Por más activa que sea en las redes sociales, ¿podrá la senadora María Fernanda Cabal incidir en el resultado electoral de Estados Unidos, una megapotencia que tiene 323.952.889 habitantes? Ella misma se declara sorprendida del poder que ahora se le adjudica.
(Puede leer: María Fernanda Cabal se la juega toda con Donald Trump)
Sin embargo, tras el jalón de orejas del embajador de Estados Unidos en Colombia, Philip S. Goldberg, con el que exigió a los dirigentes políticos nacionales, no involucrarse en las elecciones presidenciales que se realizarán en su país este 3 de noviembre, todas las miradas se dirigen a ella.
“El éxito de las relaciones entre EE. UU. y Colombia a lo largo de muchos años ha sido basado en apoyo bipartidario. Insto a todos los políticos colombianos a evitar involucrarse en las elecciones estadounidenses”, escribió Goldberg sin hacer ninguna referencia particular.
¿Entonces? El nombre de ella gravita en la discusión desde que fue puesto en letras de molde por varios análisis de la campaña, entre ellos el del medio WLRN, que publicó un amplio informe titulado “¿Está Colombia interfiriendo en las elecciones estadounidenses con las tácticas que exportó a Florida?”.
(En contexto: ‘Insto a políticos colombianos evitar involucrarse en las elecciones’)
Además de la mención allí consignada hay que hacer una radiografía del muy complejo sistema electoral de Estados Unidos para entender el por qué de esta situación.
En Estados Unidos la elección se gana tras conseguir el mayor número de votos del llamado Colegio Electoral. Los ciudadanos con su voto, en realidad, escogen es el llamado Colegio Electoral, un organismo conformado por 538 electores. El que logre 270, celebra.
Cada estado tiene derecho a un número determinado de votos para ir al Colegio Electoral. El candidato que gane en New Hampshire, por ejemplo, solo tendrá 4 votos. Mientras que el gane en Florida se llevará 27 votos. Es decir, el 10 por ciento de la cifra mágica de 270.
¿Por qué a pesar de ser un territorio tan extenso el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden han centrado sus esfuerzos en esta recta final en un puñado de estados nada más?
La respuesta pasa por la historia de los resultados. Alabama, por ejemplo, es un bastión de los republicanos, mientras que en California ha ganado el Partido Demócrata en todas las presidenciales desde 1992.
De ahí, que los candidatos deban focalizar su campaña en lo que se llaman «estados péndulo». Florida es uno de ellos. Allí hoy la lectura de las encuestas muestran una incertidumbre y una certeza.
La primera pasa porque cualquiera de los dos puede ganar. Nadie se atreve a apostar quién será aquí el vencedor. La segunda, en cambio, es una garantía absoluta: quien gane Florida, gana las elecciones.
Con sus 22 millones de habitantes, Florida es considerado como el mayor de los «estados péndulo». En 2012, Barack Obama triunfó allí con solo 0,9% de diferencia frente a Mitt Romney y, en 2008, con 2,8% frente a John McCain.
(No se quede sin leer: María F. Cabal: ‘El trino del embajador de EE UU es desafortunado’)
Pero esta muy escasa diferencia se vio aún más tenue en las dramáticas elecciones de 2000. Bush y Al Gore empataron con el 49% de los votos de los 6 millones emitidos en el estado, con una ligera ventaja de 1.784 boletas para Bush que luego se redujo a 537. Sí, 537 votos nada más sobre quien fuera el compañero de fórmula de Bill Clinton en sus exitosas campaña en 1992 y 1996.
En esta oportunidad, vio como la victoria se le iba de las manos con un resultado difícil de creer. Como la diferencia era menor al 0,5%, la ley de Florida obligaba a repetir los conteos en los condados donde un mar de dudas anegaba la elección del hombre más poderoso del planeta.
La entonces secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, cercana al entonces gobernador Jeb Bush, hermano del candidato republicano, dio un golpe sobre la mesa frenó los recuentos y así George W. Bush obtuvo la victoria en Florida y, con ello, los votos del estado necesarios para la Presidencia.
Así las cosas todas las miradas están puestas sobre los 67 condados de este estado.
Los analistas temen que si Biden no obtiene un triunfo claro, Trump alegará que esto no es así y podría llevar al país a una discusión sin fin mientras el continúa en la Casa Blanca con el natural poder que esto le confiere.
Todo indica que Biden tiene una oportunidad para ganar por vía electoral y parte de la evidencia de eso es la constante repetición de Trump de que podría no respetar el resultado de la elección
En un artículo publicado en EL TIEMPO el pasado domingo, el laureado periodista Jon Lee Anderson advirtió: “Todo indica que Biden tiene una oportunidad para ganar por vía electoral y parte de la evidencia de eso es la constante repetición de Trump de que podría no respetar el resultado de la elección. Si él tuviera la victoria asegurada, ¿hablaría así? Y aunque respete su derrota, Trump tiene dos meses y medio en el poder para complicar las cosas aún más, hasta el último momento. Por lo tanto, aunque gane Biden, es un momento preocupante y nadie sabe qué podría pasar después. Sabemos que a Trump básicamente lo impulsa la maldad, no la bondad. Entonces puede causarnos un enorme daño antes de irse”.
Incluso, hay temor que el afán de Trump de elegir a las carreras a Amy Coney Barrett, en la Corte Suprema, es por si llegara a necesitar esta instancia. Hoy el tribunal supremo quedó integrado por seis magistrados conservadores y tres progresistas.
(Además: Uribe hace pública ‘admiración’ por candidata a congreso de EE. UU.)
Y es que el sistema electoral incluso le permite a Trump ganar perdiendo. De hecho, en las elecciones de 2016, Hillary Clinton consiguió más de 2,8 millones de votos que Trump (65.844.954 frente a 62.979.879) en el país, pero perdió Florida. Esos 27 votos del estado se fueron para el republicano.
Trump obtuvo el 49,1 por ciento del escrutinio frente a 47,8 de Clinton, esto 4.577.375 y 4.445.680 votos, respectivamente.
De ahí, la importancia monumental que en estas elecciones adquiere cada voto en Florida. Como lo escribió Ana María Jaramillo, corresponsal de EL TIEMPO en Miami, la trascendencia del voto colombiano se ha valorizado porque es la segunda fuerza electoral hispana del sur de la Florida (después de los cubanos) y la cuarta del estado (después de los cubanos, puertorriqueños y mexicanos).
No es extraño por eso que en su campaña, el presidente Donald Trump haya dicho que Biden no apoyará a Colombia y que haya puesto en órbita el nombre de una figura como la de Gustavo Petro, en supuesto asocio con el candidato demócrata.
Según The Pew Reserch Center, en el 2018 en Florida había 248.000 colombianos elegibles para votar, un 102 por ciento más que en el 2008. De estos, el 52 por ciento es de sexo femenino, el 56 nació en Colombia y se naturalizó, el 31 tiene un título universitario, el 52 habla inglés muy bien y su edad promedio es de 46 años.
A pesar de que no hay datos oficiales de cuántos colombianos votaron en las elecciones del 2016, se estima que alrededor de un 70 por ciento lo hizo por Hillary Clinton, y aunque la demócrata perdió en el estado, sí ganó en los condados más poblados, los tres del sur de la Florida: Miami-Dade, Broward y Palm Beach, el de Hillsborough (donde está Tampa) y el de Orange (donde está Orlando), todos ellos donde están localizados la mayor parte de los connacionales.
“El colombiano tiene unos niveles de participación electoral muy bajos, no es un grupo tan disciplinado como el cubano, en parte porque hasta ahora no ha tenido una figura como (Fidel) Castro o el odio a un sistema como el comunista, que los unifique alrededor de las urnas”, afirma para EL TIEMPO Eduardo Gamarra, profesor de la Universidad Internacional de la Florida.
(Puede leer: Trump ataca a Biden y dice que «socialista Petro» apoyó su campaña)
Según Gamarra, los republicanos están tratando de atraer al votante colombiano apelando al miedo de que Colombia siga los pasos de Venezuela y están tratando de hacer del expresidente Álvaro Uribe la figura que los aglutine para pedir el voto por el presidente Trump. Por eso, la importancia de María Fernanda Cabal en estas elecciones.
POLÍTICA
Síganos en @PoliticaET