Redacción
Cerrar las brechas existentes entre hombres y mujeres es uno de los principales objetivos que se han trazado los gobiernos pero, en los últimos dos años y tras el golpe de la pandemia, en el país se perdieron varios avances en materia de equidad.
Antes de que la covid-19 sacudiera la economía, la diferencia laboral entre ambos géneros no era tan profunda. Para febrero del 2020, previo a la llegada del virus, la tasa de desempleo masculina se situaba en 9%, mientras que la femenina llegaba a 16,5%, con una disparidad de 7,5 puntos porcentuales. En el punto más álgido de la crisis sanitaria, en mayo del 2020, la desocupación de ellas alcanzó un 25,4% versus el 18,6% de su contraparte.
De acuerdo con Paula Herrera Idárraga, profesora de Economía de la Universidad Javeriana, buena parte del impacto que sufrieron ellas tiene que ver con que los sectores más afectados fueron aquellos en los que hay predominancia de personal femenino. “Y es que no necesariamente en todas las crisis las mujeres han sido más perjudicadas que los hombres –explica–: depende de a qué sectores golpean más. Lo que sucedió con la pandemia es que las medidas que se tomaron aquejaron aquellos que necesitan contacto humano, como servicios, educación, salud y trabajo doméstico, que son altamente feminizados”.
A pesar de que en los últimos meses esta situación ha mejorado, la brecha parece estarse profundizando.
En enero de este año, en comparación con el mismo mes del 2021, se recuperaron 1,58 millones de empleos, de los cuales 913.000 fueron ocupados por mujeres y, aunque la tasa de desempleo femenino se redujo a 19,4% tras llegar al 21,4% en enero del 2021, la inequidad de género aumentó. En los hombres, el desempleo se ubicó en 11,2%, mientras que hace un año esa cifra era del 14,5%.
El menor acceso al mercado laboral, y por ende a los ingresos, también repercute en las condiciones de pobreza que, el año pasado, a nivel general, se incrementaron.
La categoría de pobreza monetaria, medida en términos de ingresos, subió de un 30,5% de la población a 42,5% en el 2020. Para las mujeres, ella llegó al 46,7% de la población, mientras que para los hombres se ubicó en 40,1%. Aún está pendiente la divulgación de los datos del 2021.
CARGAS DE CUIDADO
Otra de las razones por la que esta crisis tiene rostro de mujer tiene que ver con las cargas de cuidado, que aumentaron a raíz de los confinamientos. Según Herrera, por un lado ellas fueron quienes asumieron buena parte de las responsabilidades en labores de cuidado de niños que hasta hace poco estaban en educación virtual, pero, por la naturaleza de sus oficios, también muchas fueron relegadas y obligadas a permanecer en casa.
Durante el primer mes del año 2022, 14,5 millones de personas estaban fuera de la fuerza de trabajo. De ellas, 8,75 millones dijeron dedicarse a oficios del hogar y, de estos, 7,5 millones eran mujeres
Además, según la última Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (Enut), divulgada a finales del año pasado, por cada 3 horas y 6 minutos que en promedio dedican al día los hombres a labores de trabajo no remunerado en Colombia, las mujeres destinan 7 horas y 46 minutos.
De acuerdo con el reporte, y en comparación con la última publicación de la Enut para el periodo 2016-2017, en el 2021 se vio un aumento tanto en trabajadores del género masculino como femenino que dedican su tiempo, pero sin recibir pago alguno. A labores de servicios de cuidado, en el propio hogar o en otros hogares, trabajo doméstico, servicios de apoyo, abastecimiento de agua y combustible, autoconstrucción y reparación de la vivienda.
Mientras que entre el 2016 y el 2017 el 61,4% de los hombres realizaba trabajos no remunerados, para el periodo 2020-2021 ese porcentaje ascendió a 63,4%. En el caso de las mujeres, pasó de 89,3% de la población a 90,4%.
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