Rodrigo Pozas Iturbe es un mexicano condenado a diez años de prisión en Argentina por intento de contrabando de estupefacientes y asociación ilícita cuando quería establecer una red de narcotráfico al estilo Breaking Bad.
La investigación reveló que el mexicano tenía en mente hacer crecer su red de tráfico de sustancias ilegales en el país del cono sur de América con contactos en España; sin embargo, la policía de aquel país lo impidió.
“En mi máster plan estoy pensando en armar una estructura mucho más fuerte. Más gang, más tipo rusa-china. Y me he repetido hasta el cansancio que tengo que ser un absoluto hijo de puta. Golpear, amedrentar, ser cruel y despiadado. Técnica de terror… No hay otra, el miedo es lo único que puede, en su momento, meter orden en lo que quiero hacer. Yo quiero traer lo de Breaking Bad; acá es moda, no se consigue y es carísima”, aseguró el abogado mexicano en una conversación vía Skype con la madre de su hijo que estaba en Ecuador.
El criminal que se inspiró en Heisenberg para hacerse delincuente internacional, no pudo cumplir con su meta, pues en abril de 2016 fue detenido y, en 2018, condenado a seis años de prisión como integrante de una asociación ilícita que traficaba cocaína a Europa por medio de “dealers” que llevaban la droga oculta en las suelas de su calzado. La banda también distribuía estupefacientes en Ushuaia, Tierra del Fuego.
La investigación comenzó en junio de 2015 cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) detuvo a cinco cómplices en Ezeiza, cuando estaban por abordar el vuelo UX 042 de Air Europa hacia España. Llevaban entre todos cuatro kilos de cocaína.
Después, la PSA no se conformó con la aprehensión de las “mulas”, pues durante meses investigaron para ir descubriendo los líderes locales hasta encontrar quién era el responsable de toda la organización.
La sentencia contra Pozas Iturbe fue dictada por el Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE), donde también condenaron a otros nueve acusados a penas de entre tres años de prisión durante diez años. En este contexto, cabe destacar que en 2012, el “Walter White mexicano” fue absuelto por el Tribunal Oral Federal (TOF) N° 4, de San Martín, por contrabandear efedrina.
De hecho, en lo relacionado con la investigación, el juez Aguinsky, responsable de la condena, explicó que siempre deben perseguir delitos desde un paso atrás, pero que “la Justicia puede superar esas diferencias con esfuerzo y paciencia”.
Gracias a las pesquisas, el criminal de 47 años, fue detenido en abril de 2016 por personal de la PSA y de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal. La detención ocurrió en un departamento del barrio porteño de Palermo, misma localidad donde un mes antes había sido detenido Ezequiel Cettu, otro señalado por los policías del caso como uno de los presuntos organizadores de la banda.
Tras las aprehensiones, los investigadores establecieron un criterio del criminal y señalaron que “se puede advertir claramente no sólo la conducta criminal de corte mafioso [del ciudadano mexicano], sino también su evidente intención de fabricar y comercializar drogas sintéticas (metanfetaminas) en la Argentina e inclusive enviarlas a Brasil [durante el Mundial de fútbol 2014], así como también a Uruguay y a Paraguay”.
Cettu, de 40 años, recibió la pena de diez años de cárcel, la más alta de los criminales arrestados hasta el momento, por intento de contrabando de estupefacientes y asociación ilícita; y como el delito perseguido se considera grave, le revocaron el beneficio del arresto domiciliario.
En este caso, la justicia prevaleció; sin embargo, las similitudes encontradas en la investigación oficial con el método de trabajo de la famosa serie de televisión saltan a la vista. Se podría entender que es una forma de elogiar la violencia a través de los medios masivos de comunicación, pero una vez más, la realidad demostró que es diferente.