Sigue la deuda con Bogotá en la autopista Norte – Sectores – Economía


Un sabor agridulce. Esa fue la sensación que les quedó a los bogotanos tras la inauguración con bombos y platillos de la ampliación de 4.2 kilómetros de la autopista Norte entre la calle 245 y La Caro, la Unidad Funcional 2 del proyecto vial Accesos Norte a Bogotá.

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La impresión que les quedó a los conductores que a diario transitan por esa vía, es la misma que tuvieron cuando se anunció la mencionada ampliación: la hicieron en donde no se necesitaba. Es cierto, el verdadero punto del caos del tráfico en esa zona de la capital está entre las calles 170 y 245, es decir, lo que se conoce como la Fase 2 del proyecto Accesos Norte.

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Incluso, la alcaldesa Claudia López dijo que la obra inaugurada se hizo en gran parte con el aporte que pagan los bogotanos en peajes y pronosticó que si no se hace la ampliación, la autopista seguirá siendo un enorme embudo.

Nos alegra que con los peajes que pagamos mayoritariamente los bogotanos se amplíe la Autonorte afuera de Bogotá, en Cundinamarca. Esperamos que empiece pronto la ampliación dentro de Bogotá

“Nos alegra que con los peajes que pagamos mayoritariamente los bogotanos se amplíe la Autonorte afuera de Bogotá, en Cundinamarca. Esperamos que empiece pronto la ampliación dentro de Bogotá. Es lo lógico, pero además si no se hace, la inauguración de hoy es el embudo de mañana”, dijo López en su cuenta de Twitter.

Pero lo cierto es que esa ampliación que es un anhelo de la Alcaldesa y de los bogotanos, está embolatado. Una mirada en retrospectiva nos lleva a que el proyecto está plagado de anuncios y unos muy bonitos ‘renders’ que divulgó el año pasado el Ministerio de Transporte en los que se veía cómo quedarían la Autonorte y la Séptima, entre las calles 200 y 245.

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En un artículo publicado por EL TIEMPO en octubre del año pasado la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, nos dijo que “El proyecto Accesos al Norte de Bogotá Fase II está en etapa de estructuración, y su alcance, así como su ejecución están en etapa de evaluación y requiere de aprobación de entidades como el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional”.

Esa declaración se hizo al mismo tiempo que se divulgaron los ‘renders’ acompañados de una encuesta en la cual se les preguntaba a los usuarios si querían la ampliación y cuánto estaban dispuestos a pagar por un nuevo peaje.

A la aprobación del Ministerio de Hacienda hay que sumarle la estructuración de la licitación para las obras que contemplan la ampliación a cinco carriles en ambas calzadas de la autopista y la carrera Séptima.

Pero lo más grave es que el proyecto no logró el cierre financiero, es decir, falta plata. Este proyecto se presentó al Ministerio de Haciendo en julio del 2018 y aun cuando se esperaba que ese paso se surtiera en corto tiempo dada su urgente necesidad, hoy ni siquiera hay licitación. Necesariamente, dicen, los recursos deben salir del cobro de un nuevo peaje o ajustando la tarifa de los actuales.

El año pasado la ANI informó que la contratación se haría en el 2019. No hace falta decir que no se cumplió pues de ello dan cuenta los enormes trancones. La realidad es que en el corto plazo la solución al problema no se ve por ningún lado, aunque la ampliación se incluyó en el Plan de Desarrollo de la Alcaldía de Claudia López con un presupuesto de un poco más de un billón de pesos.

Por último, tampoco es una novedad que la Autonorte y la Séptima no son los únicos lunares en las entradas a Bogotá. Llenas de huecos, convertidas en botaderos de escombros o basuras, sin bermas y sin demarcación de carriles. Solo basta darse una pasada por la calle 13, otra vía que solo se ha arreglado en anuncios y titulares de prensa.

El año pasado, por iniciativa de la Alcaldía de Bogotá, se cambió el ícono de los semáforos por la imagen de una mujer, a la que a través de un concurso, los bogotanos bautizaron ‘Prudencia’.

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Queremos que la peatona sea un símbolo de inclusión”, dijo en ese entonces el secretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo.

Pero a juzgar por un concepto emitido por el Ministerio de Transporte, ese cambio no habría sido tan ‘inteligente’.

La respuesta obedece a una consulta sobre la legalidad de la modificación de los semáforos con características diferentes a las del Manual de Señalización Vial. Y si les es permitido a las autoridades de tránsito municipales colocar a su libre albedrío diferentes formas, figuras y tamaños en la semaforización peatonal.

La respuesta dice que “el símbolo o pictograma a usar en los semáforos peatonales es el de una persona caminando, sin haberse detallado si dicha persona es de sexo masculino o femenino, o si es niño o niña; es decir aplicando el principio de la definición de símbolo o de pictograma, este símbolo se suele asociar a un tipo de representación alejada de detalles, pretendiendo ser un signo claro y esquemático que sintetiza el mensaje o significado que pretende; pues si se detalla como es el caso de la figura de un hombre, una mujer, un niño o una niña, podría generarse confusión en los usuarios de las vías, que podrían entender que las órdenes dadas por el semáforo sólo aplican para la representación que se muestra en la cara del semáforo”.

REDACCIÓN VEHÍCULOS

Fuente de la Noticia

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