Cada año, las playas del Pacífico colombiano se convierten en un escenario único donde las ballenas jorobadas, que migran desde la Antártida para reproducirse, reciben un cálido homenaje de las comunidades locales. En Juanchaco, una de estas comunidades, un grupo de ‘cantaoras’ se reúne para entonar canciones y recitar poemas a los majestuosos cetáceos que retornan a estas aguas. La relación entre los habitantes del Pacífico y las ballenas es más que un fenómeno turístico; es una conexión ancestral que se ha mantenido viva a través de la música y la tradición oral.
Las ballenas jorobadas recorren cerca de 17.000 kilómetros desde la Antártida hasta las cálidas aguas del Pacífico colombiano, donde permanecen aproximadamente cuatro meses para reproducirse. Durante este tiempo, alrededor de 3.000 ballenas llegan a Colombia y nacen cerca de 1.000 ballenatos al año. Este fenómeno, además de ser impresionante desde el punto de vista natural, tiene un impacto positivo en el ecosistema global, ya que estos animales ayudan a reducir 70.000 millones de toneladas de dióxido de carbono anualmente, según Fabián Bueno, director del Festival Mundial de Ballenas y Cantaoras.
Alba Angulo, una joven ‘cantaora’, relata cómo su abuela le hablaba de la memoria ancestral de las ballenas, que, según la creencia, conservan en su ADN el recuerdo de lo vivido en el Pacífico. Inspirada en esta historia, Angulo y su grupo de ‘cantaoras’ interpretan cantos y poemas que celebran la llegada de las ballenas. Las letras de estas composiciones reflejan la profunda conexión entre la comunidad y los cetáceos, comparando sus saltos con una danza de alegría cuando van a aparearse o a tener sus crías.
El Festival Mundial de Ballenas y Cantaoras, que celebra su séptima edición en Juanchaco, se ha convertido en un símbolo de esta conexión. Las marimbas, cununos y flautas -instrumentos tradicionales del Pacífico colombiano- suenan en honor a las ballenas, brindando un espectáculo cultural tanto para los locales como para los turistas que llegan a presenciar este evento único.
Las ballenas jorobadas no solo son protagonistas de un espectáculo natural, sino que también representan un motor económico para la región. Cada año, miles de turistas visitan las costas de Buenaventura y Bahía Málaga, donde las ballenas y sus ballenatos pueden ser observados en su hábitat natural. Si bien las condiciones del mar dictan las salidas de las embarcaciones, los visitantes están ansiosos por ver estos animales gigantes jugar y saltar en el agua.
Este turismo ha impulsado proyectos de conservación en la región, como la planta de transformación de plástico en Playa Dorada, un esfuerzo de la comunidad local por preservar el entorno. Además, la riqueza natural de la región, combinada con su cultura vibrante, ha hecho del Pacífico un destino de ecoturismo que, a pesar de los desafíos del conflicto y la falta de atención estatal, continúa creciendo.
El próximo mes de octubre, el departamento del Valle del Cauca será sede de la COP16 de Biodiversidad, un evento que reunirá a expertos de todo el mundo para debatir y tomar medidas sobre la crisis de biodiversidad global. Buenaventura, con su rica biodiversidad y fuerte identidad cultural, será uno de los lugares clave para mostrar cómo la conservación puede ir de la mano con el desarrollo comunitario.