Salud mental de lideresas y defensoras de derechos – Política



Las lideresas y defensoras de derechos humanos constantemente deben afrontar situaciones tensionantes, pues son voceras de diferentes expresiones de opresión, discriminación, marginación o exclusión, contextos en los que buscan  el  cumplimiento de los derechos humanos.

Estos escenarios de liderazgo se dan en medio de riesgos sociales y políticos y se suman a los problemas de corrupción, desgobierno y tráfico ilegal que se viven en algunos territorios. Por eso se generan problemas emocionales que se suman al desgaste mental causados por la presión y por la violencia.

Los factores de ubicación geográfica, facilidad de acceso a la protección estatal, la edad, la pertenencia a grupos étnicos y el acceso a la educación inciden en la intensidad de los daños y amenazas.

Así lo muestra la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Limpal) en su informe Sintonías corporales: memoria y resistencia de defensoras, un seguimiento a la Resolución 1325.

El informe da cuenta de los riesgos que deben asumir las mujeres para su vida, integridad y seguridad a razón del conflicto armado que agudiza la violencia y la discriminación, y a razón de un contexto patriarcal, donde hay relaciones de poder que aumenta las violencias contra ellas; pues se presentan agresiones físicas, mentales y emocionales.

Las lideresas manifestaron haber recibido amenazas (telefónicas, escritas y personales), agresiones físicas, violencia sexual, prejuicios por parte de funcionarios del sector público y profesionales de la salud, desplazamiento forzado y separación familiar. Situaciones que generan miedo, desconfianza, ansiedad y aislamiento social.

Estos elementos afectan el bienestar, la seguridad sobre el futuro, disminuyen su percepción de justicia y pueden desmotivarlas para continuar con sus labores de defensa de derechos humanos.

El informe muestra que: “Las mujeres defensoras, constructoras de paz y resistentes a la guerra son ciudadanas que han forjado el andar en medio de un sistema de dominación y opresión, que las ha situado desde el lado de la vulnerabilidad y el desbalance de poder”.

Sin embargo, estas situaciones también generan en ellas un interés por mejorar sus prácticas de liderazgo y buscan el cuidado de sí mismas en lo referente a la alimentación, descanso y actividades de esparcimiento.

Según el informe de Somos defensores, en el primer semestre del año pasado se registraron 591 agresiones contra personas defensoras de derechos humanos en Colombia. Hubo un incremento del 49 % en relación al mismo periodo del 2018.

Además, según el Instituto colombo-alemán para la paz (capaz) la violencia contra defensores de derechos humanos y líderes sociales obedece a varios factores, entre ellos: el reacomodamiento de actores armados en los territorios que ocupaban las Farc-EP, las disputas por el territorio y la implementación del acuerdo de paz.

Diana Salcedo, directora de Limpal, en Memorias en diálogo, resaltó que las afectaciones que viven las lideresas están relacionadas con la estigmatización por ser líder, la revictimización, la carga emocional generada por el trabajo en las comunidades y el hecho de que muchas no hayan hecho un duelo de sanación de sus propias experiencias.

A raíz de estas situaciones, muchas mujeres han suspendido sus labores porque han tenido que exiliarse. Sin embargo, Salcedo destaca que aunque hay una transformación en las formas de hacer el liderazgo, las labores no han sido opacadas.

Por eso, Limpal destaca que es importante trabajar con las lideresas en la percepción de identidad personal y en el trabajo colectivo: “Los altos niveles de violencia directa, estructural y cultural generan quiebres emocionales y, en ocasiones, mentales en la vida individual y social”, muestra el informe.

Salcedo afirma que es importante que: “Las medias que están en el acuerdo de paz para las mujeres se materialicen. Sin la implementación adecuada del acuerdo de paz no va a haber un piso sólido con el cual construir una sociedad distinta que rompa las barreras de la desigualdad”.

La directora recalca que las afectaciones hacia las lideresas no están a cargo únicamente de los grupos armados (legales o ilegales) o del Estado, sino que la sociedad también tiene un papel frente a estas acciones porque hay estigmatizaciones sobre ser mujer y líder social, pues aún hay muchas comunidades que consideran que las mujeres deben dedicarse a las labores de cuidado porque “No aceptan que las mujeres rompan los límites de lo que se supone debemos hacer”.

Finalmente, expresó que es muy importante que se hable de salud mental porque siempre se habla de lo que se ve, considera que para trabajar en un proceso de construcción de paz que sea sostenible y sustentable es necesario abordar estos temas que afectan a las lideresas.

Sin embargo, las medidas de acompañamiento psicosocial que lanzó el gobierno aún no se han materializado: “Hace falta un enfoque transformador distinto y no se pueden dar solamente a través del ministerio de salud o de las EPS porque no es suficiente”, agregó.

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