Proceso de paz: Delegado de la CICR habla sobre acuerdos de paz – Proceso de Paz – Política

“Yo creo, y así lo percibí desde que llegué al país, que Colombia es mucho mejor de lo que diversos colombianos piensan. En distintas oportunidades advertí un pesimismo que no se puede entender muy bien y uno tiene la impresión de que a causa de ese pesimismo el país va a explotar. Y no es así. Cuando uno ve la resiliencia de las personas que habitan en diferentes zonas de Colombia, sentí mucha admiración por ellas, porque es un sentimiento muy fuerte, y lo que uno podría desear es que haya más confianza, porque claramente el país avanza, tal vez no siempre al ritmo que todo el mundo quiere, pero avanza y hace progresos”.

Así se despidió del país el jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Christoph Harnisch, quien viajó aprovechando un vuelo privado del Gobierno holandés rumbo a Ámsterdam, para continuar su viaje hacia Bagdad, capital de Irak, donde debe cumplir una nueva misión humanitaria en esta complicada región del mundo.

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Harnisch llegó a Colombia en el 2014, a comienzos de las negociaciones de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc, y se encontró con la resistencia del grupo guerrillero para aceptar al Comité Internacional de la Cruz Roja como facilitador de esas negociaciones, alegando que el CICR no había sido lo suficientemente contundente en protestar contra el Gobierno de Colombia, por haber usado en el helicóptero las insignias de esta organización, durante la exitosa Operación Jaque.

Harnisch confirma la versión: “Fue una experiencia difícil porque estaba en juego no solo el nombre del Comité Internacional sino también la neutralidad de nuestra misión. Por fortuna superamos esta dificultad rápidamente y debo decir que hubo una buena recepción de parte de nuestros interlocutores y pudimos convencerlos de que el CIRC en el desarrollo de estas operaciones sería neutral frente a todas las partes. Fue un episodio muy difícil y debo admitir que todavía hoy, en algunas zonas del país cuando los delegados se encuentran con miembros de grupos armados, la Operación Jaque es mencionada y entonces ahí escuchamos críticas hacia nosotros”.

Superado este impase el CICR acompañó a partir de ese momento en todos los operativos, salidas y entradas de guerrilleros hacia Cuba, después de concertar con los gobiernos de Venezuela y Cuba su colaboración durante estas acciones que permitieron finalmente el Acuerdo de Paz en La Habana.

“Empiezo por decir que este capítulo de la historia de los conflictos en Colombia ha sido un evento muy importante para el CICR porque ahí se pudo demostrar en las distintas operaciones, el valor agregado de una organización humanitaria que durante muchos años ha tenido contactos con los diferentes gobiernos de Colombia y con las estructuras de las Farc u otras guerrillas. No hubo muchos obstáculos, yo creo que lo importante fue la planificación y no se descuidó ningún detalle y se actuó con total claridad y transparencia con todos los sectores involucrados, incluidos los países garantes de las partes, como Noruega, Cuba y Chile. Fueron horas y horas de discusiones sobre protocolos, en donde se evidenció un gran profesionalismo de todas las personas involucradas. Para mí fue muy sorprendente y admirable, porque hay que tener en cuenta que estas operaciones se hicieron en un entorno muy diferente al de hoy, en medio de un conflicto armado activo”, agrega.

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Para mí fue muy sorprendente y admirable, porque hay que tener en cuenta que estas operaciones se hicieron en un entorno muy diferente al de hoy, en medio de un conflicto armado activo

Durante ese periodo de negociación, el CICR intervino para que las Farc entregaran a menores reclutados, a personas secuestradas y a desaparecidas. Eso es así, me dice mi entrevistado:

“En este proceso hay algo particular que destaco. A partir del mes de mayo de 2014 se planteó, al Gobierno y a las Farc, la idea de realizar la discusión de la solución de tres problemas humanitarios: el problema de los niños reclutados, el desminado y el de las personas desaparecidas por causa del conflicto armado y el CICR pidió que paralelo a estas discusiones sobre los puntos de la agenda, que los negociadores hicieran esfuerzos para tratar estos problemas y es así que las partes a partir de septiembre de 2015 llegaron a un acuerdo en la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas y se adoptaron unas medidas inmediatas para iniciar el proceso de búsqueda de todos los desaparecidos. Estos acuerdos construyeron una cierta confianza entre los negociadores, pero lo importante fue mostrarle al país que existían graves problemas humanitarios y esto había que resolverlo de la manera más neutral. En este sentido, el acuerdo de paz puede ser un ejemplo para futuras negociaciones, ya que lo que comúnmente se hace es negociar primero los puntos de la agenda y los temas humanitarios se dejan para después del acuerdo.”

La entidad desde hace muchos años tiene contactos privilegiados con la Policía Nacional y en diferentes niveles con las Fuerzas Militares. Yo diría que el nivel de diálogo que tenemos, el respeto que tiene la misión del CICR y el apoyo en algunas situaciones es ejemplar.

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Obviamente en este diálogo hay una dimensión muy confidencial, porque con las Fuerzas Militares y Policiales hablamos a nivel de las regiones, pero también a nivel de Bogotá, sobre violaciones al DIH y otros asuntos que tienen que ver con nuestra misión, pero en forma confidencial.

Me sorprendió al inicio la lentitud en la creación de la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos porque había una dinámica muy clara de poner en práctica este organismo. Claro está que un Acuerdo de Paz es una cosa y aplicarlo es otra, en un país que tiene sus instituciones, sus leyes, su constitución, lo que requiere mucha consulta y en ese sentido la lentitud se explica simplemente por la existencia del propio Estado.

En diálogo que tuvimos con el partido Farc, sobre las personas desaparecidas, entendimos que se necesitan unos esfuerzos muy importantes.

Lo bueno es que en algunos temas el muy mencionado Enfoque Territorial se empieza a respetar. Desde el 2016 hemos estado observando dinámicas conflictivas nuevas y el reordenamiento de los actores armados y esto dificulta bastante la situación.

Obviamente la implementación de muchos aspectos del Acuerdo de Paz se ha complicado en algunas zonas, porque hubo no solamente nuevos grupos armados sino también la llegada de un número muy importante de venezolanos y esto dificultó su funcionamiento.

Yo diría que en la perspectiva del CICR la puesta en marcha es lenta, hay muy buenos ejemplos, pero yo creo que los que dicen que esta implementación está muy mal se olvida de dos cosas: lo primero es que este acuerdo está ahí y no va a cambiar y se verá dentro de muchos años y habrá siempre fuerzas que no renunciarán a que se implemente.

Que haya frustraciones eso es normal. Y lo que el CICR ve es que se requiere más trabajo de lo que uno se imaginaba durante la negociación, sin olvidar que es un acuerdo de 314 páginas, muy ambicioso y mi lección personal es que la implementación es mucho más difícil de lo que la gente anticipa y es mucho más lenta y expuesta a todo tipo de influencias.

Durante la fase inicial vimos, sobre el terreno, dos cosas importantes: primero la salida de las Farc en las zonas veredales como un proceso bien organizado, profesional y de mucha disciplina de parte del Ejército y de la Policía, de parte de los guerrilleros mismos y esto fue un ejemplo.

Habrá siempre fuerzas que no renunciarán a que se
implemente

La población civil en estas zonas reaccionó en forma positiva. Lo que sí hay que anotar es que no se concibió un plan para copar estos territorios y hubo un tiempo en esta fase inicial sin control efectivo, sin instituciones que impusieran el orden y la ley. Entonces estas zonas quedaron en un limbo, lo que permitió que ciertos elementos se aprovecharan, incluido el narcotráfico y otros delitos.

Esta realidad hizo posible que grupos diversos coparan territorios, influenciando en forma negativa a la población civil y “reclutando” y ofreciendo “trabajo” tanto a menores como a adultos. La población civil con la cual nosotros he tenido contactos antes, durante y después de la negociación, nos dijeron muchas veces que no entendían por qué no hubo esta llegada de algunos servicios del Estado y lo hemos repetido muchas veces. Y no ha ayudado mucho que en algunas zonas llegó la Fuerza Pública, pero no el Estado.

En zonas como el Catatumbo, bajo Cauca, norte de Antioquia, Nariño, Cauca y Putumayo, se han vuelto más complicadas en términos de análisis hoy, porque han aparecido grupos violentos y lo que es muy preocupante es que en algunas regiones la gente nos dijo: “nosotros no sabemos quiénes integran esos grupos armados y no entendemos por qué el Estado, con entidades de servicio, no había hecho presencia de manera simultánea a la salida de la guerrilla. No hay la misma realidad que hace quince o diez años, hay otra más compleja con estos grupos que tienen distintos intereses, no solo la cocaína”.

No tanto como hubiera querido, pero confieso que me marcó la lectura de la novela “La mala hora” de García Márquez. Me impactó porque trabajando con nuestros equipos, hablando de lo que es la situación en muchas veredas y municipios una de las problemáticas que siempre se comenta es la utilización de la amenaza.

No tanto como hubiera querido, pero confieso que me marcó la lectura de la novela “La mala hora” de García Márquez

En los 120 municipios donde tenemos presencia se ven los efectos muy negativos de las redes sociales que se utilizan para crear terror a través de la amenaza, como en ‘La mala hora’. “Es algo terrible”.

HERNANDO CORRAL G.
Para EL TIEMPO

Fuente de la Noticia

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