Una de las lecciones que ha dejado la pandemia de covid-19 en Colombia es la necesidad de revisar el modelo tan centralista que sigue imperando en Colombia. Las diferencias en el comportamiento del virus en las regiones obligado a los mandatarios locales a establecer sus propias estrategias tanto para contener el avance de la enfermedad como para permitir la reactivación económica.
Esta situación puso sobre la mesa nuevamente la discusión sobre la descentralización en el país que, si bien en la Constitución está consagrada, en la práctica poco se aplica en el país.
Justamente en los últimos días el gobernador de Magdalena, Carlos Caicedo. A través de su cuenta de Twitter dio a conocer este jueves la campaña #ColombiaFederal.
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Según Caicedo, el federalismo es el “camino para lograr mayores niveles de democracia y equidad en todas las regiones”. Si bien la propuesta de Caicedo en este momento no ha tenido mucha acogida, si abrió el debate sobre la descentralización.
En un artículo publicado la semana pasada en EL TIEMPO, el excodirector del Banco de la República José Antonio Ocampo y la investigadora Natalie Gómez señalaron que el actual modelo en exceso centralista ha traído tres problemas:
El primero es la compleja división de competencias entre los tres niveles de gobierno (nacional, departamental y municipal), la cual es en algunos casos imprecisa, ya que hay funciones que se duplican o están desfinanciadas. El segundo es la poca autonomía fiscal con la cual cuentan las entidades territoriales: tienen limitada, por no decir nula, capacidad de crear nuevas fuentes de ingresos. Y el tercero es la inflexibilidad en el gasto de las entidades territoriales, debido a las destinaciones específicas que determinan las normas correspondientes.
“Ante este escenario, es esencial pensar en las reformas necesarias en la descentralización para darles una mayor autonomía y flexibilidad a las entidades territoriales y garantizar la eficiencia de su gestión, al tiempo que se combaten las desigualdades regionales”, indicaron los investigadores en su artículo.
El tema también ha sido abordado por el congresista de Cambio Radical César Lorduy, quien desde comienzos de año viene trabajando en un proyecto de ley para trasladar algunos ministerios a las regiones o establecer sedes alternas de los ministerios en algunos territorios.
Los ministerios se convirtieron un CAI, atienden a las regiones solo cuando se presentan algún problema
“Los ministerios se convirtieron en un CAI, atienden a las regiones solo cuando se presenta algún problema, pero no es una política permanente y constante, para hacer una atención constante debes trasladarte al lugar, esa es la razón por la cual hay que trasladar los ministerios o establecer sedes alternas”, indicó Lorduy, quien recordó que la ley 768 de 2002 establece que Cartagena puede ser sede alterna de la Presidencia de la República, lo que daría mayor viabilidad a esta reforma administrativa que él propone.
A la discusión también se unió el expresdiente del Senado Lidio García, quien en su discurso de despedida habló de “la conversión de Colombia en un estado federal”.
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«Eso implica que el país acometa, con todas sus fuerzas, una política cierta de descentralización. Sigue siendo inconcebible que las entidades territoriales tengan las funciones y peleen por recursos. Mucho más, que los impuestos se paguen en las ciudades y se tengan que enviar al fisco nacional para que este luego distribuya, según su arbitrio, lo que cree le corresponde a las regiones», afirmó García.
El debate no es nuevo e implica, al menos jurídicamente, una reforma profunda que modificaría la estructura del Estado colombiano para dar el revolcón.
En 1974 el expresidente Alfonso López Michelsen se había cuestionado que ministerios y entidades principales estuvieran en Bogotá. Le parecía injusto que personas de varios lugares del país tuvieran que viajar desde tan lejos hacia la capital.
Durante las primeras décadas de la historia republicana del país se debatió entre el federalismo y el centralismo y, después de varias luchas políticas, Colombia optó por el modelo centralista, el cual ha imperado hasta el momento.
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