¿Qué le espera a Colombia con Trump y con Biden? | Internacional

Todo país busca evitar que su nombre termine siendo usado como pera de boxeo en la campaña electoral de otra nación. Sobre todo si se trata de EE. UU., donde por estos días la polarización es extrema y la guerra entre los partidos, casi a muerte.

(Así impactó el coronavirus la campaña electoral de EE.UU.). 

Pero eso, precisamente, es lo que le ha sucedido a Colombia en esta recta final de la contienda entre Donald Trump y Joe Biden.

De un tiempo para acá, y en la medida que los candidatos se han concentrado en el crucial voto de la Florida, la retórica y los ataques han subido de tono con la idea de que el voto de los colomboestadounidenses podría inclinar la balanza.

(Gran cubrimiento de Portafolio.co de las elecciones en Estados Unidos). 

La estrategia de Trump ha sido pintar a Biden como un socialista que quiere imponer el “castrochavismo” en EE. UU. Y menciona el apoyo de Gustavo Petro como prueba de sus alianzas con la “izquierda radical”.

Biden se ha defendido diciendo que de socialista no tiene un pelo y que el castrochavista es Trump, pues se comporta como un autócrata cuando se niega a una transición pacífica del poder, se alinea con dictadores del mundo y está atacando fundamentos de la democracia, como el derecho al voto y a la separación de poderes.

La situación es muy inusual, aunque no es nueva. Muchos recuerdan un momento semejante durante la campaña del 2008, cuando el apoyo al tratado de libre comercio con el país se tornó brevemente en tema de la campaña de Hillary Clinton y Barack Obama.

En esta ocasión, el blanco ha sido el respaldo de la comunidad colombiana e hispana de la Florida y usando como herramienta la polarización del electorado, a través de temas que son más propios de la política nacional, como el “castrochavismo”. Y en eso, dice Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, el principal responsable es el mandatario estadounidense.

“Trump quiere ganar Florida y para lograrlo está asustando a los votantes cubanos, colombianos y estadounidenses con el cuento de que con Biden habrá otra Venezuela en EE. UU. Eso es inédito, pero es una táctica que siempre usa”,
dice Shifter.

De acuerdo con este analista, lo otro que ha sido diferente son los reportes de que funcionarios colombianos han tomado partido en favor de Trump. Algo que, dice, ha causado malestar entre los demócratas.

“Colombia necesita que el Congreso de EE. UU., donde los demócratas tienen mayorías, aprueben la ayuda para el país. Tomar partido y meterse en nuestras elecciones solo está causando resentimiento y dificulta el consenso bipartidista”, dijo a este diario el congresista Rubén Gallego, el único colombiano electo al Congreso en EE. UU.

A tal punto llegaron las cosas que el embajador de EE.UU. en Bogotá, Philip Goldberg, les pidió esta semana a los políticos nacionales no interferir en el proceso electoral de su país y en el Senado colombiano se realizó una audiencia de control político.

“Puede que esto cause un efecto marginal en el ambiente, pero no en el fondo. Colombia tiene una larga historia de estrechas relaciones con EE.UU. y eso no va a cambiar dada la importancia del país para la política regional. Biden mismo ha dicho que su gran objetivo en política exterior es fortalecer alianzas que han sufrido bajo Trump y Colombia es un aliado natural”, afirma Shifter.

Con Biden, que es uno de los promotores originales del Plan Colombia hace dos décadas, continuaría el respaldo a la lucha contra el narcotráfico y a implementación de los acuerdos de paz.

“Trump hizo énfasis en Venezuela y en la lucha contra las drogas. Bajo el exvicepresidente, la política de EE. UU. sería más equilibrada e incluiría otros temas como los derechos humanos, el cambio climático y la democracia”, anota Shifter. Trump, en caso de ser reelecto, también haría énfasis en un programa que acaba de crear (Colombia Crece) y que ha puesto a disposición US$ 5.000 millones en créditos para inversionistas que quieran financiar proyectos de desarrollo en zonas de conflicto. Pero existe un riesgo, y es de consideración.

Según Shifter, si algo caracteriza a Trump es su naturaleza impredecible. “Las políticas de este presidente responden a sus propios intereses. Una vez su reelección ya no esté de por medio puede decir que quiere una reunión con Maduro, o que piensa descertificar a Colombia en la lucha contra las drogas. O que piensa poner nuevos aranceles a productos colombianos y renegociar el tratado de libre comercio”, dice.

Algo que el propio Iván Duque experimentó el año pasado, cuando Trump, queriendo mostrar firmeza en la lucha contra las drogas, dijo que el presidente colombiano no había “hecho nada” por ayudar a EE. UU. en este frente. Un escenario impensable bajo una administración Biden o de cualquier otro republicano.

También es probable que el país simplemente salga de su agenda de prioridades, pues Trump ha dejado claro que su énfasis está en la política doméstica.

De hecho, en sus cuatro años como presidente, siempre intentó recortar la ayuda que anualmente se le da a Colombia y si esta se mantuvo fue porque el Congreso, de manera bipartidista, así lo quiso. Otro argumento, afirma Dan Restrepo, del Centro para el Progreso Americano, para que el Gobierno colombiano y los partidos en el país le den a la política bilateral una visión de largo plazo que incluya tanto a demócratas como republicanos.

Redacción EL TIEMPO
WASHINGTON

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