Redacción
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, se reunió ayer con el papa Benedicto XVI en el Vaticano con la intención de enterrar la polémica generada a raíz de las expulsiones de gitanos rumanos de Francia, muy criticadas por la Iglesia católica. Poco trascendió ayer del contenido del encuentro, que duró media hora. Poco después, durante un almuerzo con prelados, Sarkozy aseguró que la lucha contra la inmigración irregular es «un imperativo moral».
La política de seguridad puesta en marcha por París este verano, con la repatriación forzosa de cientos de gitanos rumanos, produjo tensiones entre el Vaticano y el Gobierno francés. «No hay economía sin reglas, ni puede haber vida en una sociedad sin reglas y no hay libertad sin reglas», afirmó ayer Sarkozy tras un encuentro con el Papa en el que intentó calmar los ánimos y disipar cualquier duda sobre la legalidad de las expulsiones. El cardenal Jean Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, pidió para los políticos franceses «valentía y perseverancia» para que «acojan a los perseguidos y a los inmigrantes».
Mientras tanto, en Bruselas, la comisaria de Justicia, Viviane Reding, afirmó que seguirá «de cerca» el curso de la denuncia a la policía francesa por la creación de un fichero ilegal y secreto de gitanos, tal y como han denunciado las cuatro principales asociaciones de gitanos de Francia y revelado el diario Le Monde. Reding puntualizó que la investigación interna sobre este asunto, abierta por las autoridades francesas, no tendrá ninguna incidencia sobre el contencioso abierto por la Comisión Europea para que Francia subsane su legislación sobre libre circulación de personas antes del 15 de octubre so pena de abrirle un expediente de infracción.