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Porteros buscan soluciones ante el avance de la tecnología y la pérdida de empleos

by Redacción BL
Porteros buscan soluciones ante el avance de la tecnología y la pérdida de empleos

Hace unos cinco años llegaron los
“ojos de halcón”, un sistema de videovigilancia remota. Estos comenzaron a
ocupar el lugar de muchos porteros que antes estaban presentes en carne y hueso.
A esto se sumó el covid-19, situación que dejó a muchos de estos trabajadores
sin empleo. Hoy el gremio está planificando soluciones para paliar el efecto de
ambos factores.

Cada vez son menos los edificios
que utilizan los servicios de porteros o que utilizan servicios tercerizados
para, de esta manera, bajar el monto de los gastos comunes. A esto se suma que
desde hace unos cinco años atrás comenzó a hacerse común digitalizar el sistema
de vigilancia a través de un servicio remoto ofrecido por grandes empresas de
seguridad. Aunque, muchas veces, este tipo de tecnología se utiliza de manera
de apoyar el puesto del portero, otra veces solo quita al ser humano y se
adueña del puesto.

A la pérdida innegable de puestos
laborales por el advenimiento de la tecnología, se suma la pandemia por
covid-19, y es casi obvio, porque muchos de los porteros que pueden verse
trabajando en Montevideo superan los 60 años, lo que los vuelve población de
riesgo.

“Estuvimos en la primera línea de
exposición cuando el coronavirus llegó porque nunca dejamos de trabajar. Como
el portero suele ser una persona de más de 60 años, hubo muchos compañeros que
fueron enviados para sus casas, y tuvimos casos en que ya no los volvieron a tomar
porque podrían enfermarse”, explica Óscar Fernández, portero desde hace casi
dos décadas y desde 2019 presidente de la Asociación de Porteros de Casas y
Apartamentos, con local en la calle Jackson 1144.

Trabaja en la portería de un
edificio del barrio Cordón, detrás de la Facultad de Derecho de la Universidad
de la República y tiene por compañero a un tótem, esas máquinas que se encargan
de la videovigilancia remota. Fernández definió a los porteros como “el centro
y la llave de un edificio”, y en base a ese rol es que día a día se vuelven
personas de confianza para los habitantes de la construcción, situación que los
lleva a trabajar durante décadas en el lugar e, incluso, cohabitar.

“Hoy en día lo que más nos
preocupa son las fuentes de trabajo. Es lamentable decirlo, pero el portero es
un empleo que está en vías de extinción porque con toda la tecnología que hay,
el “ojo de halcón” o tótem, como le dicen, están sacando trabajo a las personas
físicas, aunque estos elementos no sustituyen jamás a los seres humanos”,
reflexiona al ser consultado sobre el punto de lucha principal de la asociación
que preside.

El ojo del halcón es una
tecnología que fue lanzada en 2015 en el país, según indica la página de
Prosegur, “para la protección integral de los habitantes”. Además de
vigilar los accesos de entrada de la propiedad, el operador puede sumar
funciones como el monitoreo de señales de emergencia, fallas de ascensores,
control de portones, iluminación exterior y bombas de agua, por ejemplo.

Actualmente y, en general, cuando
un portero se retira o es despedido, ya no es suplantado por otra persona, sino
por la tecnología anteriormente nombrada. “Ya no nos cubren con otra persona,
nos cubren con una máquina y ese es el gran problema en el que estamos
trabajando”, lamentó Fernández. Indicó que se está tratando de ver cómo
acompañar a la tecnología, ya que entienden que esta no dejará de avanzar
nunca. “Queremos ver cómo hacer para que no nos desplace tan fácil, ya sea a
través de la implementación de impuestos desde DGI o BPS, o con alguna
regulación similar”, explicó.

Ahorrar dinero pero perder servicios

Fernández sostuvo en entrevista
con La Mañana que, a su entender, en
todos lados están gobernando las máquinas y las personas están siendo
desplazadas de diferentes espacios. “Si uno mira los nuevos edificios que están
en construcción o recién terminados, ya ve que, automáticamente, se instalan
las máquinas de vigilancia remota con alguien que, de seguro, ni siquiera esté
en el país, y no contratan a un portero tradicional”, relató.

En ese sentido explicó que el
portero “es muy caro para el edificio”, ya que cuando se trata de personal
físico, en general, se deben abonar compensaciones por apartamentos, por
garajes, por cuidado de ascensores y jardines, “entonces eso va sumando más
gastos comunes. Y si la administración va a contratar algún servicio, es lógico
que quiera que sea barato, y no tan caro como un portero”, entendió.

El entrevistado está a cargo de
un edificio de 61 apartamentos, cobra antigüedad, ascensor, cochera y
apartamentos. El sueldo que posee está entre $36.000 y $38.000 con todas las
compensaciones incluidas. El sueldo básico de un portero en este momento es de
$26.324 por 8 horas, pero al sumarle los ítems nombrados es que se despega de
ese monto, y varía. Además, a quienes tienen ese puesto se les incluye una
partida anual por la vestimenta que ronda los $8.300. A esto se suma el
aguinaldo y el salario vacacional, “que eso no se le paga a un tótem, y por eso
digo que el portero es caro para un edificio. Un tótem sale unos $56.000 fijos
por mes”, agregó.

La base en la confianza

La pandemia llegó y fuentes de
empleo se perdieron, “de esas que no se recuperan más”, detalló Fernández en
esa línea. Aseguró que siempre estuvieron luchando por el cuidado sanitario de
cada persona que vive en los edificios, y recibieron de la administración un
protocolo que obligaba a que los trabajadores estuvieran de guantes, con
alcohol en gel y tapabocas.

“Fue eso lo que hicimos y
seguimos tomando medidas. Pero recientemente salió un artículo en un medio de
prensa uruguayo, diciendo algo así como que nosotros también teníamos el papel
de “detectives” para cuidar la propagación del covid-19. Nosotros no podemos
decirle a alguien que haya llegado del extranjero que no puede salir y que haga
cuarentena, es muy complicado hacer algo así sin que se genere un mal momento”,
explicó.

El entrevistado se reconoce como una persona de confianza para los habitantes del edificio en el que trabaja. “Me llaman antes que a cualquiera cuando pasa algo, primero a Óscar y después a quien se tenga que llamar. Eso me lo gané a través de la confianza día a día. Imaginate que hay personas que se van de viaje y me dejan las llaves de su casa o su vehículo. Pero de ahí a decirles lo que tienen que hacer es otra cosa”, aseveró.

Los porteros y el aumento de la inseguridad

El portero no solo es quien abre la puerta, ayuda con tareas de mantenimiento o cuida las llaves, también es el encargado de controlar la seguridad del lugar. Fernández se refirió a la inseguridad y dijo que ha notado un crecimiento en los últimos años, y más para quienes trabajan en la noche.

“Además hay muchas personas que circulan y viven en la calle y quieren acostarse en las puertas de los edificios, tocan timbre a ver si alguien les abre la puerta, si se le puede ceder la entrada. Otras veces sucede que, por algún motivo, un portón queda abierto y entran y se llevan cosas. La inseguridad siempre está latente”, dijo.

A esto agregó que por ese motivo es que están en total desacuerdo con el tótem, “porque hay un problema mecánico en un ascensor o un portón no cierra bien y no se va a mover para hacer algo. Sin embargo el portero sí, es todo en un edificio, a veces hacemos sanitaria, pintura, lo que vaya surgiendo. Si pasa algo el portero debe estar y solucionarlo”, puntualizó.

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