Aunque todos los seres vivos morimos, también nuestra muerte puede suceder de muchas formas diferentes.
Morimos porque envejecemos, porque nuestras células en algún momento dejan de hacer las funciones que deberían: es decir que no se dividen pero tampoco dejan de funcionar.
Eso se llama senescencia celular y va siendo más notable con el paso del tiempo, pero hay organismos en los que ese proceso no avanza con la misma rapidez que la edad cronológica: es como si para ellos el tiempo se detuviera.
Entre esos casos de “inmortalidad biológica” están algunos macroinvertebrados acuáticos como las medusas, pero también otros microscópicos, como los famosos tardígrados o los rotíferos.
Animales con ruedas
Igual que los tardígrados, los rotíferos son invertebrados microscópicos diminutos: aunque pueden ser más pequeños o más grandes, su tamaño promedio es de 0.05 mm, apenas como uno de los puntos que hay en este enunciado.
Principalmente viven en ambientes acuáticos, sobre todo en agua dulce, pero algunos están adaptados para vivir en agua salada.
Fueron descubiertos antes que los tardígrados, en los inicios de la microscopía óptica, en 1696, por el científico y sacerdote anglicano, John Harris.
Su nombre viene del latín y quiere decir “los que llevan una rueda” debido a la forma de la parte superior de su cuerpo, llamada también corona o aparato rotador.
Aunque como tal esa corona no gira, sí tiene unos cilios: unas prolongaciones móviles, que al microscopio pueden verse como pelitos que se agitan.
Lo que comen los rotíferos
Los rotíferos son parte importante del zooplancton de agua dulce, que sirve como alimento a otros animales.
Pero los mismos rotíferos deben alimentarse, de otros organismos más pequeños que ellos como animales microscópicos o algas, así que podemos considerar que son omnívoros.
Gracias al movimiento de los cilios de su aparato rotador, dirigen su comida al mástax, algo similar a una boca con dientes microscópicos.
Y aunque sean unos animales tan pequeños, no quiere decir que su organismo no lleve a cabo funciones complejas: su aparato digestivo, produce enzimas que contribuyen a digerir la comida.
Reproducción y ¿muerte?
En los rotíferos existe la diferenciación entre machos y hembras: visualmente se puede distinguir a las hembras porque son de mayor tamaño que los machos.
Este dimorfismo sexual implica que son animales que se reproducen sexualmente: los machos introducen sus espermatozoides, sobre cualquier parte del cuerpo de las hembras, pero como los rotíferos tienen una cutícula bastante dura, atravesarla no es una tarea fácil.
Quizá por eso, en muchas especies de rotíferos, es común la partenogénesis: una forma de reproducción asexual en que óvulos no fecundados se dividen sin fecundación.
Incluso eso hace que algunas especies de rotíferos solamente existan hembras: como los bdelloideos, en los que no se han observado especímenes machos.
Estos rotíferos bdelloideos también nos dan ejemplo de otra característica muy particular: su aparente inmortalidad.
Los rotíferos, al igual que los tardígrados, pueden resistir condiciones extremas, entrando en un estado de criptobiosis, en el que reducen sus funciones metabólicas al mínimo.
Hasta hace poco se pensaba que los rotíferos podían regresar de ese estado, después de unas décadas cuando mucho.
Pero ahora tenemos el ejemplo de rotíferos reanimados que estuvieron en el permafrost siberiano en criptobiosis, por más de 20 mil años.
Así que si bien los rotíferos no son inmortales, sí pueden lograr sobrevivir a generaciones y generaciones de seres humanos. Y eso sin duda es increíble.