Realmente no tienes que estar motivado para ser exitoso

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La motivación influye en nuestras necesidades, deseos y acciones. Existe en un espectro que va de cero interés a un deseo descomunal de hacer las cosas. Y suele darse de manera natural. Después de todo, nadie necesita una motivación extra para salir corriendo de un edificio en llamas.

Pero en escenarios de menor riesgo, la procastinación puede ganar la partida. ¿Deberías iniciar esa conversación que no quieres tener o esperar a que las cosas se resuelvan solas con el tiempo? ¿Y qué hay de ir al gimnasio hoy o empezar tu programa de bienestar la próxima semana?

“En algún momento, el dolor de no hacerlo se hace más grande que el dolor de hacerlo” escribió Steven Pressfield en La guerra del arte. Eventualmente es peor seguir evitando a tu compañero enojón que respirar profundo y llamar a su puerta para resolver el conflicto.

El éxito no necesariamente requiere motivación o una fuerza de voluntad de acero. Y no tienes que levantarte antes de que salga el sol para tomar café, meditar, escribir en tu diario o hacer abdominales antes de poder crear ideas maravillosas.

Crear sistemas y hábitos puede quitar la vulnerabilidad interna de la ecuación. Cuando las rutinas cargan el mayor peso, no importa cómo te sientas sobre las cosas. Sólo tienes que hacerlas. Tener procesos establecidos y eficientes no solo beneficiará tu negocio sino que mejorar tu productividad personal y la de tu equipo.

Los sistemas no son precisamente un tema popular entre los círculos emprendedores, pero funcionan. Tener rutinas claras y repetitivas ha impulsado mi viaje empresarial durante más de 12 años. Estaría perdido sin esos pasos casi automáticos, y sigo refinando mis hábitos conforme pasa el tiempo porque esto es lo que me ha ayudado a hacer que JotForm, mi empresa, tenga más de 4 millones de usuarios.

Dos tipos de motivación

Imagen: Fab Lentz vía Unsplash

En el libro “Drive: The Surprising Truth About What Motivates Us”, el autor Daniel Pink explicó las diferentes formas que puede tener la motivación: intrínseca y extrínseca.

La motivación extrínseca depende de ganancias externas como dinero, reconocimiento, tener la oficina más grande o ganar una carrera de 5K. La motivación intrínseca viene únicamente de adentro. Si corres ese 5K porque te gusta la sensación de movimiento o porque experimentas una sensación de haber logrado algo a título personal, entonces la medalla pasa a segundo plano.

En su libro, Pink sugiere que la motivación extrínseca (la salchicha en el palito) no es efectiva y propone que los humanos pueden tener un mejor desempeño y una satisfacción a largo plazo si se adentran en la “profunda necesidad humana de dirigir nuestras vidas, de aprender y crear cosas, y de ser mejores para nosotros mismos y para el mundo”.

Pero incluso la motivación intrínseca se desvanece si la saturas. Empezar un negocio requiere valor y determinación, pero de cualquier forma tendrás momentos en los que se te dificulte seguir avanzando. Tal vez te de miedo o tal vez la tarea que tienes enfrente sea aburrida, y ese es precisamente el momento en el que los sistemas pueden ayudarte a cruzar la línea de meta.

Tres estrategias para crear sistemas confiables

Imagen: Ian Schneider vía Unsplash

1. Enfócate en tus prioridades verdaderas

La motivación y la atención están sumamente conectados. Imagina que tienes 3 prioridades de negocios este año: hacer crecer tu equipo, desarrollar una estrategia de redes sociales y revisar una característica importante de tu producto.

Estas prioridades deben proveer información a todo lo que hagas. Si un proyecto o una oportunidad no tiene sentido con uno de estos objetivos, no tiene caso hacerlo. Las distracciones desaparecerán y estarás mejor preparado para hacer un progreso significativo.

Yo reafirmo mis prioridades empleando los primeros 30 a 90 minutos en la oficina haciendo páginas matutinas. Esta práctica diaria empieza como escritura de una corriente consciente e inevitablemente se convierte en un plan tangible, un correo o una presentación. Es una rutina que estimula la creatividad y el pensamiento estratégico.

Si llego al trabajo sintiéndome confuso o cansado, me permito hacer otra cosa que me ayude a llegar mis áreas de concentración. Puedo reunirme con alguien del equipo o leer sobre un tema relacionado. Pronto mi mente empieza a conectares y el flujo de nuevas ideas me inspira a seguir adelante. Antes de darme cuenta, los 90 minutos pasaron… y el cansancio también.

La motivación fluye de la concentración. Una vez que empiezas, casi siempre arranca un ciclo poderoso de retroalimentación que te ayuda a mantenerte comprometido, incluso en días en los que no te sientes tan motivado.

2. Entiende que la motivación es opcional

La motivación y el entusiasmo no siempre te acompañan cuando llegas a la oficina. La periodista Melissa Dahl compartió un consejo muy simple y directo en un artículo publicado en el sitio The Cut en 2016: “No tienes que tener ganas de hacer las cosas para hacerlas”.

Su punto es sorprendentemente brillante. La gente suele pensar que “estar motivado” significa tener inspiración o emoción antes de empezar a hacer algo. Pero los sentimientos no siempre están en línea con nuestras actividades. No te sientes motivado pero sigues avanzando. Por ejemplo, terminar esa presentación en lugar de quedarte viendo una serie de Netflix.

Oliver Burkeman, otro periodista, habló sobre el tema de la motivación en su libro “The Antidote: Hapiness for People Who Can’t Stand Positive Thinking”. “¿Quién dijo que tenias que esperar a tener ganas de hacer las cosas para empezar a hacerlas?” Escribió Burkeman. “Desde esta perspectiva, el problema no es que no te sientas motivado; sino que crees que tienes que sentirte motivado.”

Las rutinas pueden superar a los sentimientos porque no toman en cuenta tu nivel de interés en el asunto. Si simplemente sigues la rutina, te vas a meter de lleno en el trabajo. Es así de simple. No hay necesidad de tomarte la temperatura emocional porque no importa. Los resultados se acumulan cuando repites el sistema sin pararte a pensar en tus sentimientos.

3. Aprende a delegar

El otro día tuve un momento de inspiración mientras hacía ejercicio por la mañana. Incluso le pedí a mi instructor si podía soltar la pesa para escribir mi idea. Pero mientras manejaba hacia la oficina me di cuenta de que mi gran idea no tenía nada que ver con mis tres prioridades. Y realmente quería dedicarle tiempo a esta idea y desarrollarla yo mismo, pero le pedí al COO de JotForm que lo hiciera.

Obviamente, delegar no siempre es una opción, sobre todo si tu negocio acaba de empezar o si los presupuestos están apretados. Pero delegar cuando sea posible, incluso si esto implica contratar a un consultor o pedir un favor, puede darte grandes resultados. Es mejor pasar esa carga a alguien más si puedes redirigir tu tiempo, energía y atención a actividades de alto nivel que sólo tú puedes hacer.

Como fundador, tu trabajo es hacer crecer tu negocio, no trabajar para él. Según el autor Ray Silverstein, “hay un puente que todo emprendedor debe cruzar para hacer crecer su negocio después de cierto punto, el punto en el que deben pasar de ‘hacer’ a ‘liderar’. Esto significa dar un paso atrás de las operaciones del día a día y pasar a tener el rol del que supervisa.”

Delegar también tiene sentido cuando hay alguien más preparado para hacer las cosas. Si contratas mercadólogos, diseñadores, desarrolladores, gerentes e investigadores por su experiencia profesional, entonces es importante que confíes en esas habilidades. La mayorías de las empresas y productos se vuelven más complejos conforme crecen, y suele haber alguien que puede lograr mejores resultados en menor tiempo. Esto te permite mantenerte enfocado en tus prioridades.

Recuerda disfrutar el viaje

Imagen: Fab Lentz vía Unsplash

Las rutinas pueden eliminar la necesidad de sentirte motivado todos los días. ¿Pero cómo mantener el empuje y la concentración a largo plazo? Aunque no hay una respuesta simple y universal, la verdad es que casi todos queremos ser felices y sentir que tenemos un propósito.

En 2010, la maestra budista Susan Piver escribió un blog fascinante sobre sus batallas personales con el tema de la motivación. Después de mucho luchar por cumplir sus objetivos diarios y de sentir que tenía poca disciplina, decidió cambiar de enfoque. Decidió quitar la motivación del asiento del piloto y enfocarse en el placer que le producía el trabajo.

“Una vez que recordé que mi motivación está enraizada en la curiosidad genuina y que mis actividades están totalmente alineadas con lo que soy y con lo que quiero ser, mi oficina empezó a parecer un espacio de juegos en lugar de un campo de trabajo” escribió Piver.

Destrozó su horrible calendario y priorizó actividades que le parecieran divertidas. Pronto, Piver se dio cuenta de que su día se ven casi igual, pero la experiencia no le costaba esfuerzo.

Desafortunadamente, no puedes eliminar todas las cosas que no te dan placer. Alguien tiene que limpiar el arenero del gato y pagar las cuentas. “Pero yo sugiero que en lugar de ser muy disciplinado a la hora de odiarte a ti mismo hasta que haces las cosas, intenta ser disciplinado a la hora de mantener las actividades que te hacen feliz” escribió Piver.

Convertir en una prioridad eso de tu trabajo que te da placer es un cambio interesante de perspectiva. Habrá momentos en los que el placer o la dicha no sean fáciles de obtener, pero si tu motivación intrínseca está alineada con tu camino externo, entonces tiene un recurso poderoso que puedes explotar con grandes resultados. Enfócate en lo que importa, crea sistemas que apoyen y le den soporte a tu misión, y la motivación aparecerá junto a ti sin darte cuenta.

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