En ningún país los votantes eligen a su presidente por sus lineamientos de política exterior. Lo esencial es conocer su política interna para saber cómo va a lidiar con los problemas básicos de la población: la economía, la salud, la educación y la seguridad.
Sin embargo, para un país tan poderoso económica y militarmente como Estados Unidos, la política exterior es también fundamental por la seriedad de sus consecuencias. Además, la elección de noviembre es de enorme trascendencia porque los temas de la agenda nacional e internacional son urgentes y porque enfrenta a dos individuos diametralmente opuestos, como son Joe Biden y Donald Trump.
En cuestión de semanas, los votantes tendremos que escoger entre la continuación de una política basada en el capricho de un presidente narcisista, megalómano, racista, prepotente y arrogante, cuya administración, a juicio de diplomáticos de ambos partidos, ha sido caótica y destructiva, y un político con experiencia, capacidad y decencia.
¿Cómo enfrentar el cambio climático, la pandemia causada por el coronavirus, el terrorismo o el comercio internacional? ¿Qué hacer para enmendar las relaciones con países tradicionalmente aliados a los que Trump ha torpedeado? ¿Cómo manejar la relación con países hostiles como China, Rusia, Irán o Corea del Norte? ¿Cómo navegar en el pantano de Oriente Próximo? ¿Cómo resolver el difícil asunto migratorio o el del narcotráfico, dos de los temas dominantes en la política exterior hacia América Latina?
La cada día más conflictiva relación con China durante el mandato de Trump ha generado preocupación nacional e internacional. Trump alega que la confrontación surgió por proteger a los trabajadores estadounidenses reduciendo el déficit comercial entre ambos países. Biden ve el surgimiento militar y económico de China como un reto serio, critica sus abusivas prácticas comerciales y sus violaciones de los derechos humanos, pero favorece la diplomacia concertada con aliados. Con Vladimir Putin, Trump mantiene un romance inexplicable e inquebrantable; Biden consensuará con los aliados una política de contención al aventurerismo ruso.
Tampoco coinciden los candidatos respecto al cambio climático. Contra el consenso científico mundial, Trump niega su existencia y aboga por acelerar el uso de energía fósil y revertir las regulaciones ambientales. Biden piensa que este es el mayor reto a la seguridad nacional y promete reducir emisiones e invertir en nuevas tecnologías e infraestructura.
Sobre la pandemia de covid-19, es innegable que el manejo de la crisis hecho por Trump ha sido desastroso; Biden tiene un plan que incluye pruebas, rastreo, tratamiento, apoyos a los desempleados y a la economía.
Para combatir el terrorismo, Trump habla de establecer mayor vigilancia interna y límites más estrictos a la inmigración y admisión de refugiados. Biden plantea combatir las redes terroristas en países extranjeros utilizando pequeños grupos de fuerzas especiales.
Trump ha retirado a EE. UU. de acuerdos y compromisos internacionales, y se ha peleado con naciones aliadas en temas de defensa y comercio. Ha recortado la ayuda exterior y la ha condicionado el apoyo a las políticas estadounidenses. Biden sostiene que Estados Unidos no puede hacer frente a los nuevos desafíos sin estrechar relaciones con sus aliados y con instituciones internacionales.
Trump ha reducido drásticamente la inmigración legal e ilegal al país y modificado radicalmente la política de asilo, deportación y visas. Para Biden, la política migratoria de Trump es racista e inmoral. Él apoya una reforma migratoria integral y favorece abordar las causas fundamentales de la inmigración en los países de origen.
¿Quién le convendría más a Colombia?
Sergio Muñoz Bata