Opinión de Gabriel Meluk sobre la propuesta de una nueva liga de fútbol – Fútbol Colombiano – Deportes


Mientras los puritanos y los ‘opinadores vacíos de opinión’ reclaman “unidad” en el fútbol colombiano como las reinas de belleza que piden la paz mundial y el fin del hambre en Etiopía, hay una realidad indiscutible: el balompié profesional necesita una reforma radical que va desde el obvio cambio de rostros y de estilo de gobierno de los dirigentes hasta los temas más gruesos del reparto de los ingresos de TV, la distribución de ganancias por patrocinio y resultados deportivos, pasando, claro está, por la administración del poder, la gerencia, el organigrama y los sistemas de los torneos. A eso se le llama ahora la “reforma estructural” del fútbol nacional.

El anuncio de crear una ‘nueva Liga’ impulsada por un grupo de 16 equipos liderados por Nacional, Millonarios y América, los tres más grandes del país, es un viejo y legítimo reclamo, más allá del anuncio de cisma y de ese torneo paralelo sin reconocimiento de la Federación, la Conmebol y la Fifa.

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¡La idea viene desde el 2016!, cuando el por ese entonces famoso ‘G8’ (Nacional, Millonarios, América, Cali, Junior, DIM, Once Caldas y Tolima) planteó recibir más dinero de la TV y crear una junta directiva en la Dimayor para la toma de decisiones. No hay nada nuevo. La idea, que tiene su coherencia y su lógica, sigue siendo la misma.

Sin embargo, si el cometido de los 16 equipos era patear el tablero y reacomodar las fichas del poder y la plata como están puestas en las ligas de Europa (el primer mundo del fútbol), pues se quedaron corticos. Si se quiere dar un ‘golpe de estadio’, pues se da y ya. No se avisa. En este caso, ¡si se ladra, se muerde! El jueves pasado, esos 16 equipos gruñeron y mostraron los dientes, que, por ahora, no les alcanzan para pegar el mordisco.

La vía rápida y menos dolorosa para hacer esa “reforma estructural” sin amenazas separatistas está en los propios estatutos vigentes: necesitan 24 de los 36 clubes para hacer los cambios. Hoy les faltarían entre seis y ocho.

Si el cometido de los 16 equipos era patear el tablero y reacomodar las fichas del poder y la plata como están puestas en las ligas de Europa, pues se quedaron corticos

Armar rancho aparte bajo la premisa de que por el peso de su audiencia televisiva y su capacidad de atraer patrocinios hará que quién sabe cuándo reciban los reconocimientos de la Federación, la Conmebol y la Fifa tiene algo de pueril y de ingenuidad: ¡no los dejarían ni jugar, no podrían negociar ni un guayo de un jugador con ningún equipo internacional!

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La amenaza de excluir a Santa Fe y los demás de la cuerda opositora es el claro rechazo que les tienen por los modos, maneras y estilos con los que han expresado su desacuerdo e intentado mantener el poder, incluso llegando a plantear no jugar en la reanudación de la actual Liga, suspendida por la pandemia de la covid-19. Es imposible desconocer la grandeza y el peso que tienen en la industria Santa Fe y su hinchada.

Vender la idea de que hay que crear una nueva gerencia moderna, innovadora y efectiva para el fútbol colombiano es fácil. Y se compra igual. No hay que temerle a la división. Por el contrario, no hay nada más peligroso que el unanimismo. Los llamados “cambios estructurales” en el fútbol colombiano son indispensables para dar el famoso salto de calidad que tanto se reclama, pero por más envalentonados que estén los 16 equipos liderados por los más grandes, no parece la mejor opción crear esa ‘nueva Liga’ marginal que los sacará de entrada no solo de competencias internacionales, sino del mercado mundial de transferencias.

Es por la vía de la política, de la negociación (dando, recibiendo y cediendo), que se podrán conseguir los seis u ocho votos que hacen falta para adelantar las reformas necesarias, sin perder de vista el curso que tome la investigación de la Fiscalía por el caso de la reventa de boletería de la pasada eliminatoria, que ya generó una multimillonaria sanción institucional de 16.000 millones de pesos de la Superintendencia de Industria y Comercio.

Partiendo de la hipótesis de que hay dos grupos, los 16 equipos de la ‘nueva Liga’ y los 12 de la oposición, y que lograr que alguno de ellos cambie de bando sería más difícil, la clave está, de entrada, en conseguir el apoyo de estos ocho equipos: Cali, Junior, Barranquilla, Bucaramanga, Boyacá Chicó, Bogotá, Fortaleza y Real Cartagena.

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Que los equipos grandes y que producen más ingresos a la industria del fútbol y que los que obtengan mejores resultados deportivos ganen proporcionalmente más dinero tiene toda la lógica. Que los grandes tengan, además y por lo mismo, mayor poder de decisión tampoco es un disparate. ¡Eso es lo que pasa en las Naciones Unidas con el Consejo de Seguridad!

No hay que preocuparse por la falta de unidad. Por el contrario, los grandes cambios que implican plata y poder se logran, a veces, sacudiendo el árbol, así se quiebren unas ramas…

Meluk le cuenta…
Gabriel Meluk
Editor de Deportes
@MelukLeCuenta

Fuente de la Noticia

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