Pereira merece más; y sus concejales deben dar ejemplo de respeto por su investidura y por nuestra ciudad.
Nadie espera política con olor a santidad, pero al igual que en 2018 con la cuestionada votación del Parque San Mateo, ronda la sospecha del doble estándar de espaldas a los intereses supremos de Pereira.
Es ridícula la “denuncia” del concejal Gañán al decir en la plenaria que yo, con mi opinión, lo presioné por su anunciado voto por la candidata manizaleña a la Contraloría de Pereira. Gañán me dejó verde, como su Partido, cuando me mandó a hacerme elegir concejal.
Gañán y sus cuates olvidan en su inmadurez, que los periodistas de opinión hacemos control social cuando falla el control político para el que fueron elegidos.
Don Gonzalo Vallejo Restrepo se lamentaba de cómo en el Concejo de Pereira “hay uno que otro chisgarabís”, palabra sombría que yo desconocía y significa “hombrecillo de poca sustancia”.
A este absurdo, se suman la denuncia en algunos medios, que en esa elección hablan de $300 millones en coimas de un congresista caldense; “engrase” que exige pronunciamiento de esa Corporación aclarando ese presunto sórdido compromiso de plata por votos.
Puede ser, que como le dije a la concejal Nancy Henao, el joven Gañán haya sido gancho ciego de maniobras que se vienen denunciando. Él debe sincerarse. Lo que no excusa la censura al periodismo de opinión, que es la voz de los que no la tienen. Tengo un deber que no pienso esquivar. Si sobreviví al Covid, sobreviviré a la censura, porque Pereira me lo ha dado todo y le debo todo.
Históricamente el Concejo de Pereira ha sido foro por excelencia. Allí se discutían, sin rayas rojas y con rectitud, los destinos de la ciudad.
El Concejo debe ofrecer garantías de integridad, veeduría y libertad de expresión, porque si en Pereira ya no podemos ejercer el noble oficio de Camus, defenderemos con todo, ese derecho inalienable.
Columna publicada originalmente en El Opinadero.
