Superar el capitalismo

El Director de investigación de la Escuela de altos estudios en ciencias sociales,Thomas Piketty, profesor de la Escuela de economía de Paris y maestro asistente del Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, radicaliza en su nuevo libro “Capital e ideología” donde explora nuevas vías para superar el capitalismo.

En las 1.200 páginas, que abarcan medio siglo y cuatro continentes, hace un profundo análisis sobre las ideologías que han profundizado las desigualdades y se centra en la propiedad privada, según él, “la clave de todo”.

Aunque admite que es más fácil “imaginar el fin del mundo que el del capitalismo”, se compromete a forjar “una idea más exacta de lo que podría llevar a una mejor organización política, económica y social para las diferentes sociedades en el siglo XXI y propone “elaborar el perfil de un nuevo socialismo”.

“La historia del siglo XX y el desastre comunista obliga hoy a un estudio minucioso de los regímenes desigualitarios y de sus respectivas justificaciones, sobre todo, de los mecanismos institucionales y de los modos de organización socioeconómica que permiten realmente la emancipación individual y social”, dice el economista francés.

Estoy convencido de que es posible superar el capitalismo y la propiedad privada y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en el federalismo social, que pasa, principalmente, por desarrollar un régimen de propiedad social y temporal que repose en la limitación y la distribución (entre accionistas y asalariados) de los derechos de voto y de poder en las empresas y, en una fiscalidad fuertemente progresiva sobre la propiedad, en una dotación universal de capital y en la circulación permanente de la riqueza, escribió Piketty el diario El País el pasado 25 de noviembre.

Eso pasaría también por “la fiscalidad progresiva sobre la renta y por un sistema de regulación colectiva de las emisiones de carbono que contribuya a la financiación de los seguros sociales y de una renta básica, así como por la transición ecológica y un sistema educativo verdaderamente igualitario”, analizó.

De lo que habla es del establecimiento de una “economía participativa y circular, que ya está en marcha, según estima, en la que participemos todos. “No puede haber una híper concentración del poder en un número reducido de personas. El poder debe circular”, el dijo a Marc Bassets en una entrevista con ese mismo diario.

Piketty considera que el mundo está evolucionando hacia una mayor igualdad, aunque las desigualdades hayan aumentado en los 80 y 90 son menores que hace un siglo.

Portafolio trató de entrevistarlo y le envió un formulario pero fue remitido a los escritos ya publicados en medios por el investigador, que también es codirector de la World Inequality Database.

Para Piketty la superación del capitalismo y de la propiedad privada también pasa “por organizar la mundialización de otra manera, con tratados de cooperación al desarrollo que giren en torno a objetivos cuantificados de justicia social, fiscal y climática, cuyo cumplimiento condicione el mantenimiento de los intercambios comerciales y de los flujos financieros”.

Eso exigiría una redefinición del marco legal y la retirada de “un cierto número de tratados en vigor, en particular los acuerdos de libre circulación de capitales puestos en marcha desde los años 1980-1990”, admite

LUCHA IDEOLÓGICA
En “Capital e ideología” Piketty también reformula lo que escribieron Engels y Marx en el Manifiesto del Partido Comunista hace más de 170 años y sostiene, después de su investigación, que en la historia de todas las sociedades, lo que ha imperado no es la lucha de clases sino la de las ideologías y la de la búsqueda de la justicia.

“Dicho de otro modo, las ideas y las ideologías cuentan en la historia. La posición social, por muy importante que sea, no basta para forjar una teoría de la sociedad justa, una de la propiedad, de las fronteras, de la fiscalidad, de la educación, de salarios o de la democracia”, afirma.

Por eso concluye que “sin respuestas concretas a estas cuestiones complejas, sin una estrategia clara de experimentación política y de aprendizaje, las luchas sociales no conducen a un resultado político definido; en ocasiones pueden llevar, una vez en el poder, a construcciones políticas e ideológicas todavía más opresivas que las que se pretendía dejar atrás”.

Explica que “a diferencia de la lucha de clases, la lucha de ideologías está basada en el conocimiento y las experiencias compartidas, en el respeto al otro, en la deliberación y en la democracia. Nadie tendrá jamás la verdad absoluta sobre cómo se define la riqueza justa, las fronteras, democracia justa, la fiscalidad justa o la educación justa.

La historia de las sociedades humanas es también la historia de la búsqueda de la justicia. Sólo el análisis minucioso de las experiencias históricas y personales, abierto a la más amplia deliberación, puede hacer que se progrese en esa dirección”, añade.

LAS DESIGUALDADES
Por otro lado, dice que la “historia de la desigualdad económica no se reduce a la eterna confrontación entre los opresores del pueblo y sus orgullosos defensores…la historia de la desigualdad se apoya en construcciones intelectuales e instituciones sofisticadas, que no siempre están exentas de cierta hipocresía y de la voluntad de perpetuarse por parte de los grupos dominantes.

Piketty afirma que las desigualdades no son naturales, culturales o civilizatorias y que las trayectorias y bifurcaciones desiguales o igualitarias pueden ser muy rápidas. Menciona como ejemplo el caso de Suecia, que pasó de ser una sociedad de órdenes, a una “democracia hipercensitaria” con derechos de voto proporcionales a la fortuna en la que un voto valía por cien, eso, antes de convertirse en lo que es hoy: una de las sociedades más igualitarias del mundo.

Señala que lo que le permitió a Suecia ese cambio de trayectoria fueron “las movilizaciones populares notablemente eficaces, las estrategias políticas concretas y las instituciones sociales y fiscales muy precisas”.

En cambio resalta que Estados Unidos, que entre los años 30 al 70 del siglo pasado, estuvo a la cabeza del despliegue de impuestos progresivos y masivos y de políticas de redistribución ad hoc, hoy se sitúa pero a la cabeza del vértigo de la desigualdad.
Hay muchos más planteamientos en este último libro de Piketty que promete ser uno de los más polémicos de la temporada pero imperdible por su minuciosa elaboración, según los críticos.

El primero “El capital en el siglo XXI”, donde documenta la explosión de las desigualdades patrimoniales mundiales, vendió más de 2,5 millones de ejemplares en el mundo e incendió el debate en Europa y Estados Unidos.

Gloria Helena Rey

Fuente de la Noticia

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